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Concejal del ayuntamiento de valència

Chema Bravo (Cs): "No tenemos información fiable sobre contaminación"

Foto: KIKE TABERNER
3/06/2018 - 

VALÈNCIA. La legislatura 2015-2019 está siendo agitada en el Ayuntamiento de València. A ritmo de concejal dimitido por año, tres partidos políticos, por tres motivos diferentes, han visto cambiar su composición. Primero fue el PSOE-PSPV con la marcha de Joan Calabuig. Después Jordi Peris dejó de ser portavoz de València En Comú. El último en llegar ha sido José María Chema Bravo. El nuevo concejal de Ciudadanos se ha incorporado al gobierno municipal en sustitución de Santiago Benlliure, quien presentó su renuncia el 2 de marzo. Bravo, ingeniero agrónomo, especialista en gestión medioambiental, es también ahora consejero en Emivasa, vocal del Patronato de la Fundación del Observatorio del Cambio Climático, del Consejo Municipal de Medio Ambiente, y miembro del Consejo Rector del Organismo Autónomo de Parques y Jardines y Escuela Municipal de Jardinería y Paisaje. Recién aterrizado, como quien dice, comienza a aprender por dentro los mecanismos de la política municipal.

—Usted viene del mundo universitario.

—Sí, doy clases en la Universidad Politécnica.

—En ocasiones se echa en falta más gente de la universidad en política.

—Creo que enriquecería tanto que la universidad asesore a la sociedad, hay tal potencial en la universidad española, que no aprovecharlo es un coste de oportunidad enorme. He conocido a genios, y eso no es fácil de encontrar, personas que aportan luz, visiones diferentes… Eso trasladémoslo a todos los ámbitos. Hay un problema con las aguas, con el urbanismo… La universidad toca todos los palos y te daría respuesta para todo.

—Usted es especialista en contaminación, un mal ¿inevitable? de nuestro tiempo. 

—La contaminación surge por nuestro modo de vida. Nuestra sociedad nos lleva a unas derivas que son contaminantes. La clave es conseguir un desarrollo tecnológico que respete el Medio Ambiente.

—¿Y cambiar hábitos?

—Podemos ir atrás, vivir en ámbitos locales muy cerrados donde el consumo sea muy limitado, pero eso nos llevaría a un retroceso muy importante. Hay que buscar un equilibrio. Hay ciertas cosas que con un poquito de cuidado se pueden mejorar, como por ejemplo la contaminación atmosférica.

—¿Cómo puede influir el Ayuntamiento? ¿Con las políticas de Movilidad? ¿Limitando el transporte privado?

—Es muy importante que haya una convivencia entre el transporte privado y el público. La tecnología en este caso nos está llevando hacia una situación mejor. En un plazo razonable la mayoría de los vehículos de combustión serán eléctricos o híbridos, y esto supondrá un descenso muy importante de la contaminación atmosférica.

—València, en principio, no parece estar muy contaminada.

—Tenemos un filtro sensacional que es el mar. La situación geográfica, los vientos entrando y saliendo, nos limpian la atmósfera que ya quisieran otras ciudades.

—¿Diría que las políticas municipales han ayudado a erradicar la contaminación?

—Parto de que nadie hace las cosas mal adrede. Sin duda desde el Ayuntamiento se está intentando erradicar; no tengo ninguna desconfianza en ese sentido hacia el tripartito. ¿Qué ocurre? Que cuando se toman medidas sustanciales que afectan a elementos tan sensibles como la circulación hay que tener cuidado y una planificación general. Porque la cuestión fundamental en el tema del tráfico y su incidencia en la contaminación no es si hay más o menos tráfico, sino la fluidez del mismo, que el flujo sea constante. Porque si tú haces medidas y esas medidas generan embotellamientos lo que estás haciendo es generar un problema brutal de contaminación y ruido.

—¿Qué perspectiva debería adoptarse?

—Cualquier medida que se realice debe ser planteada desde el punto de vista de que el flujo sea constante, homogéneo. A lo mejor basta sólo con menor velocidad; ¿por qué no? Soy de los que piensa que el tráfico debe tender a ser más tranquilo, y debe ser siempre constante, intentando que el flujo no se detenga. En el momento en que tú actúas de una manera menos planificada, generas embotellamientos, paradas, ruido… Lo están intentando pero creo que hay fallos en esa planificación y esos errores al final afectan en negativo al bienestar de la ciudadanía.

Foto: KIKE TABERNER

—Póngame un ejemplo de un fallo de esos que menciona.

—Esta calle [dice señalando a Colón]. Esta calle es un grave error, se ha convertido en un problema. Había alternativas. ¿El aparcamiento de motos era necesario? La intención supongo que era buena, pero no es un acierto. Los atascos aquí, en Plaza España…

—¿Y ahí qué pueden hacer ustedes?

—Bueno, mi compañero Narciso Estellés prácticamente ha asesorado al tripartito.

—¿Y tiene la sensación de que escuchan?

—La verdad es que llevo poco tiempo, apenas dos meses, pero creo que en general están demasiados centrados en sus ideas y son poco abiertos a escuchar cualquier cuestión que les saque de su planteamiento inicial. Ellos son un gobierno que tienen el modelo que quieren de ciudad y van hacia él, y en ese contexto cualquier cosa que les aportes que no esté en su modelo como que no es bien recibida.

—Y hay que escuchar.

—Eso en la universidad lo aprendes enseguida. Como allí hay tanta gente buena enseguida aprendes que tienes que escuchar mucho a todos los demás, porque todos saben más que tú.

—¿Ha podido analizar los datos de contaminación?

—Sí, aunque uno de los problemas que tenemos es que la estaciones de medición dan una visión falsa de lo que es la realidad de la ciudad. Actualmente no tenemos información fiable y yo preferiría saber si hay un problema e intentar atajarlo.

—¿Qué se precisaría para ello?

—A lo mejor no consiste en cambiar las estaciones, sino en incorporar más estaciones situadas en los puntos clave, todo tipo de zonas. Es muy importante porque así sabremos realmente la información de la contaminación en zonas sensibles como colegios, hospitales, centros de salud… Deberíamos saber qué contaminación hay tanto atmosférica como acústica. Al menos conocerlo. Si no sabemos algo tampoco podemos conocer si necesitamos actuar.

—Ese sería el primer reto en contaminación: un análisis más exhaustivo.

—Hay poca información. Es endeble. Hay asociaciones que han detectado en colegios mediciones preocupantes. No sé cómo se han hecho esas mediciones, pero habría que comprobarlo.

—València es una ciudad ruidosa.

—Estamos sometidos a unos niveles muy altos. En general es tremendo. La gente que vive en la calle Colón o Gran Vía sufre grados de contaminación sonora que afectarán a muchos aspectos de su vida. La acústica tiene una incidencia mayor de la que pensamos. Para que el nivel sonoro descienda hay dos vías: reducir el caudal o reducir la velocidad.

—De entrada parece más fácil reducir la velocidad.

—Absolutamente. Una de las formas de mejorar la ciudad es hacer que se conduzca a una menor velocidad, pero, insisto, a un flujo más constante. Eso tendría una incidencia directa tanto en la contaminación atmosférica como la sonora. Creo que es una política [de Movilidad] a la que hay que ir, tanto este tripartito, como nosotros si conseguimos el gobierno las próximas elecciones: el flujo constante.

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