Son manos eficientes y profesionales, pero también delicadas y primorosas. Reviven y adivinan el tiempo pasado. Cirujanos, policías, maestros artesanos y tecnológicos. EL IVC+R (Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales) ha alcanzado un notable prestigio aunque sigue siendo un desconocido
VALÈNCIA.- Esta es una visita privilegiada por nuestra historia. Es como si parásemos el tiempo, justo para recuperarlo y así conformar nuestras raíces cómo valencianos. Este viaje por los distintos laboratorios de restauración y conservación del IVC+R o Ivacor nos reconforta y muestra como es el trabajo de estos profesionales que recuperan nuestra historia. Sus manos lo dicen todo, lo hacen todo. Se trata de equipos interdisciplinares que están formados por conservadores, restauradores, historiadores, arqueólogos y físicos.
Combinan su trabajo mecánico y manual con la aplicación de las nuevas tecnologías para restaurar y conservar y así poner en valor ese legado cultural que los valencianos desconocemos. Gemma Contreras es la subdirectora del IVC+R y nos acompaña por este fascinante recorrido. Habla orgullosa de los profesionales de la casa: «Trabajamos en equipo, con ilusión y mucho cariño; incluso algunas veces se nos escapa una lágrima cuando se va una pieza que hemos conseguido recuperar».
El Instituto ha inventariado más de seiscientos yacimientos arqueológicos en la Comunitat Valenciana, especialmente neardentales, como nos cuenta el responsable de este laboratorio, Rafael Martínez Valle. Se realizan trabajos de restauración, estudio e interpretación de materiales, documentación sobre proyectos propios —excavaciones— y otros encargos. Hechas las tareas de extracción de las piezas, se les somete a un estudio fotográfico muy completo. En limpieza se encuentran ahora restos de fauna extinguida, herramientas humanas y restos óseos pertenecientes al Pleistoceno Inferior (yacimiento en Andilla y Chelva). Como nos cuenta Rafael, «en ocasiones los restos se excavan en cuevas donde el agua brechifica [cuartea] los sedimentos».
Utilizan medios mecánicos porque los químicos atacan por igual a piedra y hueso y «el láser no siempre funciona». Como base de documentación para datar las piezas se utilizan las colecciones de microfauna, aves e insectos, perfectamente clasificadas. Las nuevas tecnologías también ayudan a datar hallazgos. Por ejemplo, en Morella se ha localizado en un abrigo de una cueva (10.000 años de antigüedad) pinturas con problemas de conservación. Para restaurar los frescos y recuperar las imágenes primarias se utiliza un programa informático con distintas calidades de luz.
Mercé Fernández y María José Cordón se ocupan de la restauración y conservación de tejidos, especialmente sedas populares y también las más sofisticadas pertenecientes a nobles, comerciantes e Iglesia. El proceso requiere de analíticas (estudio fotográfico, presupuesto para realizar los trabajos, registro, o se va in situ a ver las piezas). Después se toman muestras para realizar el análisis del material. Analizado el deterioro de la obra se decide el tipo de intervención que se necesita y se empieza a restaurar. Próximamente el Instituto va a realizar una exposición en el Museo de la Cerámica con las obras que ahora están en restauración. Los tejidos están datados desde el siglo XVII al XIX.
Llama la atención la restauración sobre seda filadis. Y aquí el trabajo sí que es paciente como nos cuenta Mercé «la trama es irregular, barrada, rayada y en origen la urdimbre se tiñó y pintó simulando lenguas». Para restaurar el tejido se utilizan hilaturas de seda, algodón y fibras naturales con un cabo muy fino de varios hilos, dependiendo de la trama. Algunas telas se pueden limpiar de manera muy suave con aspiradores de vapor frío.Todo con tacto y minuciosidad. No se calcula el tiempo necesario para estos trabajos. Cuando los tejidos son metálicos, el trabajo se complica y se tarda más.
Por fortuna, en la Comunitat Valenciana la gran capacidad archivística en ayuntamientos, archivos principales, catedrales e iglesias es tan destacada que la memoria manuscrita es única desde el siglo XIII. Como curiosidad histórica, en Xàtiva el archivo está datado a partir del siglo XVI porque parte se quemó. Otra cosa son las condiciones en las que llegan textos, manuscritos y libros. Ángel Calderón dirige este departamento. Sus manos pasan con mucho mimo las hojas y páginas de los ejemplares que se restauran. Se conservan documentos sobre justicia, hacienda, lindes, herencias...
En restauración hay tres paneles de Manuel Baeza cuyo encargo se hizo para un restaurante pero acabó en un chiringuito de playa
Como en todo proceso de restauración, se realiza el diagnóstico con analíticas, consultando con los archiveros para datar los textos. En la mayor parte de los casos son pergaminos, un material muy caro y también complicado de restaurar. El proceso se inicia quitando acidez al papel y se le pone un papel fino para manipular las páginas. En este momento se restaura un manuscrito procedente de La Tinença de Culla (1508-1579), en valenciano antiguo. Se trata de Capitols dels herbatges en el que se detallan los derechos de pastos.
Patricia Real Machado trabaja con otro libro del siglo XVI que recoge las Provisiones Reales de la ciudad de Alicante. Patricia desmonta hoja a hoja el manuscrito: «En origen las tintas ferrogálicas están en mal estado porque estaba escondido en una cúpula-domo. Lo he lavado con agua y alcohol y luego le he dado un baño de sales y calcio para quitarles calcificación y dejarles una reserva alcalina; así se eliminan sales, se abre el poro y penetra el descalcificador; no se pueden meter en prensa porque se romperían y por eso hago un secado manual», explica.
El trabajo se finaliza cosiendo las páginas con hilos nuevos de algodón o cáñamo. Se devuelven los hilos originales por si alguien los quiere estudiar. Otros textos necesitan de un proceso para espesar las hojas. Se sumergen en una cubeta con agua y pulpa de papel y en apenas treinta segundos la pulpa se acumula al irse el agua y se rellenan las hojas. Una vez que el libro tiene apariencia renovada ya se puede consultar e incluso digitalizar. También se elaboran carpetas para su conservación.
La Virgen de la Almoína está en período de análisis y estudio desde hace cinco meses y «los que haga falta» dice Gemma Contreras. Se utilizan infrarrojos, rayos X, analíticas de materiales, cromatografía... El cuadro fue comprado por la Generalitat. Los estudios previos revelan que está muy intervenida y con muchos repintes. Se trata de una pieza emblemática y el tiempo no marca las decisiones para su intervención. Fany Sarrió, responsable del departamento, compara: «No se sabe el tiempo que tardaremos; es como un enfermo al que le pones el tratamiento y esperamos a ver cómo reacciona el tiempo necesario».
Rosi trabaja con una magnífica tabla de la Catedral de València. Es pareja a otra expuesta en el Museo de Bellas Artes de Castellón atribuida a Joan de Joanes (XVII). Cuenta Rosi que «la pieza está muy intervenida y con el supermicroscopio que utilizo analizo su composición; es igual que la de Castellón, mismo encuadre, posición, personajes, paisajes..., mi duda es saber si pertenece a un alumno, discípulo o al propio Joan de Joanes. La verdad es que tiene muchos secretos».
Dos restauradores de pintura y dos doradores conforman el equipo que repara una de las joyas de este laboratorio. Se trata del Retablo de Los Gozos de la Virgen comprado en 1896 por el pintor José Benlliure a un anticuario. Estaba en la casa-museo del pintor, que gestiona el Ayuntamiento de València. Sus figuras son de una calidad excepcional. Su cronología lo sitúa en el año 1500, finales del Gótico e inicios del Renacimiento. Explica Gemma que «se han realizado injertos de madera, limpieza de oro y de pintura, se ha consolidado la estructura...Vale la pena aunque está muy intervenido». En el Ayuntamiento suspiran para hacerse 'la foto' con la obra restaurada.
Y lo mismo ocurre en Alicante. Greta García restaura tres paneles de 1954 del paisajista Manuel Baeza, considerado un emblema para la ciudad. El encargo se hizo para un restaurante con dos pabellones vestuario sobre el agua. Al final, acabaron en un chiringuito en la playa sobre la arena, con los consiguientes efectos de salitre, humedad, altas temperaturas del verano y almacenaje inadecuado. Son obras pintadas sobre aglomerado fabricado en Estados Unidos. Llegaron en muy malas condiciones con grasa o barniz de barco.
Por último, Nacho y Elena se dedican a recibir las obras y piezas para restaurar. Trabajan en el almacén que registra las entradas, levantan acta y una vez realizada la restauración certifican la salida y registro de lo realizado. Las obras que llegan se disponen en «peines» y las restauradas en los «planeros».
Y la última joya. Nacho y Elena abren con sumo cuidado un cajón planero. Se trata de un capillo que acompaña a una capa pluvial de Algemesí. Está datada del siglo XVI y por lo tanto es Renacentista. Las obras han pasado por documentación, infrarrojos, láser, rayos X, reflectografía, análisis de materiales, pigmentos y procesos de limpieza e intervención, para, por último, ser almacenadas en los planeros. Han rescatado el tiempo, nuestro tiempo histórico. Patrimonio que ha sanado en sus manos eficientes y delicadas.
El IVC+R está bajo el paraguas de CulturArts, aunque debería ser integrado en la Dirección General de Cultura y Patrimonio como reconoce su responsable, Carmen Amoraga. Se estudia una transición que podría recogerse en la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos o elaborar una Ley propia. El IVC+R tiene dos sedes, una en Castellón, compartida con el equipo de restauración de la Diputación, y otra en València. Dos administraciones gobernadas por dirigentes de distinta adscripción. Aunque esto no debería dificultar su misión, parece que sí ocurre por la beligerancia de unos y otros. El que pierde es el Patrimonio de los valencianos. La idea es unificar los laboratorios de Castellón y València y disponer de un nuevo edificio. La subdirectora del Instituto, Gemma Contreras, asegura que la Dirección General está en ello: «Necesitamos un espacio específico en el que puedan trabajar de manera conjunta los distintos especialistas; no puede ser que una corona esté en un sitio y la figura correspondiente en otro». Un edificio histórico no reúne las características prácticas para esta labor. ¿Podría estar la nueva sede en el Parque Tecnológico de Paterna?
* Este artículo se publicó orignalmente en el número 30 de la revista Plaza
Los Arcos de Alpuente es considerado Yacimiento Arqueológico y declarado Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Monumento