¿Para qué sirve Compromís? ¿Qué es Compromís? Son preguntas que muchos se hacen en público y en privado. Hablando con líderes de la formación nacionalista uno tiene la sensación de que esa amalgama ideológica tiene tintes de matrimonio de conveniencia, esa pareja que se junta por intereses espurios alejados de los planteamientos que se le presupone a una unión natural. El problema que hay es que da la impresión de que ese objetivo por el que se arrejuntaron parece haberse disipado. Son ya algunos los que ven con esperanza una posible vuelta a la política de Mónica Oltra y marginan sentimentalmente a la antigua coalición. Una que tiene pinta de haber perdido su razón de ser. Hasta los propios asumen que el papel en Madrid de Joan Baldoví antes y Agueda Micó ahora podría ser más preponderante. Ciertas facciones ven con esperanza el paraguas de Oltra para refugiarse del chaparrón que los nubarrones hacen presagiar para la izquierda del PSOE.
Llueve sobre mojado, el progresismo más escorado siempre ha tenido una especial predilección en recrearse en la erótica del poder con el sadomasoquismo. La semana pasada fue un espectáculo contemplar cómo en Sumar hacían una recreación inclusiva de Gladiator II y se mataban mutuamente en la arena tras el escándalo de Iñigo Errejón. Era curioso observar con aparente decencia cómo el líder de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, lanzaba la bomba atómica de que había gente en el entorno de Yolanda Díaz que sabía del exceso de alibido del ex portavoz de Sumar. Quiero pensar que actuaba con integridad apretando el botón rojo, sin embargo, creo que le mueven más los intereses particulares que el puritanismo público; sabe que tiene una oportunidad de oro para devolver a Izquierda Unida al lugar histórico que merece. En política, y más en la izquierda, no existen estrategias de disuasión, el primero en disparar los artefactos para inmolar a sus compañeros es el que se queda en la trinchera. Bien lo sabe Errejón, que traicionó a sus padrinos políticos, y ahora ha tomado de su propia medicina. Me llama la atención que Maíllo diga que en el entorno lo sabían y haya esperado a este preciso momento para contarlo. Creo que se tenía constancia de ello desde hace años y se ha esperado a que alguien diese la orden de sacarlo. Es curioso que en el mundo de los medios politizados la prensa progresista sea la más vehemente en este asunto, no me extrañaría nada que no fuese más que un movimiento para detonar desde el PSOE lo que está a su izquierda. Este caso me recuerda a cuando Frank Underwood en House of Cards lanza a las garras de sus demonios al candidato a gobernador Peter Russo y lo ejecuta tras recrearse en sus problemas de alcoholemia y muere etílicamente. No entiendo que alguien en tratamiento por drogadicción y ninfomanía como Errejón pudiese ser portavoz de Sumar, ¿no hubo nadie que le animase a dejarlo o que forzase su marcha antes de que todo explotara? Era una ojiva nuclear esperando a ser detonada.
Dudo mucho que Sumar exista en las próximas elecciones, más teniendo en cuenta cómo se están apuñalando entre ellos. A Compromís no le va a quedar otra que replantearse su posición en el mapa político nacional, o bien se engancha al tren que muchos están esperando que pase pilotado por Mónica Oltra o da el paso de emanciparse de sus complejos provincianos y se presenta en solitario en unas elecciones generales. Queda por ver, eso sí, si existirán en 2027 para las próximas autonómicas. Me da la sensación que muchos renuncian tácitamente a la causa valenciana cuando invocan a que su ex líder les acoja en una nueva siglas con perspectiva supraregional. Deberíamos preguntarnos incluso si quedará algo a la izquierda del PSOE a medio plazo. Me da la impresión de que salvo una hecatombe socialista lo único que cabe esperar es que una formación residual recoja las migajas de ese espacio; de ahí el astuto movimiento de Maíllo y de Enrique Santiago enarbolando la moralidad en el caso de Iñigo Errejón, están usando lo que queda de Sumar y su alcance para promocionar sus perfiles y el futuro de la nueva izquierda.
A Mónica Oltra le están rompiendo el partido antes de crearlo.