VALÈNCIA. Verde de la aceituna Changlot Real o de las variedades de uva Merseguera, Macabeo o Sauvignon Blanc que dan vida al espumoso de su término municipal, Requena, el más extenso de la provincia de Valencia, con 800 kilómetros cuadrados. Rocío Cortés optó ayer por un vestido verde en su presentación ante los medios como candidata del Partido Popular, que aglutina la mayoría de votos, a la presidencia de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP).
No prefirió en este caso su amarillo fetiche, el color que simboliza la cercanía, que utiliza en actos significativos en su población y que convirtió en la pasada campaña electoral en marca propia y personal, un aspecto que cuida y mucho. Con una chaqueta amarilla presentó su pacto de gobierno con el Partido de Requena y Aldeas (PRyA). Aunque, bien matizado, el verde resulta de la mezcla de amarillo y negro.
O una derivación, como las muchas que atesora el carácter polifacético de la alcaldesa de Requena, municipio paradigmático de la Valencia de interior. Igual ejerce de docente en las dos universidades públicas de la capital que de mantenedora de la Fiesta de la Vendimia, recibe premios como mujer emprendedora o impulsa la cultura y el arte desde la empresa que fundó.
Posiblemente esta última faceta le venga de familia. Y más en concreto de su madre, la poetisa María Dolores Grao. Aunque en breve tendrá que imitar a su padre, el transportista Pepe Cortés, en recorrer kilómetros para cubrir las tareas que comportará su cargo.
Antes demostró su capacidad resolutiva como forjadora de pactos. El 8 de junio, diez días antes del pleno de investidura, presentó el acuerdo con el Partido de Requena y Aldeas que le otorgaba la alcaldía. De no haberlo logrado hubiera gobernado el anterior primer edil, el socialista Mario Sánchez, en minoría.
Como señalaron tanto Cortés como Joaquín González, líder del PRyA, el programa de ambas formaciones coincide en "un 90%". A ello, como factor reseñable, se suma la amistad personal entre ella y el político que se postula como portavoz de las 25 pedanías o aldeas, que siembra desde hace décadas.
Rocío Cortés forma parte, además, del selecto quinteto de alcaldesas del PP en la provincia que gobiernan municipios que superan por escaso margen los 20.000 habitantes. Lo hace junto a la diputada provincial y máxima munícipe de Puçol, Paz Carceller; la parlamentaria autonómica y alcaldesa de Xirivella, Paqui Bartual; la primera edil de Carcaixent, Carolina Almiñana; y la de Bétera, Elia Verdevío. Esta última igualmente podría haber sido acreedora al cargo de presidenta de la FVMP. Como en el caso de Cortés, gobierna en coalición con un partido local.
No obstante, la designación ha recaído en la alcaldesa de Requena. Con su nombramiento convierte a la capital del espacio vitivinícola denominado Tierra del Vino valenciano en la única ciudad autonómica que ha aportado dos presidentas a la FVMP. La anterior, entre 1999 y 2003, fue Emma Iranzo, con un perfil pujante similar hace dos décadas y que pasó sin dejar una estela demasiado luminosa por el cargo. Al igual que numerosos de sus antecesores y sucesores.
Entran siempre con el objetivo aparente de dar más lustre a esta entidad, pero acaban considerándola como un organismo de segunda actividad en su agenda tras la municipal. Y la distancia kilométrica los aleja progresivamente del día a día de la FVMP.
Cortés dispondrá ahora de la oportunidad de revertir esa anquilosada tendencia y propiciar un giro en el organismo como el que ha experimentado su propia vida. Ha pasado de dedicarse a sus múltiples tareas profesionales privadas a ser alcaldesa de su municipio -del que se siente tan orgullosa cuando dice "soy de Requena"- y ' alcaldesa' de todos los de la Comunidad Valenciana, valor simbólico que conlleva la presidencia de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias.