VALÈNCIA. A un lado, las instituciones; en el medio, los comerciantes; y en el otro rincón del ring, la coordinadora de entidades vecinales de Ciutat Vella. Tres perspectivas, tres visiones sobre un mismo problema. Alejandro Magno pudo echar mano de su espada para deshacer el nudo gordiano, pero la peatonalización de la Plaza Brujas no tendrá una solución tan fácil.
Este jueves se presentaron los tres proyectos seleccionados como finalistas en el concurso de ideas convocado por la Generalitat para la regeneración urbana de uno de los corazones históricos de València, el entorno de la Plaza de Brujas, la Lonja, el Mercado Central y la Iglesia de los Santos Juanes. El espacio elegido para darlos a conocer fue la Lonja de la Seda. El alcalde Joan Ribó, junto a la consellera de Vertebración del Territorio, María José Salvador, y el concejal de Desarrollo Urbano, Vicent Sarrià, desgranaron los detalles ante una sala repleta de vecinos, comerciantes, arquitectos, urbanistas y representantes de las entidades ciudadanas.
Ribó se mostró “satisfecho” de “un trabajo técnico y científico potente con un trabajo de participación ciudadana”, dijo. “Queremos que toda la gente pueda opinar, porque la mejora del espacio público requiere del esfuerzo de todos”, añadió. Y dejó la puerta abierta a introducir cambios cuando aseguró que “hay muchos elementos para debatir, incluso ideas e intereses contrarios o diferentes”. “Nuestra función es ponerlos de acuerdo, pero no como nosotros digamos, sino como fruto de un debate”, apostilló.
Los tres proyectos seleccionados son Confluencia de los arquitectos Elissabet Quintana Seguí en UTE Quintana-Peñín; Una ciudad, una casa, del arquitecto José María Urcelay Fernández, y Doce plazas, del arquitecto Jesús Ulargui. Fue la consellera la encargada de recordar que los tres permanecerán expuestos en la lonja de la Seda hasta el próximo día 16. Igualmente expresó su confianza en que a finales de febrero se pueda adjudicar el proyecto definitivo “para que el Ayuntamiento pueda iniciar la tramitación de las obras que hagan realidad este sueño en una de las zonas más bellas de la ciudad”, dijo.
Por su parte los autores de los tres proyectos aseguraron que esperaban recibir aportaciones ciudadanas para cerrar cada una de estas ideas adecuándolas a los gustos y necesidades de los vecinos, comerciantes y visitantes. Todos ellos aseguraron en el acto que sus proyectos son iniciativas “abiertas” que “pueden cambiar e incorporar muchas cosas” todavía y apostaron, en este sentido, por “dialogar” tanto con la administración como con los ciudadanos, para “construir el espacio entre todos”.
Una apertura de miras que se prevé más que necesaria ante la tibia respuesta que recibieron los proyectos de, por ejemplo, los comerciantes del Mercado Central. En una nota remitida por los vendedores, se destacaba que “ninguno de los tres proyectos de urbanización seleccionados contempla el uso del sótano del Mercado, fundamental para su actividad, por los servicios que se ofrecen a los clientes”. Así, aunque celebraban la puesta en marcha del proceso, lamentaban que no se había tenido en cuenta que “hay que cuidar la actividad comercial” del Mercado.
Desde el Mercado recordaban los 90.000 visitantes y clientes que recibe semanalmente la que calificaron como “la mayor superficie de producto fresco de Europa”, con 15.000 metros cuadrados dedicados a servicios como aparcamiento, consigna frigorífica, cámaras, máquina de hielo, servicio a domicilio, punto limpio de residuos, aseos, etcétera. Igualmente recordaban que en el mercado hay 280 puestos, el 70 % de ellos dedicados a productos frescos. Esta actividad diaria, explicaron, genera la descarga de 48.000 kilos de fruta al día y 15.000 kilos de alimentos diversos suministrada por más de 400 vehículos.
Por todo ello, los vendedores pedían en su escrito que se garantizase el acceso al sótano del Mercado, por la rampa actual, de los vehículos de los vendedores, proveedores, clientes de consigna frigorífica… Igualmente exigían que se garantizasen zonas de carga y descarga hasta las once por todas las puertas del mercado, para facilitar la entrada de los vendedores de todas las zonas, así como de los proveedores.
Pero no se quedaban ahí. Entre sus reclamaciones incluyeron también desde paradas de bus y taxi frente a las puertas de Plaza de Brujas, Plaza del Mercado y Avenida del Oeste, “que garanticen el flujo de clientes por todas las zonas del Mercado”, hasta una zona stop&go en alguna puerta del Mercado. Cerraba su listado de peticiones la solicitud de que se plante arbolado de hoja perenne y copa media-grande, y que se eviten cítricos o las especies con profusión de flores o frutos, para garantizar un pavimento y entorno limpios.
Más duras fueron las críticas de los vecinos que lamentaban en un duro comunicado que con los actuales proyectos se transforma la Plaza de Brujas “en una placita” ya que una superficie de 5.300 metros queda reducida a 1.340 metros, según sus estimaciones. Igualmente deploraban que se primase “sobre todo su uso para transporte de grandes buses contaminantes, que tendrán su rotonda y su carril propio”, una decisión que no dudaron en calificar de “imposición” personal de Ribó.
Desde la Coordinadora hablaron de “cerrazón” por parte del Ayuntamiento. “Queremos una Ciutat Vella con menos tráfico, con buses pequeños no contaminantes y por ello queremos una Plaza de Brujas peatonal, verde y con transporte público pequeño no contaminante”. Por todo ello insistieron en reclamar minibuses eléctricos. “Nuestra propuesta es más barata, es más peatonal y menos contaminante. El Ayuntamiento, con el alcalde a la cabeza, debe explicar a los vecinos por qué rechaza una propuesta de los vecinos que cumple con todos los objetivos”, criticaban. Unas agrias valoraciones que evidencian que la solución urbanística a este espacio parece estar aún muy lejos.