VALÈNCIA. Las matemáticas en Podemos se juegan al cubo. Antes con la mayoría de los afines al entonces secretario general, Antonio Montiel, bastaba para doblegar en el Consejo Ciudadano Valenciano (CCV) a los críticos. Ahora, después del proceso interno hay tres sensibilidades. Y el poder se encuentra más repartido. Así, en la nueva era de Podemos en la Comunitat habrá un verbo que se tendrá que conjugar mucho: pactar.
Una necesidad que surge de los resultados del Vistalegre valenciano, producido hace apenas dos semanas. La candidatura Una Marea per Aprofundir el canvi de Antonio Estañ obtenía 17 miembros en el CCV; Obrint Podem de Pilar Lima, 10; y la de Més Morat, Més Podem de Fabiola Meco, siete. Con esto, eran 35 personas -incluyendo al nuevo dirigente morado de la autonomía- las elegidas para formar parte de la nueva Ejecutiva del partido. Pero todavía más de una veintena deben ser nombradas hasta llegar a 57.
De esas 22 personas restantes, dos eran nombradas en la jornada de resaca en la que se dieron a conocer los resultados del congreso. Ambas provenían de círculos sectoriales de Educación y Migraciones. El resto debían salir, a partes iguales, de los círculos territoriales (10) y por sorteo (10).
La única novedad desde hace dos semanas, se daba este martes, cuando se elegían a dos personas de los círculos territoriales. Y, con esto, el CCV ya está compuesto por 39 personas, lo que significa que ya hay quórum para poder tomar decisiones que afecten tanto al rumbo del partido como a la estrategia, iniciativas y línea política que aplique el grupo parlamentario en Les Corts. Si bien miembros de la nueva dirección aseguran a Valencia Plaza que lo lógico es esperar a que la Ejecutiva esté conformada al completo.
Con uno secretario general ubicado antaño en el sector de los jóvenes críticos con el síndico Antonio Montiel, el cambio de portavoz en el grupo parlamentario es uno de los primeros movimientos que se esperan del nuevo CCV. Pero para hacerlo, será necesario sumar 29 apoyos de entre los 57 miembros que lo compondrán. Un relevo, sin embargo, nada sencillo: debido a la atomización dentro de la propia dirección, ninguno acumula la mayoría requerida.
Resultaría complicado que de los 18 miembros que todavía quedan por nombrar, los afines a Antonio Estañ en la nueva directiva -aquellos que consiguieron entrar bajo la candidatura de Una Marea per Aprofundir el canvi- obtuvieran 11 apoyos más. Que estos se seleccionen por sorteo y de círculos territoriales hace imposible el control, por lo que podrían salir afines tanto de Obrint Podem como de Més Morat. Es una cuestión de suerte.
Con este escenario, lo aconsejable para que los afines a Estañ consigan acometer el cambio de portavocía sin demasiadas complicaciones sería que pactasen con la candidatura de Meco, que cuenta con un grueso de diputados en Les Corts -a diferencia de Obrint Podem, que en su lista no tenía ningún diputado ni diputada-. Tal maniobra les permitiría sumar de 18 a 25. Lograr los cuatro miembros restantes necesarios para aprobar las iniciativas o debates que se lleven al CCV, sería menos complicado. No en vano, de todos los que todavía quedan por designar, se antoja difícil que los 18 fueran afines a la que fuera la candidatura de Lima y ninguno a Estañ o Meco. Es una cuestión de probabilidades.
Así, la corriente que lidera ahora Podemos y los cercanos a Montiel, tendrán que hacer aquello que no hicieron durante el proceso interno, pese a la oposición al pablismo de Obrint Podem. Esto es, pactar. La nueva clave en un Podemos con tres tonalidades moradas.