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primer diálogo del ciclo Retos socioeconómicos de los cambios demográficos

Julio Pérez y Joana María Pujadas desmienten una crisis demográfica: "El envejecimiento no es carga"

20/10/2023 - 

VALÈNCIA. El ciclo de diálogos Retos socioeconómicos de los cambios demográficos que organiza la Fundació Ernest Lluch y el Ivie, comenzó este jueves con una primera sesión en la que participaron Julio Pérez, jefe del departamento de Población del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, y Joana Maria Pujadas, profesora de la UOC e investigadora principal del área de Demografía Histórica de la Universitat Autònoma de Barcelona. En este primer diálogo, titulado El futuro demográfico de la humanidad, los dos expertos coincidieron en rechazar el discurso alarmista sobre la baja natalidad en España y el peligro de la pérdida de población.

"Desde el punto de vista demográfico, lo hemos hecho bien, nuestra esperanza de vida ha pasado de los 40 años a superar los 80", destacó Joana Maria Pujadas, quien insistió en que no existe una crisis demográfica, sino que lo que tenemos que hacer es repensar el modelo de estructura generacional, porque las personas mayores de 65 años son un capital humano que puede aportar mucho valor.

La misma opinión expresó Julio Pérez para quién estamos ante una novedad histórica: "En España estamos viviendo la democratización de la supervivencia, ninguna generación hasta hace muy poco había conseguido colocar con vida a la mitad de los nacidos más allá de los quince años. El estudio de las generaciones demuestra que no solo hemos conseguido que las personas no se mueran prematuramente, sino que viven su vida en mejores condiciones y la vejez no es la misma.". El demógrafo del CSIC recalcó que el envejecimiento no tiene que verse desde un punto de vista negativo. "Los viejos no son una plaga, sino una oportunidad. Nadie habla de la labor fundamental de los pensionistas en la economía."

En demografía, cuando hay un 10% de la población mayor de 65 años ya se entiende que es una población envejecida. Sin embargo, en España hace más de cien años que estamos en esos parámetros, según los dos dialogantes, y el país se ha ido adaptando a esa transformación generacional.

Imagen de archivo. Foto: EP

La transición demográfica que ya está avanzada en España y en Europa, también se extenderá a nivel global. "El futuro de la población mundial general es de decrecimiento. Hace pocas décadas se hablaba de explosión demográfica, pero está demostrado que el crecimiento se ha ralentizado. Ahora las discusiones son solo acerca de cuándo se tocará techo, si cuando se alcancen los 9.000 o los 10.000 millones de personas". A nivel local ya hay muchas regiones que pierden población.

En España ya solo seguimos creciendo por la inmigración, según explicó Julio Pérez. "El saldo migratorio español siempre fue negativo hasta 1999, que empezó a ser positivo gracias a la inmigración. En 2007 se alcanzó un saldo positivo de más 700.000 personas. Ninguno de los países que tradicionalmente han tenido un elevado volumen de inmigración ha superado esas cifras". Para el investigador del CSIC la movilidad de las personas es lo normal, "la gente se mueve buscando oportunidades, también dentro de España, la población rural sale a buscar la prosperidad de las ciudades". Ahí es donde deberían centrarse las políticas públicas, en redistribuir las oportunidades, porque las políticas demográficas no funcionan, destacaron los dos expertos. Además, en su opinión, las políticas que han intentado modificar la demografía han sido más bien ideológicas.

 "Históricamente, algunos estados veían en la demografía una herramienta, porque pensaban en población con un sentido utilitarista. Se pensaba que se tenía el derecho a controlar la demografía y eso es imposible. No han sido las políticas las que han hecho que la demografía cambie, si no las personas", subraya.

Para los dos ponentes, el cambio demográfico se está interpretando mal, en negativo, cuando en realidad, "no hay mayor expresión del progreso que conseguir que los niños que nacen no se mueran a las dos semanas". En su reflexión, el reto no ha de ser cómo modificar la demografía, sino cómo redistribuir las oportunidades para que el bienestar de las personas sea posible en todas partes.

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