Hoy es 14 de octubre
En apenas un año, las criptomonedas más representativas (Bitcoin, Ethereum…) se han dejado un 80% de su valor como recuerda el analista, que ofrece su visión al respecto sobre estos activos
MADRID. Elecciones a mitad de legislatura en Estados Unidos, inflación y criptodivisas han sido, sin duda, los temas estrella de la semana pasada. Y como de los dos primeros ya les contamos a través de esta ventana que nos ofrece Valencia Plaza y su grupo editorial, esta vez hemos decidido abordar el affaire de las criptodivisas. Lo hacemos después de que estos activos hayan sufrido el enésimo terremoto en un año, que ha hecho temblar sus cimientos y de paso los de muchos inversores relacionados directa o indirectamente con ellos.
En apenas un año, las criptomonedas más representativas (Bitcoin, Ethereum…) se han dejado un 80% de su valor. Muchos de ustedes se preguntarán, y con razón, ¿cuál es el problema? Muchas de las grandes tecnológicas han perdido este ejercicio porcentajes similares e incluso mayores. Cierto. Otros, los que ya me conocen de hace algún tiempo, argumentarán que no estoy nada a favor de las criptodivisas y que soy muy crítico con todo su entorno. Aquí les diré que es cierto... pero a medias...
Hace años, cuando se comenzó a hablar de la creación de estos 'medios de pago alternativos', la idea despertó mi interés, ya que podía suponer un avance importante y un espaldarazo definitivo a la revolución tecnológica que estaba llegando. Pero poco a poco cambié el interés por preocupación, cuando ví que, lo que inicialmente parecía un gran proyecto, se tornaba en una especie de gran casino al que arribaban oportunistas y especuladores sin escrúpulos.
Lo que inicialmente tenía todo el sentido del mundo desde un punto de vista técnico, financiero y matemático dejó de tenerlo cuando se pudo comprobar que se creaban todo tipo de instrumentos alrededor, que nos hacían dudar de lo que había detrás… si es que detrás, realmente, había algo.
Con el covid y los confinamientos mundiales llegaron los días de vino y rosas para estos activos y para muchos arribistas que acamparon a su alrededor. Mucha gente se hizo rica, pero todo el proceso no hacía más que recordarme la famosa burbuja especulativa de los tulipanes en los Países Bajos, que se produjo durante las primeras décadas del siglo XVII.
Todo fue bien hasta que el tiempo de la abundancia monetaria empezó a tornar a su fin. Los tipos de interés comenzaron a subir, la financiación barata desapareció y se ha podido comprobar que las criptodivisas ni eran refugio, ni eran alternativa a nada. Primero comenzaron a caer los pequeños, después los 'menos pequeños' y ahora ya vemos que también lo hacen los grandes.
Hace algunos meses ya dio un buen susto Coinbase, un market de criptodivisas que comenzó a cotizar en el Nasdaq -sobre los 430 dólares por acción y que en mayo de este año vio como sus títulos caían hasta los 40 dólares. Lo hacían tras presentar sucesivas cuentas trimestrales con muy poco soporte al que agarrarse. Entre ese descalabro y el protagonizado estos días por la plataforma FTX, otro market que se ha derrumbado en cuestión de horas, se han vivido otras situaciones. Tal vez han sido de menor volumen, pero no menos preocupantes donde se han tenido que fusionar monedas, desarrolladores y otra suerte de miembros del ecosistema cripto.
Esta vez la solidaridad no ha funcionado y los responsables de Binance -competencia a priori de FTX- han negado el pan y la sal a sus rivales, estimando que se necesitarían unos 8.000 millones de dólares -de los de 'verdad'- para salvarles, acusándoles de paso y mala praxis y de operaciones irregulares y dudosas.
¿Qué seguirá después? No me atrevo a afirmar nada, pero en las últimas horas hemos podido leer informaciones que apuntan a que el entorno criptográfico puede estarse desmoronando. Como también que las réplicas del terremoto podrían trasladarse a muchas empresas del sector tecnológico y a sectores más amplios.
Tampoco me atrevo a 'moralizar' a nadie teniendo en cuenta donde el ya dilatado número de años que llevo en el entorno de los mercados financieros, he vivido -directa e indirectamente- algún que otro 'desastre'. Dicho esto sí que me permitirán que les recuerde que sean prudentes a la hora de canalizar sus inversiones.
Antonio Castelo es analista de iBroker