VALÈNCIA. La covid ha supuesto un antes y un después en la concepción de la seguridad de los espacios y la importancia de contar con indicadores que alerten de la falta de seguridad en el ambiente. Para ello, la administración valenciana ha iniciado la sensorización de espacios para tener, cada vez más, un mayor control sobre 'lo invisible' que vaga por el ambiente. En este camino, la dirección general de Patrimonio de la Conselleria de Hacienda, liderada por Isabel Castelló, ha decidido instalar un sistema de control de calidad de aire interior que permita medir los niveles de CO2 en la Ciudad Administrativa 9 d'octubre, el mayor complejo de funcionarios de la Generalitat Valenciana.
La compañía que ya presta el servicio de mantenimiento, Germanía de instalaciones y Servicios SL, instalará más de 200 medidores repartidos tanto en este espacio como en el Edificio de la plaza Nápoles y Sicilia con un presupuesto máximo de 177.370 euros. La instalación de esta tecnología tiene como misión, entre otras cuestiones, evitar los contagios de covid al controlar la calidad del aire en tiempo real. La tecnología LoRaWan permite introducir, con poca instalación, sensores que midan la calidad del aire. Un marcador indica lo viciado que está el aire -mide cuestiones como las partículas de CO2, la temperatura o la humedad- y la necesidad de renovarlo.
Aunque no se mide la presencia de coronavirus en el aire concretamente, las autoridades sanitarias sí que indican que, cuanto más CO2 contiene el aire, más probabilidad de aerosoles hay. Así, una vez dispone de esos datos, el sistema los compara con la calidad del aire en el exterior Y decide si se necesita más ventilación o un aporte de aire adicional.
Todo esos datos se reciben por una red wifi de poco consumo de datos (LoRaWan) y se transmiten a un servidor que, con una base de datos específica de tratamiento de datos y un programa de software libre, lo presenta en un puesto centralizado. Si una vez puestos los sensores se ve que hace falta más aire, el sistema permite también aportar más aire a los edificios instalando los correspondientes aparatos.
En la Ciudad Administrativa se pondrán dos equipos en cada una de las zonas diáfanas de las plantas de los edificios, es decir, en las galerías donde hay más gente. Los equipos constan de sondas internas y sondas externas para comparar lo cargado que está el aire. Además de la instalación, en el contrato se incluyen las pruebas, la configuración del sistema y de los programas de presentación con creación de cuadros de mandos, la garantía, el soporte y mantenimiento durante 2 años.
Este tipo de sensores, enmarcado en la tecnología IoT -Internet of Things-, sigue el camino de tener un edificio cada vez más controlado y que pueda ir camino de ser más eficiente. Cabe recordar que, para la prevención de contagios covid, Patrimonio ya instaló 22 cámaras térmicas de larga distancia y 2 cámaras de corta distancia para repartir entre los accesos y que se colocaron entre las puertas y los diferentes tornos. También lectores de geometría de mano, lectores de huella digital y monitores y terminales de control horario, entre otras cuestiones se instalaron el pasado junio.
Además, Patrimonio también está preparando un diálogo competitivo para que las empresas puedan presentar propuestas viables para solucionar los problemas estructurales del complejo a nivel energético. El calor concentrado en las cuatro torres que componen el recinto de la antigua cárcel acumulan un calor que acaba por ser ineficiente. A ésto se suma el alto coste del recambio de las lamas, que asciende a más de 1.000 euros cada vez que una sufre algún desperfecto.
En este sentido, desde la dirección general quieren aprovechar las fachadas para la captación de energía solar que abastezca energéticamente al espacio. En todo caso, desde el Consell consideran que este edificio deberían tener un carácter ejemplarizante y tener una infraestructura fotovoltaica que permita un mantenimiento sostenible y aproveche las superficies.