Amigos, Ibiza no es solo fiesta y parranda. Es una isla fascinante, con una naturaleza exuberante y una gastronomía propia para quitarse el sombrero. Nos escapamos a la Pitiusa fuera de temporada
VALÈNCIA. Muchos pensaréis, ¿qué se me ha perdido a mi en Ibiza en invierno? Y qué te voy a decir. Que te lo estás perdiendo todo. Porque visitar la isla en temporada en baja es una de las mayores delicias que pueden existir. Olvídate de aglomeraciones, de calas y playas atestadas de gente y del típico vendedor de fruta fresca o vestidos adlib, de no poder reservar en restaurantes o solo hacerlo en esos de moda en los que te clavan un riñón solo con entrar por la puerta... Ibiza muta a su verdadera esencia y es en estos meses cuando se deja ver en todo su esplendor.
La isla fluye, pero también es verdad que hay zonas específicas en las que parece que haya pasado una invasión zombie, en las que todo está cerrado a cal y canto y en las que la vida se ha detenido, pero son zonas como Playa d'En Bossa, que en verano están llenas de gente tambaleándose al salir de Ushüaia o Bora Bora, por lo que carecen de mayor interés, sea ahora o en plena temporada estival.
A Ibiza fuera de temporada se va a disfrutar de lo que llaman slow life. Te das cuenta de que otro tipo de vida es posible, alejada de atascos, contaminación y corre prisas. Es el momento perfecto para acercarte a bellezas como las Platges de Comte (Cala Conta) con su arena blanca y aguas de azul turquesa, disfrutar de un atardecer desde Cala D'Hort con la majestuosa -y mágica- Es Vedrà al fondo o hacerlo desde un punto diferente, desde la iglesia de Sant Francesc de s'Estany, viendo como el sol se funde con las preciadas salinas ibicencas. Almendros el flor, flamencos anidados en la Salinas y una primavera punto de estallar, hacen que terminemos profundamente enamorados de esta isla, tan cambiante como atractiva.
Sin lugar a dudas, uno de los puntos más importantes de la isla a nivel turístico es la gastronomía. Y no hablamos de los restaurantes que hacen la temporada y se olvidan de Ibiza el resto del año, sino de esos que permanecen al pie del cañón durante prácticamente todo el año y siguen apostando por el turismo fuera de temporada. Además de a sus restauradores, esto ha sido posible a jornadas gastronómicas como Ibiza Sabor, que este año contará con sendas ediciones, una del 5 de abril al 31 de mayo y otra, en otoño, que tendrá lugar durante el mes de octubre. Pero no queda ahí la cosa, la isla acoge el IV Foro de Gastronomía Mediterránea el próximo 15 de abril y ahora mismo, hasta el 31 de marzo, celebra la octava edición de Patrimoni Gastronòmic, que pone de manifiesto la vasta tradición culinaria con restaurantes como el mítico Ca n'Alfredo, Sa Nansa o Casa Maca.
La isla ha luchado siempre por poner de relieve su gastronomía propia. Porque sí, Ibiza tiene sus platos que solo son solo suyos y de nadie más. El bullit de peix, el arroz de matanza, la borrida de ratjada, el flaó, la grexonera o las orelletes, son a la gastronomía ibicenca, lo que una hamburguesa lo es a la cultura yankee.
Dicho lo cual, ¿dónde nos comemos la isla fuera de temporada? Muy fácil. Pasar por Sa Nansa es de obligado cumplimiento. Especializados en cocina ibicenca de mar, destacan por sus arroces, bien sea el Sa Nansa con espardenyas, sepia y gamba roja, el hit de la casa, o con platos típicos como el bullit de peix que acompañan con patata ibicenca y complementan con su arroz o fideuà, que elaboran con el caldo de cocer todos los pescados. Otro de los que está durante todo el año apostando por la isla es Re.Art.
El restaurante del catalán David Reartes, ha sabido conjugar a la perfección la materia prima ibicenca con preparaciones sorprendes, siempre respetando la temporada de cada producto. La mayoría de sus platos se sirven en formato tapas y ahora, por ejemplo, manejan platos soberbios como unas alcachofas con emulsión de garum y pan de algarroba o una tortilla de calçots y gambita hecha con huevos ecológicos. Triunfan también su ensaladilla rusa con encurtidos o el huevo de corral que rebozan con panko y acompañan con un aceite de sobrasada y un cremoso de piel de patata.
Uno de los mejores planazos de los que puedes disfrutar este marzo, es de las calçotas de Can Berri. En un pueblecito de apenas cuatro casas y una iglesia, Sant Agustí, dos domingos al mes -3 de marzo y 17 de marzo, los próximos- acontece lo que nos parece el broche perfecto a un fin de semana memorable. Por tan solo 19 euros, asistirás a una calçotada al aire libre en la que te servirán una docena de calçots por cabeza, un platazo de carne hecha en la barbacoa -longanizas, panceta, chuletas, pollo...- y terminarás con un café caleta. Todo ello amenizado por música en directo y buen rollo a raudales.
¡Ah! Vayas donde vayas, no termines una comida sin un chupito de hierbas ibicencas o con frígola, un licor de tomillo con un toque de naranja, como manda la tradición autóctona.
Y ¿dónde nos quedamos en Ibiza fuera de temporada? Un buen puñado de hoteles cierran sus puertas a finales de octubre, con el cierre de las grandes discotecas y vuelven a abrir entre finales de abril y mayo. Pero no desesperemos, porque la isla cuenta con opciones la mar de apetecibles. Si quieres quedarte en pleno centro histórico de Ibiza, elige el Gran Hotel Montesol. Reabrió sus puertas en 2016, en el que fuera el hotel más antiguo de la isla, bajo la marca Curio Collection de Hilton. El edificio está declarado como Bien de Interés Cultural y es que ha sido, durante toda sus historia, uno de los puntos claves de reunión de todo el que pasaba por Ibiza. En el café Montesol se reunía la bohemia de los años 30, década en la que comenzó el turismo en la isla. Los años 50 congregaron en su histórico café a personalidades de la talla de Oson Welles o Pink Floyd, todos ellos atraídos por el magnetismo de una isla hippie a punto de estallar de gloria. El hotel ha vuelto a la vida con 33 habitaciones rediseñadas por Lázaro Rosa-Violán, un café en pleno paseo de Vara de Rey y una terraza en la azotea. De lo que más me gustó fue la exposición de fotografía de Toni Riera, autor de la famosa fotografía de un padre -con cigarro de la risa incluido- y una niña hippies que se ha convertido en uno de los emblemas de Ibiza.
Y los desayunos, porque amigos, empezar el día con unos huevos payeses fritos y unas tostadas de sobrasa de porc negre de la isla, hace que la cosa solo pueda ir viento en popa y a toda vela.