VALÈNCIA (VP). En España, quedan pocos sastres que mantengan vivo este oficio artesanal. Las cadenas de moda que ofrecen vestuario a precios más bajos, las tendencias y la desaparición de la figura del aprendiz han hecho que sean pocos los profesionales que sobrevivan en este negocio. Y sin embargo todavía existen algunos que deciden arriesgarse y montar su taller.
Como Carlos Caballero, que dejó la comodidad de un trabajo fijo como sastre titular en la sastrería de El Corte Inglés de Pintor Sorolla para perseguir su sueño: una sastrería propia, en pleno centro de València (en el edificio Condes de Buñol, en la calle Isabel la Católica). Además lo hizo a principios de marzo de 2020, a punto de decretarse el estado de alarma y el confinamiento. «Lo pensé mucho, porque me daba un poco de vértigo tratar de ir solo, pero sentía que era el momento. Lo que no esperábamos nadie es que llegara la pandemia y lo complicara todo», recuerda.
Aún así no se arredró y aprovechó el tiempo para decorar su estudio, empezar a buscar proveedores, fabricantes y a crear una cartera de clientes propia. Y poco a poco su concepto de sastrería ha ido tomando forma. En ella, Carlos Caballero se ha centrado en tres productos en los que volcar su experiencia (sastrería artesanal, trajes a medida industriales y camisería a medida industrial) y en la calidad como seña de identidad.
La sastrería artesanal el centro del negocio. «Vestir una prenda a medida artesanal es la excelencia en el vestir. Yo lo entiendo como una arquitectura textil, son todo formas, estructuras y hay que tener capacidad de orientación espacial para saber cómo acoplar cada pieza para que le quede perfecto al cliente», asegura Carlos Caballero, quien explica que detrás del precio de un traje artesanal (suele estar a partir de 1.700 euros), en primer lugar muchas horas de trabajo, entre 50 a 60 horas. «El proceso empieza con la toma de medidas, con las que se genera y se traza un patrón sobre la tela para después cortarla y poner la prenda de prueba. Tras una primera prueba se afina y se vuelve a preparar para una segunda prueba. En ella se hacen los últimos ajustes antes de coserla. Es entonces cuando hay una tercera prueba sobre la que se hacen las últimos retoques o modificaciones. El tiempo de entrega es entre uno y tres meses, dependiendo de la carga de trabajo».
Y es que si de algo entiende Carlos Caballero es de sastrería artesanal. Son veinticinco años de experiencia en este «oficio muy sacrificado y que, aunque necesita como mínimo diez años de formación, no paras de formarte nunca». Caballero empezó, como muchos en este oficio, como aprendiz. Fue en la sastrería de Silvio y Eloy, en el centro neurálgico de los trajes de ceremonia en València, la avenida del Oeste. Allí estuvo tres años y medio y adquirió mucha experiencia en trajes para novios, tejidos, corte… y también en atención al cliente.
De allí dio el salto, en 1999, a El Corte Inglés. «necesitaban un aprendiz para la sastrería y tuve la suerte de aprender de dos sastres con mucho bagaje que me enseñaron todo lo que sé». Un trabajo que compaginó con sus estudios para sacarse el título de Cortador de Sastrería en La Confianza Escuela Superior de Sastrería, «la mejor academia de formación para este oficio». 2005 fue un año clave para su trayectoria profesional. Uno de los dos maestros que tenía falleció y el otro se fue para encargarse de la sastrería de El Corte Inglés de la avenida de Francia, «y me quedé yo como titular en Pintor Sorolla hasta el año pasado». Por sus manos han pasado escritores como Mario Vargas Llosa, políticos de primera línea de la Comunitat Valenciana, futbolistas y directivos de empresas, banqueros, notarios, abogados, entre otros. «La experiencia en este oficio es clave, ya no solo a la hora de crear y confeccionar un traje, sino también para conocer qué puede sentar mejor dependiendo de la estructura del cliente y, por supuesto, para dar la mejor atención posible».
Pero Carlos Caballero era consciente que no podía solo ofrecer sastrería artesanal. Por ello decidió incluir en su catálogo la opción de trajes a medida industriales. «Yo lo entiendo como una opción muy válida para aquellos que quieran un traje de calidad y que quede muy bien, pero como está hecho industrialmente - lo fabrican en una industria portuguesa que es con la que trabajan muchos sastres españoles- es más económico, cuestan entre 650 y 850 euros en la gama de calidades habituales y sube un poco más si se eligen tejidos de sastrería artesanal».
En este caso, Caballero aunque se parte de un patrón predefinido, no puede dejar de lado su vocación de sastre y ayuda a sus clientes para que puedan personalizar el producto final, modificando los valores a medida del cliente y también a su gusto, ya que pueden elegir los tejidos, forros, botones, colores de ojales,… «Es un sistema que tienen muchos comercios, pero que en mis manos y con toda mi experiencia, es una herramienta de la que puedo sacar el máximo partido, ya que entiendo perfectamente las alteraciones que hay que hacer al patrón base para un resultado óptimo. Y si hay que hacer alguna modificación mínima al llegar la prenda, tengo a mis oficiales que con mis instrucciones la corrigen».
El tercer producto estrella de la sastrería de Carlos Caballero es la camisería a medida, donde partiendo de un modelo, que se fabrica en una empresa de Toledo «que es la más importante de España», se toman las medidas y las configuraciones corporales de la persona, se elige entre varios tipos de cuello, puños, delantero, espalda, color de los ojales, botones, hilos de costura… «para crear un patrón único y personalizado para cada cliente a un precio muy competitivo, entre 110 a 195 euros».
Todo ello apostando por la máxima calidad como seña de identidad y se puede encontrar en cada uno de los detalles de su sastrería y en la exigencia con la que construye cada traje para que quede perfecto en sus clientes. También en los tejidos, ya que no ha dudado en rodearse de las principales marcas del sector. En el caso de los tejidos para sastrería artesanal, trabaja con Scabal, Dormeuil, Loro Liana y Harrisons. «Fue un desafío conseguir que confiaran en mi y en mi proyecto y que accedieran a trabajar conmigo». Y en para camisería ocurre lo mismo, los tejidos provienen de Canclini, Thomas Mason, Albini, Albiate y Söktas, «que son los mejores para las camisas».
Y como Carlos Caballero es un sastre inquieto ya está planeando cual será su próxima aventura y está coqueteando con el tema de mujer. «Hasta ahora no me había atrevido a hacerlo, porque me había centrado en sastrería masculina y en el cuerpo de la mujer hay más desafíos arquitectónicos. Pero estoy estudiando el patronaje de mujer, me interesa, aunque de momento estoy centrado en hombre». De momento, solo lo tiene en camisería a medida para mujer, pero como dice, no descarta en un futuro atreverse con creaciones femeninas.