Vermúdez llegó a Ruzafa hace ya unos cuantos años y colonizó una de las esquinas más visibles del barrio, entre la calle Sueca y Dènia. Con su naming dejaba claro que lo suyo era el vermut, es más, los vermuts, en plural de marcas.
En la carta, Mediterráneo. El de nuestras costas y el de mar adentro, en las Baleares. La huerta aparece con la berenjena a la llama con sobrasada de Mallorca y queso payoyo o la ensaladilla rusa. En este tiempo de andanzas, han dado con las recetas de los platos que ya son clásicos, como la croqueta de jamón o los torreznos de pulpo. Un par de platos a base de huevo y dos cositas más componen la carta habitual. Además, hay opciones de temporada, como las alcachofas, el vegetal definitivo.
Vermúdez da respuesta a esa necesidad de espacios informales, que constituyen el tejido social y gastronómico de un barrio. Lugares seguros, de referencia, con una propuesta estable y sin sorpresas. Amén de un ticket medio ajustadísimo. Porque a veces a una no le apetece la creatividad, sino el confort y ver caras conocidas en un vecindario hecho para el encuentro.