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el actor publica 'A mordiscos la orquídea'

Joan Daròs: "Es esencial que todos nos veamos reflejados en la ficción"

27/09/2022 - 

VALÈNCIA. Es complejo hablar del A mordiscos la orquídea (Editorial Niños Gratis), la adictiva primera novela de Joan Daròs (València, 1986), esquivando los temidos spoilers, pues la historia se va deshojando como una margarita que desvela los claroscuros de su personaje principal, un profesor que es adoptado en un tórrido verano por una familia que lo hace sentirse, quizá por primera vez, uno más. Esta suerte de señor Ripley marca el ritmo de un texto que supone la nueva aventura de Daròs tras años sobre las tablas del teatro o frente a un cámara. El actor, que recaló en València con la obra Poder i Santedat, abre ahora una nueva puerta con A mordiscos la orquídea, que viene con un pan bajo el brazo, pues ha ganado el primer Premio Asterisco de Narrativa Queer de Niños Gratis. Será el próximo 14 de octubre cuando, de la mano de Eliseu Roig, lo presente en la librería valenciana Bangarang. 

-¿Qué hace un actor en un sitio como este?
-Yo he escrito siempre, desde que tengo memoria, lo que ocurre es que hasta hace muy poco escribía sin ningún tipo de ambición. Lo leían mis padres, algún amigo y poco más. Al llegar a Madrid empecé a trabajar también como traductor y eso me puso en contacto con el mundo editorial, al que siempre había sido ajeno. Tenía un texto por ahí un poco verde, que cogía de vez en cuando aunque con parones bastante grandes, y así llegué a la convocatoria de Niños Gratis.

-¿Por qué este texto era ‘el texto’? 
-Este texto nace de un relato corto que escribí hace diez años que tiene poco que ver con la novela. Era una comedia de acción en la que a una pareja de amigos les pasaba de todo durante 24 horas por València, un texto muy ligero. Había una imagen, sin embargo, que ha seguido en mi cabeza diez años y que fue el punto de partida del nuevo texto. Esta pareja de amigos se colaba en una fiesta que daba la mafia georgiana en una suite del hotel Westin. En esa bañera, que estaba llena de cava rosa, nadaba una tortuga. Esta imagen me marcó el camino.

-No sé si ha afectado tu labor como actor a la hora de plantear la narrativa…
-En mi cabeza esta imagen era casi como un fotograma y esto mismo enlaza con que soy actor. Encaro mucho la tarea de escribir como lo hago con el teatro o el audiovisual. Si no fuera actor escribiría de una forma muy diferente. Las dos facetas se contaminan mucho y me alegro de que sea así. Yo quería que la novela tuviera un discurso estético que tiene mucho que ver con cómo sería si la filmara alguien. Cuando estudias arte dramático y eres actor hay una cosa en la que la gente de fuera de la profesión no repara que tiene que ver con todo lo que hacemos los actores cuando no tenemos texto. También hay que contar sin palabras. Por eso creo que mi novela es tan visual, aunque parezca contradictorio. Es un camino de ida y vuelta.

-Si la novela fuera al cine no sé si has pensado en quién sería la persona idónea para dirigir la adaptación... 
-Me vienen a la cabeza diferentes nombres... y lo divertido es que creo que cada uno haría una película muy diferente con el material. Por lo delicado de la estética pienso en Carla Simón; Almodóvar también me viene a la cabeza, la novela explica una pasiones y unos hechos muy extremos que sabría dirigir muy bien; y creo que también, desde la rareza, porque a priori no le pega mucho, Carlos Vermut.

-El libro va deshojando la historia del protagonista, que podría salir de El talento de Mr.Ripley. Sin hacer spoiler, ¿qué me pueden contar de ese personaje principal que levanta pasiones?
-Es muy complicado hablar del libro sin hacer spoiler, no sé que voy a hacer en las presentaciones [ríe] Esta es la historia de un superviviente, es una persona que ha padecido violencias constantemente, estructurales y físicas. En un momento dado él decide defenderse de ella. Yo siempre pienso en él como un animal asustado, que es el más peligroso.

-El libro juega constantemente con los límites de lo moral, lo inmoral, ¿hay un juicio sobre los personajes? 
-Aquí entra en juego otra de las consecuencias de que el que escriba el libro sea actor. Cuando actúas lo primero que tienes que asumir es que interpretes a quien interpretes no lo puedes juzgar, tienes que intentar entenderle así sea el ser más despreciable del mundo. Si le juzgara no podría dedicarle tantas paginas… o lo haría pero el texto se convertiría en un panfleto. En mi caso, la cosa también va de dejarme llevar por la historia y asumir que si en algún momento estaba la tentación de juzgar al personaje no era el camino a seguir.

-En el proceso de escritura, ¿en algún momento has pensado o te ha condicionado cómo lo podría recibir el lector?
-Parto de la base de que no somos tan buenos como nos gusta decir que somos. A todos nos fascina mucho la gama de grises, el claroscuro. Pienso en Hannibal Lecter o en el personaje, en este caso real, de Andrew Cunanan [el asesino de Gianni Versace], que relata Ryan Murphy en American Crime Story. Son personajes muy oscuros pero, como espectador, llega un punto en el que te das cuenta de que vas con el malo y no lo puedes evitar.

Creo que eso tiene mucho que ver con que somos profundamente contradictorios como humanos. En ningún momento el libro pretende ser ejemplarizante. La ficción no es el lugar al que acudir para eso. El libro está escrito desde la absoluta libertad que yo entiendo debe regir la creación de ficción y confiando en que el lector sabe lo que tiene entre manos. Todo cabe en la ficción.

-El libro lleva la etiqueta de literatura 'queer', ¿cómo la habitas?
-Es curioso porque a mí me obsesiona mucho el tema de la representación. Es esencial. Hace unos días en Twitter me he sorprendido muy emocionado viendo vídeos de niñas negras viendo a la nueva Ariel. La representación va justamente de eso. Esto me hacía pensar en The Bluest Eye, de Toni Morrison, que también va de eso. Es esencial que todos nos veamos reflejados en la ficción, que es una parte importantísima de la vida. Si no estamos, no existimos. Dicho todo esto, yo aspiro a que la literatura LGTB deje de existir porque haya permeado en la literatura. Por otra parte me doy cuenta de que llevo toda la vida leyendo literatura LGTB sin ser consciente de ello.

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