VALÈNCIA. 18 meses de negociación y al final un sindicato, Comisiones Obreras, en contra. Año y medio de reuniones, de idas y venidas, y al final se ha tenido que aprobar con unos cambios en el texto de última hora, ordenados por los servicios jurídicos del Ayuntamiento, que han despertado las suspicacias de al menos otro sindicato, UGT. Todo atado y bien atado, y llegan Ciudadanos y PP y se abstienen. El cierre en falso del convenio colectivo de la EMT empaña el resultado. El logro que suponía haber acordado un texto como el que validó este lunes el consejo de administración, el que lo aprobaran los trabajadores por un estrecho margen de 68 votos, todos esos méritos pasan casi a un segundo plano.
El nuevo convenio aspiraba a ser como el Anillo Único de El señor de los Anillos: pretendía agrupar todos los convenios. Hasta la fecha en la EMT de València ocurría algo tan insólito como que estaban vigentes convenios de los años 40, a los que se podía acudir para dirimir algunas cuestiones, aunque en la práctica no se hacía. En la empresa de autobuses vivían con normas de hace 74 años; el sueño de algunos.
El nuevo convenio colectivo se suponía el del reseteo y la actualización. Algunas de sus novedades son puro sentido común. Los conductores, por ejemplo, ya no llevarán corbata obligatoriamente. Este verano podrán ir con pantalón corto o largo, camisa o polo, a elegir, de unos uniformes que saldrán a la luz en breve, tras un nuevo concurso en el que se mantienen los colores de la vestimenta.
Otras, son herencia inamovible. Así, los trabajadores seguirán recibiendo el 100% del salario cuando estén de baja, tal y como dicta una sentencia judicial. Pero también se corrige un desmán del pasado. Según explicaban fuentes de la EMT en la actualidad existen unas primas a directivos que se concedieron en su día discrecionalmente, sin atender a la realidad. Así, hay personas que reciben una bonificación por trabajar por 30 horas más al mes, cuando no lo hacen. Habrá un control exhaustivo sobre estos pluses. O, como señalaba el Ayuntamiento de València en un comunicado, con el convenio se aclara “el régimen retributivo y se resuelve la situación de los trabajadores que perciben complementos fuera de convenio como condiciones más beneficiosas”. “Estos trabajadores”, explicaban desde el consistorio, “verán congelados sus salarios hasta que alcancen los términos económicos del convenio”.
Más virtudes del nuevo convenio: se incorpora una subida para el ejercicio 2017 del 1,5% del salario base, prima fija y la prima de presencia, dentro de los límites de masa salarial establecidos en la Ley de Presupuestos. Igualmente, se establece el compromiso de subida para los ejercicios 2018 y 2019 en los términos que apruebe la Ley de Presupuestos.
El texto incluye un sistema de acceso público y de carrera profesional que cumple con los requisitos legales de igualdad, mérito y capacidad; cumple la exigencia legal de establecer un sistema de grupos profesionales en la empresa, y se mejoran las condiciones de trabajo de los conductores con la inclusión de un descanso por vuelta. Asimismo, se aprueba un nuevo sistema de vacaciones que permita un reparto igual de los periodos de disfrute, y se reconocen las categorías profesionales de aquellos trabajadores que desarrollaban tareas superiores y habían consolidado la situación.
Parafraseando al clásico, el convenio, mina de contentos, incluye un capítulo destinado a la formación, materia que ha padecido “un abandono secular en la empresa”, decían desde la EMT, y en él se recuperan los derechos perdidos con los recortes de 2012 como eran los días de convenio (+3), el subsidio por incapacidad temporal desde el primer día y la antigüedad.
La jornada se preveía relativamente satisfactoria para el concejal de Movilidad Sostenible, Giuseppe Grezzi. Incluso hubo un detalle que, a título personal, le debió agradar, como fue el regreso del concejal de Desarrollo Urbano, Vicent Sarrià, a los consejos de administración tras faltar a varios; oficialmente, siempre, por los consabidos motivos de agenda.
Hubo otro detalle llamativo y es que el PP cedió la representatividad y el voto a Ciudadanos. Cotilleos y chistes al margen, en la decisión influyeron problemas de agenda del concejal popular Alberto Mendoza y su buena sintonía, a título personal, con el concejal naranja Narciso Estellés.
Para la historia íntima de la EMT debía quedar como el Consejo de Administración de la EMT en el que se acordó llevar a la empresa al siglo XXI, con los votos a favor de los consejeros de Compromís, PSPV y València en Comú. Debía registrarse también que la oposición se abstuvo y que estuvieron presentes los cinco sindicatos de la empresa.
Pero para la intrahistoria queda el malestar del comité de empresa porque un informe del Servicio de Personal del consistorio obliga a retocar unos puntos del convenio. Malestar que se tradujo en una reunión de urgencia en la mañana del lunes del comité de empresa, con la inasistencia de dos de los cinco sindicatos.
Malestar que se puede percibir también una nota interna de UGT, emitida a última hora de la tarde de este lunes, en la que desde el sindicato explicaban que el comité, por recomendación de su abogado, había presentado a la empresa un escrito en el que se debía manifestar la desvinculación del informe de Personal con respecto al contenido del acuerdo de convenio aprobado por los trabajadores; escrito que aún no se ha firmado. Por el momento, para el comité de empresa, ha quedado sin efecto cualquier modificación.
Desde la empresa insistían en que no había ningún problema y que, lo importante, que el convenio estuviera aprobado por trabajadores y empresa, es una realidad. Pero de mar de fondo, como siempre, las suspicacias y los recelos en una empresa pública, la EMT de València, que volviendo al clásico, más que de contentos, parece mina de disgustos.