VALÈNCIA. La producción de Ford Almussafes se desploma hasta junio. Los constantes vaivenes en el mercado de la automoción, consecuencia de la escasez de semiconductores y la caída de la demanda, han provocado un importante recorte de vehículos en la planta valenciana. Una situación que, a su vez, ha propiciado constantes Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y paradas de la producción desde hace años, pero que se han acuciado desde el estallido de la pandemia. De hecho, desde que en marzo de 2020 la fábrica cerrara por el estado de alarma han sido casi trimestrales los ajustes laborales en sus instalaciones.
Especialmente duro está siendo este ejercicio por la falta de suministro de microchips, que está convulsionando la industria del automóvil a nivel mundial. Unos aparatos que se utilizan para garantizar el correcto funcionamiento eléctrico del vehículo y que, ante el aumento de la demanda de aparatos electrónicos, su producción escasea para la automoción. De hecho, este desabastecimiento mundial ha sido el causante de varios de los paros en la planta valenciana.
Y, el horizonte futuro se vislumbra con claroscuros. Si este año, la esperanza llegaba a motores, la planta de vehículos sigue en vilo dado que cuatro de los cinco modelos que actualmente se fabrican en Almussafes están en su ciclo final de vida y, por el momento, no hay previsiones de nuevos encargos. Y es que, a excepción del Kuga, tanto el Mondeo, el S-MAX, el Galaxy o la furgoneta Connect tienen fijado en 2024 el fin de su producción en Almussafes, lo que genera muchas incertezas en la planta.
Con todas estas derivas, en el primer semestre de este año 2021, la producción de Ford Almussafes ha registrado un importante desplome en la producción del 56,6% respecto a 2019, año previo a la pandemia, según los datos de UGT, sindicato mayoritario en la factoría. En total, en lo que va de año, se han fabricado 83.500 coches, principalmente del modelo Kuga, la 'joya de la corona' en la planta y que concentra casi la mitad del volumen total. "La crisis actual ha tenido un gran impacto en la producción y la situación es preocupante. La escasez de chips y la bajada de la demanda de coches deja una situación de incertidumbre y ansiedad", señala Carlos Faubel, presidente del Comité de Empresa.
De esta forma, en solo dos años, la multinacional ha dejado de fabricar en Almussafes 109.000 coches una drástica caída. Lo modelos más golpeados han sido el S-MAX, con 2.900 vehículos fabricados hasta junio de este año, un 76,03% menos que en 2019; el Mondeo, 6.100 (-74,7%); y el Galaxy, 2.600 unidades (-66,67).
Aunque menos pronunciado, también han registrado descensos la furgoneta Connect, con 28.750 unidades producidas hasta junio de 2021, (-53,25%); y el Kuga que ha caído el número de unidades fabricadas un 50,40% hasta los 43.150 vehículos. Se trata del último modelo de la compañía y el que mayor aceptación ha tenido en el mercado.
Unos datos que evidencian la delicada situación en la factoría que en los próximos meses está lejos de apaciguarse. Este pasado viernes UGT y dirección sellaban el nuevo ERTE en la planta, de julio hasta septiembre, que supondrá dejar de fabricar unos 26.000 coches y 30.000 motores a lo largo de los próximos tres meses.
No obstante, si se compara con el pasado 2020, la contracción en la fabricación es menor. Cabe recordar que la planta estuvo parada durante tres meses por el estado de alarma y no fue hasta mayo de ese año cuando retomó la actividad al ralentí. De esta forma, respecto a junio del pasado ejercicio, la producción disminuyó un 26,30%. En ese periodo se fabricaron 113.300 coches, la mayoría del modelo Kuga, 57.800 unidades. De hecho, este modelo aguantó bien los envites de la crisis ese año ya que solo bajó un 25,35% su fabricación frente al descenso del 45% del S-MAX.
"Es una situación muy complicada y casi imposible de remontar antes del primer trimestre del año que viene", sostiene Faubel, que considera que la actual coyuntura se prolongará en el tiempo por el desabastecimiento de semiconductores en el mercado. De hecho, este déficit de material ya ha tenido unas graves consecuencias en el mercado del automóvil mundial.
Así, entre el primer y segundo trimestre de este año se han dejado de fabricar en el mundo cerca de 2,27 millones de vehículos, mientras que en Europa el recorte ha sido de 466.000 coches durante ese periodo. Solo en España, de enero a mayo, la bajada de la producción ha sido de 232.000 unidades, lo que se traduce en una caída de la fabricación de 1.550 unidades al día, de acuerdo con las cifras del Clúster de la Automoción en la Comunitat Valenciana (AVIA).
A nivel laboral, desde que comenzó la pandemia, la planta valenciana ha aplicado un ERTE tras otro y dos ajustes de empleo que conllevarán la salida de un millar de trabajadores. En 2019, tuvo lugar un primer ERE que afectó a unos 350 empleados y en marzo de este año se anunció otro despido colectivo para 630 trabajadores, casi el 10% de la plantilla que en los últimos años se ha visto fuertemente mermada.
La desaparición del turno de noche también ha tenido su impacto en la menor actividad de la planta. Y, por el momento, no se recuperará, según lo acordado también este pasado viernes entre sindicatos y dirección. Este turno volvió en 2013 a la fábrica tras desaparecer en 2009 como consecuencia de la crisis económica. Generó unos 1.000 empleos que en tan solo dos años se han destruido. Si hace unos años la plantilla ascendía a los 9.000 trabajadores, actualmente son unos 6.500, según las cifras de UGT.
De hecho, los ajustes van a continuar en la factoría por lo menos hasta septiembre. El nuevo ERTE en Almussafes, que empezará en julio y durará hasta el 30 de septiembre, supondrá siete días de paro total en las plantas de fabricación de vehículos, 17 días de paros para las líneas de montaje de motores y 23 para líneas de Mecanizados, además de mantener la supresión del turno de noche.
Este ajuste afectará en torno a 6.121 empleados, ya sea de manera total los días de paro total, o parcialmente, con un mínimo de 1.400 diarios al no estar funcionando el turno de noche. "Los ERTE se están convirtiendo en una mala costumbre constante", lamenta Faubel, que prevé un final de año complicado por la situación a nivel mundial. De hecho, hasta que no lleguen nuevos modelos a la planta para darle viabilidad, se garantice la llegada de semiconductores y se estabilice el alza de las materias primas, Almussafes no tendrá un respiro. Y, por lo pronto, esa paz no llegará hasta el próximo año.