VALÈNCIA (EFE/Jordi Ferrer). La Conselleria de Justicia tiene previsto iniciar el próximo verano las obras de rehabilitación de la sede del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, un edificio iniciado en 1758 por orden de Carlos III que fue reconvertido en sede judicial en 1914.
Esta señorial edificación, situada en el inicio de la calle Colón, junto a la Porta de la Mar, la Glorieta y el Parterre (plaza de Alfonso el Magnánimo), se destinó originalmente a almacén y oficinas desde donde se canalizaba el comercio procedente del Puerto de Valencia, situado a poco más de tres kilómetros.
A partir de 1828 se transformó en fábrica de tabacos y en 1914 se adaptó el inmueble para convertirse en sede judicial.
El deficiente estado de sus instalaciones propiciaron en verano de 2019 el traslado de la actividad y las cerca de 500 personas que trabajan en él a un edificio de oficinas de la calle Historiador Chabás, a la espera de que concluya la rehabilitación, previsiblemente en el segundo trimestre de 2025.
Hace años que el estado del edificio complicaba el trabajo de los funcionarios, con escaleras en las que se había perdido el hormigón y dejaban ver la armadura metálica, aseos inutilizados por desprendimiento de techos, ventanas de madera que ya no cerraban, serias dificultades para climatizar las dependencias de trabajo y una instalación eléctrica e iluminación muy deficiente, entre otros problemas.
Con la rehabilitación del edificio, en la que se prevé invertir más de 28 millones de euros, se actuará sobre más de 9.000 metros cuadrados que se destinarán a Presidencia, una Sala de lo Civil y Penal, Sala de lo Social, Sala de lo Contencioso-Administrativo, Fiscalía y otros espacios de uso común y de representación de operadores jurídicos.
También se pretende dar lustre al conjunto escultórico que alberga, obra de Ignacio Vergara, el mismo autor de la singular portada del Palacio del Marqués de Dos Aguas, sede del Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias ubicado a unos 650 metros del TSJCV.
En octubre de 2020 se llevaron a cabo las primeras catas, que permitieron reconocer distribuciones y falsos techos pertenecientes a la época de la remodelación del edificio llevada a cabo por Vicente Rodríguez a principios del siglo XX para trasformar la fábrica de tabacos en sede de la Audiencia.
Se identificaron entonces techos de vigas de madera y revoltones pintados pertenecientes a la época original del edificio construido por Felipe Rubio en la segunda mitad del siglo XVIII, los forjados de madera y revoltones de planta segunda que sustituyeron los quemados en un incendio a finales del siglo XIX, así como forjados de viguetas de hormigón y bovedillas asociados a las actuaciones de Camilo Grau, en mitad de siglo XX.
La intervención ha permitido reconocer y valorar con mayor detalle las estructuras de madera, los muros, algunos problemas de pudrición en las cabezas empotradas de las vigas, la transformación interior de algunos huecos de paso, así como la adaptación y adecuación de algunos huecos de fachada a la arquitectura interior incorporada a lo largo del siglo XX.
Mediante el futuro proceso de rehabilitación se pretende recuperar el volumen original del palacio, eliminando elementos añadidos impropios y sin valor histórico o arquitectónico, y dar valor a los elementos más importantes, como son el patio interior, las escaleras, bóvedas, salones y adornos.
También se prevé una consolidación estructural, intervenciones en las cubiertas y la mejora de su aislamiento, así como la renovación integral de las instalaciones de climatización y ventilación mediante un sistema de geotermia: será el primer edificio público con un sistema de estas características, ya que no es posible la instalación de placas solares en los tejados por la protección patrimonial de la que disfruta el inmueble.
En todo este proceso, el TSJCV perderá uno de sus elementos más singulares y controvertidos, como es la vivienda a la que tenía derecho el presidente o presidenta del alto tribunal valenciano, un piso de unos 300 metros cuadrados, con capilla incluida, que está deshabitado desde que lo abandonase en 2010 Juan Luis de la Rúa, el predecesor de Pilar de la Oliva, actual presidenta del TSJCV.