VALÈNCIA/ALICANTE. Una de las imágenes a nivel empresarial que deja la crisis sanitaria es, sin duda, el esfuerzo del sector textil español por producir material sanitario en los duros momentos de desabastecimiento. Un trabajo titánico por reconvertirse y dar una solución a uno de los principales problemas que se vivía al principio de la pandemia en España como era la falta de mascarillas y de Equipos de Protección Individual (EPI). Una forma de aportar su granito de arena y, a su vez, mantener el empleo y la maquinaria en marcha.
No obstante, la pandemia también ha provocado un duro golpe a la industria textil española que ha visto como sus ventas han caído un 14% y el empleo se ha resentido con un 6,6% menos de trabajadores. Así lo pone de manifiesto un informe sobre el estado de salud de los sectores tradicionales del textil, cuero, calzado y confección en la cuenca mediterránea, elaborado por el Instituto Tecnológico Textil (AITEX) y el Clúster catalán de la moda (MODACC), en colaboración con el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace).
El documento evidencia el duro revés que fue la crisis sanitaria para un sector que cuenta con una importante penetración en la Comunitat Valenciana. No solo su cifra de negocio se ha resentido un 14,3%, sino también las exportaciones (-19%) y todavía no se ha conseguido alcanzar niveles de consumo prepandemia. Sin embargo, la industria del cuero resistió mejor los envites de la crisis ya que ha perdido menos proveedores que el resto de sectores.
Lo cierto es que a lo largo del 2020 hubo una recuperación paulatina, pero la demanda sigue ralentizada. Entre los meses de enero y junio de 2021, el consumo de moda en España ha crecido un 23,5% respecto el mismo semestre del 2020, aunque aún se mantiene un 25,2% por debajo del 2019. Una importante parte de ese volumen es consecuencia del canal online, que no ha dejado de crecer en los últimos meses. De hecho, el documento apunta que el comercio electrónico tiene una penetración del 43,4% en la población española y es, por tanto, una necesidad el cambio en los modelos de negocio del sector de la moda para adaptarse a los nuevos hábitos de consumo.
En este sentido, el informe apunta que el sector textil cuenta con 29.000 empresas (el del calzado y cuero aporta otras 4.500) que emplean a 39.000 personas, según datos de 2020. Antes de la pandemia, el textil facturaba más de 6.000 millones de euros; la confección, cerca de 5.000 millones, y cuero y calzado otros tantos. En cuanto al beneficio de explotación del sector, superaba los 500 millones de euros; el de cuero y calzado alcanzaba los 350 millones; y el de confección, 200 millones.
Cifras todas ellas impactadas por las caídas del negocio fruto de la pandemia, que habría dejado la facturación del textil en unos 5.100 millones el año pasado. Con todo, el informe calcula que el textil por sí solo aporta el 2,8% del PIB español, y que mantiene más del 4% del empleo.
Además, como consecuencia de la crisis sanitaria, el 70% del tejido empresarial dejó a un lado su producción tradicional, centrada en el sector de la moda, para dar el salto a la salud. Pero, además, la industria textil evitó la caída de las importaciones debido a la demanda de productos saludables. Peor suerte tuvo el empleo que se contrajo un 6,6% en estos sectores, consecuencia también de la disminución de empresas en el sector, un 12% menos, en los últimos años, de acuerdo con el documento.
En cuanto al comercio exterior, las importaciones se incrementaron en 2019 principalmente de China, Italia y Turquía por sexto año consecutivo y las exportaciones principalmente a Marruecos, Francia, Italia y Portugal, cayeron por segundo año consecutivo. "Este incremento exponencial de las exportaciones del sector durante la última década demuestra la competitividad que mantiene la industria", destacan desde Aitex. No obstante, las empresas no han invertido en recursos tan importantes como nuevas tecnologías, reclutamiento o desarrollo de talento, aunque depende de los sectores.
En este sentido, las medianas empresas invierten más en desarrollo e innovación, son más conscientes de las regulaciones ambientales, sus políticas de empresa son más inclusivas, invierten más en activos como las nuevas tecnologías y contribuyen al talento del capital humano. En concreto, los firmas del cuero se diferencian del resto por tener más interés en las actividades de desarrollo de la innovación, tener una política empresarial igualitaria y contratar personal. Eso sí, en relación con la creatividad, el calzado y la confección tienen mayor interés, señala el documento.
El textil tiene importantes retos por delante en un mundo cada vez más digital. Para ganar competitividad, debe haber una giro hacia las TICs para eliminar intermedios teniendo relación directa con el consumidor final y simplificando el proceso. También, el informe apunta a la capacitación y digitalización con el fin de conseguir una disminución del tiempo de integración en la cadena productiva o el tamaño de lote y por tanto, aumentar la eficiencia, así como a la colaboración transversal entre empresas y centros tecnológicos y/o universidades.