VALÈNCIA. La imagen se dio hace unos días. Tres operarios, en torno a una excavadora, hablaban mirando al solar que tenían enfrente. A sus espaldas, la mezquita grande de València, contemplando la escena. Forman parte del último capítulo de la vida un solar de más 3.300 metros cuadrados ubicados en la calle Rubén Darío. Durante décadas este espacio baldío sólo ha servido de improvisado aparcamiento para quienes se acercaban a la zona, especialmente a los locales de ocio de la llamada zona Xúquer. Y poco más.
Ese solar tenía que haber sido un jardín antes, desde finales de los años ochenta, explica la concejala de Parques y Jardines, Pilar Soriano. De hecho, existieron propuestas sobre la mesa. Una de ellas, además, firme. A principios del milenio diferentes mercantiles, entre ellas RS e Hijos, presentaron un Programa de Actuación Integrada delimitando una Unidad de Ejecución para una zona próxima. Esta mercantil propuso en su alternativa técnica ceder gratuitamente y ajardinar el solar destinado a zona verde por el PGOU en la calle Ruben Darío frente a la mezquita. Daban un jardín gratis. Daban este jardín gratis.
Finalmente, el Ayuntamiento rechazó la propuesta y anuló la Unidad de ejecución, y con ello renunció al jardín gratuito. Tras ello se tramitó un expediente de expropiación a solicitud de los propietarios. Fue el año pasado cuando se supo cuánto tenía que pagar el Ayuntamiento por la expropiación: la minuta ascendió a 4,5 millones de euros, otro desembolso millonario que unir a la sangría que han supuesto las expropiaciones esta legislatura. Y, encima, València se quedó sin jardín frente a la Mezquita.
El jardín como tal realmente no supondrá un gasto elevado. El proyecto que fue elegido en los presupuestos participativos se prevé que tenga un coste levemente inferior a los 200.000 euros. Un dinero que servirá para que, como recalcó en su momento Soriano, “el Ayuntamiento ponga punto y final a un vacío urbano, a un espacio degradado durante años”. Se cerrará así un vacío que llevaba sin cubrir desde la primigenia expansión de la ciudad, una tarea pendiente que nadie afrontó hasta ahora.
Dentro de su diseño destaca una parte dedicada a la recreación de campos de labranza. Cuando los vecinos vean el jardín, les recordará a la huerta. El proyecto pretende aportar un espacio verde de calidad en la parcela donde está ubicado, crear un paisaje con riqueza visual, y reivindicar la memoria. Para ello se ha tenido en cuenta la identidad del espacio como eje vertebral en la recuperación de este enclave.
“Después de una serie de consideraciones sobre el pasado de la zona”, explica Soriano, “si hay algo que constituye la esencia del lugar, es precisamente la huerta. Aquí ha habido huerta tanto antes como después de la vinculación de la zona a la propia ciudad de València. Y precisamente como referencia a su esencia, se ha tenido en cuenta esta realidad como punto de partida para encontrar la estructura física del jardín”.
A partir de esta premisa, en el diseño se han incorporado una serie de líneas en diagonal tanto para el paso de las personas como para recuperar esa estructura típica de la huerta. Y al tiempo, otros en la dirección de la otra diagonal con curvatura, por lo que se plantea un cruce para lograr la sectorización de los diferentes usos.
La zona destinada a la recreación de la huerta ocupará toda la parte noreste del jardín. Allí se conformarán los recintos con la creación de sendas para enmarcar, con una anchura de 90,6 centímetros al ser la medida de la tradicional de vara valenciana, y de longitud variable. En ellas se alternará arbolado de huerta para remarcar su linealidad. El parque tendrá tres accesos que conectarán inmediatamente al jardín, y todos estarán señalizados por soportes de mobiliario en forma de piezas esquineras de hormigón armado que contribuirán a delimitar el nuevo espacio. La mezquita por fin tiene jardín. Y éste, viene de la memoria.