VALÈNCIA. La tramitación de las licencias para el desarrollo de un proyecto en València sigue siendo un verdadero quebradero de cabeza para muchos inversores. Los dilatados tiempos de la Administración municipal no solo han provocado cuellos de botella en la salida de muchas iniciativas, sino también la renuncia de sus promotores. Bien lo sabe Alfredo Burguera, arquitecto de profesión durante más de veinte años y conocedor de la plaza valenciana quien, hastiado de este problema, ha creado junto a un grupo de profesionales y empresarios la Asociación de Afectados por los Retrasos de Licencias del Ayuntamiento de València (Aflival).
Una organización con la que pretende poner negro sobre blanco respecto a esta problemática en una ciudad que, según advierte, "tiene fama de ser la que peor tramita y gestiona las licencias en España". Una situación que, según expone, ha derivado en "mucho drama y sufrimiento" y que muchos inversores "ni siquiera se planteen" aterrizar en el 'cap i casal'.
Tras dejar en 2013 la arquitectura, que venía ejerciendo desde 1989, Burguera se dedica ahora a la consultoría y es en esas asesorías donde muchos clientes le han trasladado su malestar por el proceso de obtención de una licencia e València. Por ello, un grupo de empresarios decidió constituir Aflival. "Hemos planteado una asociación totalmente trasversal, sin color político ni asociaciones concretas, sino de la que formen parte todos aquellos que se sienten perjudicados con lo que está ocurriendo", subraya su presidente.
-¿Por qué crear una Asociación de Afectados por los Retrasos de Licencias del Ayuntamiento de València?
- Hay muchísima gente que está padeciendo y sufriendo mucho cada vez que se le ocurre poner en marcha un negocio o construir una obra de cierta envergadura. Es un drama absoluto. Esta situación está permanentemente en las conversaciones de todos los que están en el sector. No solo los que tienen un perjuicio o un interés directo, sino también de otros afectados de forma colateral. Es un problema que no solo afecta a un colectivo muy concreto, sino de manera generalizada a una València en la que todo el mundo que quiere hacer algo sufre o decide no hacerlo. Y esto no solo pasa con gente de aquí, sino con inversores de fuera que ni se plantean venir.
-El problema de las licencias es casi endémico desde hace años y ha afectado a gobiernos de diferente color político ¿Por qué deciden montarla ahora?
-Desde hace seis o siete años me dedico a la consultoría de inversiones y hay una cosa que ha cambiado. Las licencias antes también estaban funcionando muy mal. Nosotros no tenemos ningún color político y nos da exactamente igual quién esté. En la época del PP era muy complicado también, pero hoy en día hay una diferencia muy importante y es que la Generalitat Valenciana ha aprobado determinados decretos que son fundamentales para mejorar estas tramitaciones. Ellos -el Consell- han hecho los deberes con valentía sacando normativas de vivienda actualizadas, renovando la Ley de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Paisaje de la Comunitat Valenciana (LOTUP) o con la aprobación de las ECUV, pero al Ayuntamiento de València le da exactamente igual.
Por tanto, antes no teníamos armas, pero ha aparecido otra pieza en todo esto y es que la Generalitat sí que se lo está tomando en serio. De hecho, pequeños municipios están adoptando sus normativas, pero València no. Por eso llevamos siete meses reuniéndonos para tomar la decisión de montar la asociación que recoge el sentir de un montón de gente. Esto no solo afecta al que invierte, sino que también es un drama para muchos sectores que viven de esto. Si hiciéramos números veríamos el daño económico que este problema afecta a València.
-¿Y tienen alguna estimación?
-No. Lo estudiaremos y sacaremos esos números. Pero quiero insistir en que hoy en día el Ayuntamiento de València tiene los instrumentos y las armas para que esto cambie, pero no les da la gana.
-¿Por qué cree que no lo hacen?
-Es un sumatorio de cosas entre técnicos incompetentes en puestos clave; Jefaturas de Servicio sin capacidad de gestión, ni de rehacer el organigrama ni el funcionamiento de sus servicios; una Concejalía que no sabe o no quiere; y una Alcaldía que mira para otro lado. La suma de todo eso hace que sea un desastre. Pero también quiero decir que hay técnicos extraordinarios, pero no es suficiente.
-¿Qué objetivos y hoja de ruta se ha marcado Aflival para revertir esta situación?
-Lo que queremos fundamentalmente es presionar y demostrar que hay fórmulas para hacer las cosas bien, que existen, y que tienen que hacerlo por el bien de València y de todos los que vienen aquí a hacer su desarrollo profesional, con lo que eso supone de ingresos económicos sobre actuaciones que están aprobadas y regladas.
-¿Y cuáles son esas fórmulas y soluciones para hacer las cosas bien?
-En vista de que a nivel individual el Ayuntamiento no hace ni caso a nadie, ni siquiera a asociaciones propias del sector, hemos planteado una asociación totalmente trasversal, sin color político ni asociaciones concretas, sino de la que formen parte todos aquellos que se sienten perjudicados con lo que está ocurriendo. Con esta fuerza queremos exigir al consistorio, reuniéndonos con ellos y con Conselleria, para denunciar lo que está pasando y reclamar que las cosas se hagan cómo deben hacerse aplicando los decretos ley. Por tanto, el consistorio debe subirse al carro de las medidas que ha aprobado la Generalitat.
-¿Cuántas empresas y miembros integra la asociación?
-Se acaba de fundar. Surge de reuniones de hace seis meses de unas veinte personas. La constitución por razones operativas se ha hecho con cuatro personas y ahora en breve convocaremos la primera reunión formal para empezar a formalizar las adhesiones. Al final, somos valencianos, personas de la calle, más o menos vinculadas con el sector, que queremos que, igual que la gente paga impuestos, cuando una Administración tiene que atendernos lo haga y cómo se merecen.
-El problema del retraso en la concesión de licencias es generalizado en España. ¿Le consta que el consistorio valenciano es de los más lentos?
-No tengo un estudio de todas las ciudades. Si lo tuviera no tendría sentido montar la asociación así. Precisamente surge para generar recursos y empezar a sacar toda la información y los datos que nos hacen falta para que no valga una nota de prensa diciendo que han hecho 18 cosas cuando tienen 8.000 paradas y pensar que con eso se hacen las cosas bien. Solo puedo decir que la asociación hoy se crea porque en los comentarios generales fuera de València tienen a la ciudad como uno de los peores lugares para invertir por este tema.
-¿Cuál es el tiempo medio de espera para lograr una licencia en la ciudad y cuánto sería lo razonable?
-La ley dice que las licencias deben otorgarse entre dos y tres meses, según la tipología del edificio. En el departamento de licencias la asignación de un técnico solo para que vea un expediente tarde entre seis y ocho meses. Y si tiene algo de complejidad el edificio son dos años. Si. además, debe pasar por la Comisión de Patrimonio, en donde pasan cosas que no nos gustan nada, pueden ser tres o cuatro años. Incluso hay expedientes que llevan siete o nueve años por ahí danzando y posiblemente el promotor de esos negocios haya muerto o desaparecido.
-¿Y tiene alguna estimación del número de expedientes pendientes de tramitar por la Administración local valenciana?
-Dudo mucho que haya menos de unos 8.000 o 10.000 expedientes tanto de licencias de obra como de actividades. Insisto en que hay funcionarios que son fantásticos, pero son los que menos hay y son incapaces de hacer que las cosas funcionen.
-Ha comentado que no le gusta lo que ocurre en la Comisión de Patrimonio, ¿en qué sentido?
-Uno de los grandes problemas que hay para la concesión de las licencias, además de los organigramas, es que existen puestos claves por los que pasan todos los expedientes y consideramos que muchos no deberían de pasar por ahí. Pensamos que a la Comisión de Patrimonio se le otorgan y arrogan unas funciones que no le corresponden. Pero así lo tienen montado. Todo ese volumen de expedientes primero tiene que pasar por unas Jefaturas de Sección, que son auténticos cuellos de botella, y muchísimos de ellos, especialmente los que afectan al centro histórico y donde hay un Plan Especial, acaban en Patrimonio, que establece en unos criterios que muchas veces no tienen nada que ver con el planeamiento aprobado. Y ahí se monta otro cuello de botella porque a falta de unos criterios claros, los proyectos van y vuelven y así se eterniza.
-Desde el consistorio aseguran muchas veces que el trámite se demora por deficiencias en los proyectos…
-Decir eso es como decir que los arquitectos son malos y los cuatro técnicos que informan son muy buenos. Eso evidentemente no es así. Entonces, en la universidad forman mal, los criterios del Colegio de Arquitectos se forman mal y todos son muy malos y allí los cuatro por los que pasan los expedientes son muy buenos. Pues posiblemente sea todo lo contrario. El problema grave es que muchas veces ellos establecen sus propios criterios y los interpretan a su manera. Entonces te vuelves loco y se entra en una dinámica que es un bucle y un sinsentido por las cosas que se exigen.
-¿Tiene constancia de que por esta cuestión haya habido fuga de la inversión hacía otras ciudades?
-No es que haya fuga, sino que no se plantean venir. Hoy podemos tener fama de ser la ciudad que peor gestiona y tramita las licencias de España. Atiendo muchos temas y viajo mucho a Madrid y allí no quieren saber nada de València. No está en el foco porque son todo problemas.
-¿Usted tiene algún caso particular de proyectos que sigan a la espera de una licencia?
-He sido arquitecto desde el año 1989 y durante muchos años tuve una empresa de construcción. He tratado con muchos ayuntamientos y construí en toda el área metropolitana de València porque en la ciudad era un sufrimiento pedir una licencia. Los inversores particulares que había antes compraban aunque se retrasara el proceso porque los números salían, pero las compañías más importantes que invierten ahora van sobre rentabilidades. ¿Por qué no vienen aquí? Porque saben que inician una inversión, pero no tienen tiempos, no pueden traducirlo a dinero y al no poder hacerlo tampoco pueden sacar cuentas ni exponer ante sus consejos qué números son los reales y por eso deciden no venir. Yo construía por el área metropolitana y por València he hecho tres o cuatro proyectos, pero sí que veo desde hace años el sufrimiento de los que tengo a mi alrededor.
-¿Han pedido ya una reunión con el consistorio para trasladarle su malestar y plantearle soluciones?
-No. La ruta la tenemos hablada y planificada, pero queremos organizarlo en la próxima reunión.
-¿Existen en España otras organizaciones similares a Aflival?
-No lo sé. Esto ha sido decisión de un grupo.
-¿Cree que el tema de las licencias se está politizando?
-Desde el puesto en el que estoy y a la gente que represento, coincidimos en que los colores políticos nos dan exactamente igual. Hoy la Generalitat Valenciana, que tiene un determinado signo político, está trabajando bien, apostando para que las cosas salgan y sacando leyes modernas. En cambio, el Ayuntamiento, con unos colores mezclados, no está aplicando esas normas. A mi da igual quién esté. Nosotros vamos contra una institución que no funciona porque detrás de cada proyecto hay un drama familiar, personal, de amigos...Por tanto, lo que queremos es que las cosas se hagan bien.