VALÈNCIA. “Yo he tirado más tierra”, se quejó la concejala de Parques y Jardines, Pilar Soriano. El alcalde, Joan Ribó, sonrío pero no le replicó. Juntos, dejaron las palas y posaron para la foto flanqueando el roble valenciano que acababan de plantar en los jardines de Viveros. Con ese sencillo acto concluía las presentación de las cinco rutas Arbres Monumentals i Singulars de la Ciutat de València, un proyecto impulsado por el Ayuntamiento de València para poner en valor el patrimonio arbóreo, para empoderar a los árboles.
La ciudad de València cuenta con 508 ejemplares de árboles monumentales y singulares, algunos de ellos de gran valor histórico. 338 gozan de protección genérica y 169 son árboles singulares de interés local. Varios de ellos son los protagonistas de estas rutas creadas para conocerlos y apreciarlos, y que este martes presentó en los Jardines del Real el alcalde acompañado por Soriano.
Fruto de la colaboración entre las concejalías de Parques y Jardines y Energías Renovables y Cambio climático, las rutas han sido documentadas con la participación del Observatori Municipal de l’Arbre. Juntas conforman una guía diferente que ayuda a descubrir València a través de sus árboles, desde los que tienen más de 400 años de vida hasta los llegados de lugares exóticos, pasando por los singulares o los monumentales.
“Cuando el Govern de la Nau se puso en marcha dijimos que uno de nuestros objetivos era llenar de contenido lo que tenemos, de muchas cosas que hay en la ciudad pero no que no usamos ni disfrutamos lo suficiente”, comentó Ribó. “Tenemos muchos parques, muchos árboles, pero a veces no los conocemos ni los utilizamos, y lo que planteamos hoy es eso: dar a conocer nuestra ciudad, plantear actividades culturales y medioambientales a partir de unos árboles que tal vez no conocemos ni valoramos lo suficientes”, añadió.
Por su parte, durante la presentación Soriano reivindicó la tarea del Observatorio Municipal del Árbol y su gran fondo histórico donde se atesoran todos los datos técnicos del patrimonio arbóreo de nuestra ciudad. “Lo que queremos”, explicó Soriano, “es traducirlo a un lenguaje sencillo, de manera que la ciudadanía sea consciente de cuál es la importancia de nuestro patrimonio arbóreo desde el punto de vista botánico e histórico, ya que son parte de nuestra ciudad, y además acentuar la gran importancia de lo que supone la vegetación en la lucha contra el cambio climático”.
Testigos de la Historia, La vuelta al mundo, Un viaje por el Mediterráneo, Más allá de los mares y Un paseo por la Alameda, son los nombres que tienen los cinco recorridos, desgranados por José Vicent Casañs, y que toman como referencia espacios como la antigua muralla, los jardines de Viveros, el parque de la Rambleta, la Alameda o los jardines de Ayora.
Testigos de la Historia. A partir del trazado de la muralla medieval, con parada en el Parque de la Cultura (junto a la Biblioteca Municipal y el Colegio del Arte Mayor de la Seda), los Jardines de la Glorieta y el Parterre, y el Museo Benlliure, el caminante se puede encontrar con una encina de más de 200 años en la Glorieta, un eucalipto rojo de 29 metros de altura en el Puente de la Trinidad, un ciprés de Cachemira procedente de Bután, una higuera australiana con una copa de 40 metros, y, cómo no, moreras.
La vuelta al mundo. Los jardines de Viveros, donde se ubicaba el antiguo Palacio Real, es el escenario único elegido para recorrer el mundo a través de sus árboles. Las palmeras californianas y mexicanas de la entrada del recinto por el río se citan con robles australianos, pinos canarios, cóculos de Asia, Laurel de la India y un ginkgo, un fósil viviente de unos 250 millones de antigüedad, originario de China, convertido hoy en símbolo de la esperanza y Embajador de la Paz porque un ejemplar de esta especie ubicado a un kilómetro de Hiroshima destruido por la bomba, empezó a brotar de nuevo un año después de la explosión.
Un viaje por el Mediterráneo. El entorno del Parque de la Rambleta da pie a una ruta por el mare nóstrum. La propuesta incluye palmeras de dátiles procedentes del norte de África, cipreses, olivos de origen griego, los autóctonos carrasca y algarrobos, pasando por cedros del Líbano, olmos… Con un protagonista especial: el olivo de la Rambleta; con sus 400 años de antigüedad, está considerado el ejemplar más antiguo de las cinco rutas.
Más allá de los mares. Subtitulada Los indianos, la cuarta ruta toma como eje el espacio que va de los jardines de Ayora hasta las Antiguas Atarazanas, centrándose en estos dos espacios. La mayoría de los árboles reseñados se encuentran en los jardines de Ayora. Entre los ejemplares que se resaltan se hallan el ombú (también conocido por ser el árbol patrio de los argentinos), la casuarina australiana, auracarias sudamericanas o palmeras californianas.
Un paseo por la Alameda. Pese a lo que su nombre indica, la quinta ruta no se limita a la Alameda sino que también incluye la avenida Blasco Ibáñez y el jardín de Monforte. En éste jardín se encuentra el que probablemente sea el gingko más popular de la ciudad, así como el árbol más viejo de esta ruta: un olivo de 300 años de existencia. Junto a estos ejemplares, jacarandas, cedros del Atlas, naranjos de Luisiana, cafeteros de Kentucky, encinas o árboles del caucho, repartidos por los tres espacios.