El analista de XTB aborda la problemática de los rescates bancarios tras lo sucedido en las últimas semanas con el Banco Popular en España o con varias entidades financieras en Italia de menor tamaño
MADRID. A lo largo de los últimos años hemos visto como varias entidades bancarias han sido parcial o totalmente rescatadas o intervenidas por parte de sus gobiernos. También hemos encontrado otros casos en los cuales las entidades con problemas no han corrido esa misma suerte. En cualquier caso, debemos tener claro cuáles son los pros y contras de una intervención estatal sobre una entidad bancaria.
A priori, el primer motivo por el que un banco es rescatado por un ente público es evitar que el pánico cunda sobre los ahorradores e inversores, lo que podría llegar a provocar una fuga de depósitos, llegando a agravar aún más la situación ya crítica de la entidad. En definitiva, evitar que la quiebra de un banco se extienda y que se convierta en un riesgo sistémico.
Además, no podemos olvidar -como ha sucedido en alguna ocasión- que este tipo de noticias no son bien acogidas por los clientes de dicha entidad entre los que brota el pensamiento de "si el banco quiebra perderemos nuestros ahorros". En este sentido, no debemos de olvidar que en el caso de los bancos españoles, los depósitos de los ahorradores quedan garantizados hasta 100.000 euros por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD). Por el contrario, el capital de los inversores ya sea a través de acciones o bonos tienen que atenerse a los riesgos que la propia inversión conlleva.
Por otro lado, en un sistema económico que aboga por un libre mercado en el que se debe de producir una competencia justa para todos los participantes del mismo, es razonable poner en cuestión si una entidad bancaria -que no deja de ser una empresa privada- ante una situación de crisis o riesgo de quiebra debe tener un tratamiento diferente al de cualquier otra empresa. Hasta el punto de llegar a ser 'ayudada' o 'rescatada' por un gobierno mediante ingentes inyecciones de dinero público.
Otro aspecto importante es cómo quedará configurada su dirección, ya que, bien sea total o parcialmente, pasa a estar en manos del sector público. Ergo ya no estaríamos hablando de un escenario de libre mercado, sino de un mercado donde el estado ejerce de brazo ejecutor en el control bancario. Ello nos traería aires del pasado que, precisamente se presentan contrarios a los intereses de un mercado privado y libre.
Antonio Sales es analista de XTB