VALÈNCIA. Es otro de los muchos efectos colaterales del coronavirus. Tras el estallido de la pandemia y en medio de las duras restricciones, muchas parejas aplazaron sus planes de boda y el número de nuevos matrimonios se desplomó en la Comunitat Valenciana. Ahora, el Instituto Nacional de Estadística (INE) pone cifras a una caída que, en la primera mitad de 2020, redujo a 3.505 los enlaces firmados en territorio valenciano. Es el dato más bajo para un primer semestre al menos desde 1975, y sus consecuencias afectan de lleno a las empresas vinculadas a estas celebraciones.
“Estamos al 33 % de las ventas respecto a 2019 y los salarios, los pagos a la Seguridad Social y los impuestos generan una deuda enorme”, asegura Rosa Bosch, representante de la Asociación de Empresarios de Salones de Bodas y Convenciones de la Comunitat (Aesava) y titular del Salón San Patricio de Alginet. Según explica, los altos costes de mantenimiento y el contexto de parálisis ponen “a más del 60 % de las empresas del sector en riesgo de desaparecer”. En su caso, la factura mensual oscila entre los 30.000 y los 40.000 euros.
El hundimiento en el número de bodas se refleja a partir de marzo y se agudiza en los meses de abril y mayo, marcados por el confinamiento domiciliario de la población. De hecho, en abril apenas se contabilizaron 50 nuevos matrimonios por los 1.265 que se registraron en 2019, mientras que en mayo, un mes tradicionalmente bueno para los enlaces nupciales, se firmaron 174 actas matrimoniales por las 1.879 del año anterior. Una situación que, pese a remontar en junio con la llegada de la ‘nueva normalidad’, echó por tierra el arranque de un ejercicio en el que los matrimonios crecían un 16 %.
Además, y debido a las restricciones, muchos de esos matrimonios no se transforman después en eventos con invitados. “Las parejas están firmando el acta pero no programan una celebración. Lo máximo que hemos llegado a organizar en este tiempo son comidas de alrededor de cinco personas”, confirma Bosch, quien mantiene que la mayoría de los clientes posponen sus planes “porque quieren un evento que recordar al que asistan sus familiares y amigos”.
Es por ello que muchos de los ‘sí quiero’ de 2020 quedaron aplazados hasta 2021, un año en el que, ante la eclosión de una tercera ola de récord en territorio valenciano, ya se han producido las primeras cancelaciones. “En este primer trimestre y en parte del segundo ya nos han pospuesto celebraciones. Nos dicen de reservar la misma fecha pero en 2022”, asevera Bosch. También aquellas parejas que tienen previsto dar el paso a partir de junio “solicitan otro día varios meses más tarde, por si no pudieran casarse en verano”.
Del mismo modo, el presidente de la Asociación de Diseñadores de Moda de la Comunidad Valenciana (Dismova) y propietario de una marca de trajes de boda, Miquel Suay, reconoce que la actividad aún no remonta. “Las parejas no quieren celebrar en estas condiciones. Es muy poca gente, alrededor de un 5 % del total, la que fuerza a que se hagan las cosas pese a las medidas contra la pandemia”, sentencia. Así, y como sostiene Bosch, las perspectivas de cara al próximo verano todavía “no son buenas”.
Por provincias, Valencia es la que más acusa ese descenso en el número de matrimonios, con casi un 60 % menos que en el primer semestre de 2019. Desde esos primeros instantes, en establecimientos como el de Suay han intentado “estar lo más receptivos posible”, pero siguen sin llegan bodas. “La gente pasa a informarse, a recoger un folleto, pero sin una fecha cerrada”, apunta. En ese contexto, reconoce que el negocio avanza “como se puede” y que, pese a contar ya con parte de la plantilla en ERTE, no se descartan más ajustes. “Lo veo muy mal, vamos a tener que reducir la estructura, porque la merma en la facturación es muy importante”, admite.
A su vez, en la provincia de Castellón la caída de los nuevos matrimonios es superior al 57 %, mientras que en Alicante no alcanza el 51 %. Esta última provincia es, de hecho, una de las que menos acusa el desplome en toda España, con una reducción solo superior a las de Las Palmas, Teruel y Zamora. Es una de las razones que explican por qué la Comunitat Valenciana no figura entre las comunidades autónomas donde más cayeron las bodas, al contrario de lo que sucede en Extremadura, Madrid y Castilla-la Mancha, donde la cifra se redujo más de un 66 %.
Esta última región, de hecho, tiene a tres provincias entre las áreas donde más se redujeron los nuevos matrimonios en los primeros seis meses de 2020, como son Toledo, Cuenca y también Ciudad Real, que acusa una caída de las actas matrimoniales que supera el 72 %. En el conjunto de la Comunitat, en cambio, la caída es del 56,4 %.
Las estadísticas del INE, basadas en los datos del Registro Civil y elaboradas en colaboración con los servicios estadísticos de las comunidades autónomas, revelan también que en ese primer semestre de 2020 solo el 4,4 %, de los matrimonios concretados en territorio valenciano, unos 154, se realizaron según la religión católica. El resto, unos 3.351 enlaces nupciales, se registraron exclusivamente por lo civil.
Como es habitual desde hace años, y según reflejan los datos del INE, en la primera mitad de 2020 se produjeron más defunciones que nacimientos, una tendencia agudizada por el impacto del coronavirus. Así, el número de decesos creció un 6,2 % entre enero y junio del año pasado, mientras que los nacimientos disminuyeron un 0,9 % en el mismo periodo. De este modo, el número de fallecidos superó a de los nacidos en 1.434 casos.
A su vez, la Comunitat Valenciana es la séptima región con menor incremento en el número de defunciones, y la sexta donde el saldo vegetativo, entendido como la diferencia entre nacimientos y defunciones, es más elevado.