Con la confirmación de Los del Río, el SanSan Festival de Benicàssim toma la delantera en la carrera del marketing de nombres
VALÈNCIA. La paja en el ojo ajeno sí; la viga en el propio, no. Esto es tan cuñado como identitario. Deberían otorgar la nacionalidad española en base a estas cosas y dejarse de matrimonios de conveniencia, que de esos los hay también entre españoles. Y guardemos un rayo de luz, como Madonna, al respecto: no es que el español tenga el don para discernir el mal en el prójimo y la virtud de despejar fuera del campo el que alberga en su interior, es que el español es principalmente espectador. “Siento que se dedique usted exclusivamente a ser espectador”, escribía José Ortega y Gasset al respecto de las cartas que recibía a razón de su famoso libro: "es El Espectador la conmovida apelación a un público "amigo de mirar", de lectores a quienes interesen las cosas aparte de sus consecuencias”. Algo así.
Hoy, los amigos de mirar se han convertido en los amigos de imitar. Sólo cambian dos letras; una suerte de paso 2. No es tanto ver la paja en el ojo ajeno como observarla y subir a palillo en el ojo propio. Si algo funciona, reproduzcámoslo; pero doblando el absurdo, por favor. Lo que en televisión fue Hospital Central, Los Protegidos o Vis a Vis y en cine Spanish Movie o Fuga de Cerebros, en la música hoy son Izal o Miss Caffeína. Y los festivales. No sólo en la confección de los carteles ni en el propio modelo de festival, que en España se reproduce por esporas, también en el marketing y la comunicación empleada para atraer al público consolidado, pero sobre todo tratar de captar al nuevo.
Tan inocente como María Jesús y su acordeón. No es que sea Gavrilo Princip y el asesinato del archiduque Francisco Fernando y Sofía Chotek, pero culturalmente sus consecuencias están siendo tan funestas como una guerra mundial de la música en directo. Fue el Low (por aquel entonces todavía Low Cost Festival) el que, en 2013, hizo saltar la liebre con una campaña en la que María Jesús, mito viviente de la infracultura de Benidorm, versionaba una canción de Fangoria y presentaba la nueva edición del festival. La idea de Kids Advertainment & Pinat funcionó: coló al Low en telediarios y programas matinales, e hizo viral el cartel del festival en redes sociales; en ese cartel, con Portishead, Belle & Sebastian o Lori Meyers, por supuesto no estaban María Jesús ni su acordeón.
Es un detalle importante. Sólo cuatro años después, el elemento publicitario ya se sube al escenario. Cuando el Sonorama confirmó a Raphael en 2014, tras el hype de comunicación, la tendencia fue la del asimilamiento: terminar con el vacío de significado del indie, de la música independiente, para que la propuesta pareciera coherente; es decir, primero se explotó lo exótico, luego se asimiló como natural (Raphael es indie, como Love Of Lesbian o Nacho Vegas). Lo mismo sucedió con el Dúo Dinámico en 2016. Y así se eliminó la disidencia, con gente que jamás creerías justificando lo que nunca necesita justificación: el marketing.
Artísticamente a años luz, pero partiendo siempre de la misma premisa viral, la más reciente confirmación de Los del Río para el SanSan de su primera edición en Benicàssim confirma la explotación de la boutade. España es muchas veces como el cuñado que explica los tuits del CM de la Policía, el primo al que nadie quería invitar a la boda cogiendo el micrófono. Es el síntoma más visible de una tendencia peligrosamente surrealista: cuando el gancho tiene que subirse al escenario. La maquinaria de legitimación funciona con el mismo aceite; ayer Raphael era independiente, hoy un vídeo de los totems del indie con Los del Río por la calle y el cantante de Sidonie haciendo de enlace: “aquí está la nueva generación del rock en España”. Primero el indie, luego el rock.
Es cierto, sin embargo, que la burbuja de los festivales está creciendo tanto que ya no tiene suficiente con el público que la sostenía hasta ahora. Por eso busca ampliar a un target, un público objetivo, todavía por explorar. “Es fundamental entender qué son los festivales, y quiénes asisten”, explica Alan Sartirana, CEO de la agencia Anthemic, en un artículo en CNBC, “hoy en día los organizadores están programando eventos que tienden a resultar atractivos para una audiencia más amplia, desde bandas de indie emergentes a cosas más consolidadas como Elton John y Metallica”. En la frase “Elton John y Metallica”, ¿quiénes son Los del Río?
No hay que perder de vista, sin embargo, que el modelo de negocio de festival ha evolucionado hacia la experiencia extramusical, y el de festival vacacional que representa el SanSan incide en ello; por eso existe una parte de la audiencia ya captada que acepta las reglas del juego y celebró a Los del Río. Sin embargo, hay un grupo importante de esos espectadores que no lo entendió. Una simple mirada a las redes del festival basta para conocer el impacto del anuncio: casi la mitad de los comentarios (73) en la publicación en la que se anunciaba al dúo sevillano fueron abiertamente críticos, mientras que tres decenas de ellos fueron decididamente positivos (34). Además, cualquier otra confirmación de un artista de entidad mediática similar (e incluso menor) a la de Los del Río ha concentrado más el favor de los fans: mientras el dúo que se hizo bailar ‘La Macarena’ a Hillary Clinton cosechó 253 me gusta, la publicación con el anuncio de Coque Malla alcanzó los 1.667, la de Leiva se fue hasta los 2.338, la de Kaiser Chiefs a los 1.521 y la de Yelle, inmediatamente anterior a la de los andaluces, 366.