MADRID. Uno de los errores más extendidos es que invertir, únicamente está reservado para unos pocos, con mucho dinero. Por esa razón, muchos terminan desistiendo, y resignándose a empobrecerse poco a poco, al perder poder adquisitivo por el efecto de la inflación. Ahorrar es necesario, pero no suficiente. El ahorro es renunciar en el presente a una cantidad de dinero, para poder disponer de ella en un futuro. Por ejemplo, una 'hucha' o una cuenta corriente. El dinero se guarda, pero no crece.
Invertir implica destinar ese dinero ahorrado a la compra de activos, con el objetivo de obtener una rentabilidad a futuro, en muchos casos incierta, que compensará no consumir en el presente. Por ejemplo, imagina que disponemos de un ahorro de 100 unidades. Si no se invierte, asumiendo que cada año haya un 2% de inflación, el año que viene, esas 100 unidades, solo podrán comprar lo equivalente a 98 unidades. Es decir, aun manteniendo las 100 unidades, con el paso del tiempo, el poder de compra irá disminuyendo. La única alternativa, para no empobrecerse con el tiempo, es invertir el dinero ahorrado.
Principios generales de la inversión
Invertir, en última instancia, es gestionar riesgos. A continuación, se detallan algunos aspectos que ningún inversor debe olvidar.
Reflexionar sobre los objetivos a satisfacer
El patrimonio es un medio para alcanzar un fin, por tanto, debe estar al servicio de los objetivos del inversor, y no a la inversa. Es mucho más importante saber que se quiere conseguir, que buscar un conjunto de 'buenas' inversiones para ganar mucho. Cuando se puede ganar mucho, se puede perder mucho. Por tanto, no siempre maximizar la rentabilidad es el único objetivo que debemos conseguir.
Es fundamental comenzar reflexionando sobre los objetivos y las necesidades a satisfacer, pues los inversores pueden tener multitud de objetivos: Comprar vivienda, imprevistos, pagar universidad, jubilación, filantropía, etc. En función de los objetivos a satisfacer, habrá que definir objetivos concretos en cada caso. Esto ayudará a descomponer un 'problema grande' (nuestra vida) en pequeños 'problemas' más sencillos (objetivos concretos).
Traducir los objetivos a parámetros de inversión
Una vez definidos los objetivos, se traducirán a parámetros de inversión. A continuación, se muestran unos ejemplos sencillos:
Instrumentos para implementar la estrategia
Para el inversor que empieza, la manera más sencilla, es a través de las inversiones financieras. Estas, cotizan en mercados organizados y ofrecen exposición a cualquier empresa del mundo o a emisiones de deuda. Existen unos vehículos, llamados fondos de inversión que facilitan el acceso a las diferentes clases de activo de manera profesional, regulada y costes razonables.
Las principales clases de activo son las siguientes:
Existen multitud de fondos de cada clase de activo, pudiendo invertir desde 10 euros, frente a las mayores inversiones necesarias para acceder a inmuebles o empresas. Además, permiten diferir el pago del impuesto, hasta que se decida vender, y ponderando la gestión de riesgos, es más sencillo diversificar, que con la compra directa de acciones y bonos.
La elección de la estrategia final dependerá de los objetivos a cubrir, importes, conocimientos y capacidades del inversor, pero, independientemente de ello, la inversión a través de una política de inversión y gestionando riesgos, no solo evitará ir empobreciéndose con el paso del tiempo, sino que permitirá ir incrementando el patrimonio.
Rafael Juan y Seva es presidente de Finletic