VALÈNCIA. Ocurrió en 1977. Así lo recuerdan el ex diputado del PP Rafael Ferraro y el ex secretario de la Junta Central Fallera Donís Martín. El primero era entonces presidente de la Falla Reino de Valencia-Duque de Calabria. El segundo al año siguiente se incorporaría a Amics del Corpus. Ese año, en plena Transición, la fiesta del Corpus Christi fue un desastre. Como se venía haciendo desde unos años antes, el Ayuntamiento había contratado a indigentes para que acompañaran la procesión. Estos formarían parte de ella como los cirialots, los que portan los cirios. El problema es que muchos de ellos se emborracharon. La que había sido durante siglos la fiesta grande (la festa grossa) de València se había convertido en un espectáculo lamentable.
Como respuesta Ferraro, junto a otros valencianistas de familias relevantes de la ciudad como José María Rey de Arteaga o el pintor Armando Serra, impulsaron lo que se conoció primero como Grup de Mecha. Su objetivo estaba claro: no se volvería a producir el mismo esperpento nunca más. Lo lograron. “Fuimos a Casa INSA en la calle Baja para vestirnos y allí nos encontramos a los indigentes”, recuerda Ferraro. Los mendigos protestaron porque esos recién llegados, esos amateurs, les iban a quitar el dinero. Y para que se callaran y no salieran, los amigos de la fiesta del Corpus les pagaron de su bolsillo 25 pesetas a cada uno, un pago que se tuvo que repetir en 1979.
Para cuando llegó la década de los ochenta ya nadie protestó. La función de los cirialots pasó a la asociación Amics del Corpus, nutrida especialmente por dos comisiones falleras, la de Reino de Valencia-Duque de Calabria y la de Maestro Serrano, que habían conseguido salvar del descrédito la celebración.
En las últimas cuatro décadas Amics del Corpus ha contribuido a revitalizar esta fiesta cuyos orígenes se hallan en 1355 y es la más antigua de la ciudad. De carácter religioso pero con enormes influencias cívicas, la procesión del Corpus y todo lo que rodea a la festividad constituye historia viva de la ciudad. Su recorrido, sus paradas, tienen gran relevancia y significado. En ella se pueden ver los restos de los gremios medievales, percibir la transcendencia que estos tuvieron en el desarrollo económico y social de València, así como hacer todo un recorrido por la iconografía civil y religiosa de la ciudad. El Corpus no es sólo una fiesta: es un patrimonio andante.
Una labor de recuperación con la que se ha volcado con decisión el Ayuntamiento. Todos los grupos del hemiciclo municipal secundaron este jueves la propuesta planteada por la concejala de Ciudadanos Amparo Picó para que la festividad del Corpus Christi sea declarada Fiesta de Interés Turístico de la Comunidad Valenciana. La moción insta a la Conselleria de Cultura y a la Agencia Valenciana de Turismo a actuar en este sentido, con el objetivo, más adelante, de lograr la consideración de Fiesta de Interés Turístico Nacional.
El concejal Félix Crespo, del grupo popular, respaldó la iniciativa de reconocimiento a una fiesta que, aseguró, “aúna todos los elementos de carácter cultural y histórico, más allá de la significación religiosa que la sustenta”. Una idea en la que coincidió el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, quien agradeció la iniciativa y recordó su apoyo decidido desde el principio a la recuperación y puesta en valor de la fiesta del Corpus como festa grossa de la ciudad junto a las Fallas. La unanimidad corrobora cuán acertados estuvieron a mediados de los setenta aquel pequeño grupo de valencianos que dieron el paso adelante y se negaron a que se siguiera contratando a borrachos.