VALÈNCIA. El descontento va in crescendo entre las calles del barrio de La Roqueta, en el distrito de Extramurs de València. El motivo: el Ayuntamiento desoye el rechazo que ha generado entre el vecindario la idea ciudadana de construir unos arcos asiáticos como icono emblemático en la entrada al llamado 'barrio chino' y seguirá adelante con la propuesta aduciendo que fue una de las ganadoras de los presupuestos participativos, el programa DecidimVLC, al recabar unos 340 votos.
No son pocos los vecinos, comerciantes y hosteleros de la zona que ya se han posicionado en contra de la idea. Lo primero que hicieron fue recabar firmas para poner en datos objetivos la oposición existente: a día de hoy, según explicaron a este diario fuentes vecinales, la cifra supera las 900 rúbricas y se encuentra en torno al millar. Una cantidad holgadamente superior, en todo caso, a las que apoyaron la propuesta en el proceso telemático de votación organizado por el consistorio, concretamente por la concejalía de Participación que dirige Elisa Valía.
Pero a la vista de que el proyecto seguirá adelante, el vecindario ha dado un paso más: se ha organizado y se muestra dispuesto a hacerse escuchar. Tal es el malestar existente que los arcos asiáticos han conseguido reactivar el tejido asociativo del barrio, donde la asociación de vecinos se encontraba en horas bajas desde hace años. De esta manera, nacerá una nueva plataforma vecinal: Salvem La Roqueta. Vecinos y comerciantes se reunieron este martes para dar a luz a la entidad cuyo principal objetivo, a día de hoy, es paralizar la colocación de los arcos de 'Chinatown', pero que pretende mantenerse viva cuando el conflicto sea historia.
Así, según explica a Valencia Plaza Olga Pradells, una de las vecinas constituyentes de Salvem La Roqueta, la intención es que la entidad batalle con fuerza contra lo que consideran una desnaturalización de la zona mientras que la asociación vecinal ya existente se va reactivando. "Necesidades hay siempre pero por ahora no había habido grandes conflictos ni movilizaciones ciudadanas. Esto ha servido para reactivar esas ganas de mejorar el barrio y de poner en valor la cultura y sabor popular olvidado durante décadas", explica la vecina.
Sobre los arcos, Pradells explica que la asociación no nace con ninguna finalidad xenófoba: "Estamos muy orgullosos de que nuestro barrio sea multicultural y que todos convivamos tan bien como lo hemos hecho hasta ahora", asegura. Pero creen en la plataforma que "un guiño hacia una cultura no puede ensombrecer" la cultura histórica del barrio. "Este es un barrio popular valenciano de toda la vida que siempre ha tenido gente con mucho arraigo", explica Pradells, "en las propias fallas eso se puede ver".
A su juicio, en La Roqueta hay "muchísima riqueza patrimonial histórica y que de hecho está protegida por el ayuntamiento", pero opina que este patrimonio "ha estado olvidado durante décadas" pese a que perfectamente podría ser "escaparate de la riqueza valenciana" por su ubicación.
Si bien no descartan poner en marcha movilizaciones y concentraciones, la primera actuación de la plataforma será entablar contactos con Compromís al objeto de mantener una reunión "en los próximos días" para mostrar el "rechazo al proyecto". Con todo, los vecinos se manifiestan abiertos a encuentros no sólo con las diferentes fuerzas políticas, sino también con el gobierno municipal y las diferentes concejalías implicadas y con el alcalde, Joan Ribó. "Creemos que antes de cualquier tipo de acción se tiene que escuchar a los vecinos afectados", incide Pradells, quien subraya que "es emblema de Compromís querer dar voz a la ciudadanía" y recuerda que la propuesta se ha realizado por "alguien que no vive en el barrio".
La oposición del Ayuntamiento de València también se ha sumado al rechazo. La portavoz del PP, María José Catalá, se reunió este martes con los vecinos y comerciantes y anunció una moción para que se paralice el proyecto "por la falta de consenso" entre vecinos y también con entidades como la Academia de San Carlos, Lo Rat Penat, la RACV y la Federación de Vecinos de Valencia.
"Con esta oposición es necesario paralizar el proyecto y no imponer una actuación en un barrio porque la falta de consenso con las personas que residen en el mismo es más que evidente, a lo que hay que añadir la opinión de entidades de reconocido prestigio que también han rechazado esta actuación", explicó Catalá, quien pidió escuchar a los vecinos "indignados ante la iniciativa de querer desvirtuar la esencia del barrio". En este sentido, Català instó al equipo de gobierno a impulsar el barrio como el centro de la pilota valenciana ya que en el corazón del barrio se encuentra el trinquete de Pelayo, "el mayor referente y corazón de nuestro deporte autóctono".
También para el portavoz de Ciudadanos, Fernando Giner, falta diálogo con los vecinos para implementar una decisión así. "Para nosotros ese tipo de acciones, como la que se quiere desarrollar en Pelayo, se deben hacer con el máximo consenso vecinal y diálogo. Y en este caso, creemos que se debe dar también la protección y el reconocimiento que merece la Pilota Valenciana", aseveró Giner, si bien subrayó que "el arco sería la bienvenida de muchos visitantes y turistas que llegan a Valencia, porque Pelayo está muy cerca de las dos grandes estaciones de tren".
Con todo, eso sí, insistió en la necesidad de mejorar los procesos participativos y anunció este lunes otra moción "para que se impulsen todos los mecanismos necesarios para dar mayor visibilidad, información y conocimiento a los proyectos participativos de DecidimVLC". "Recordemos que el último barómetro municipal reflejaba el poco conocimiento que posee la ciudadanía, un 23,8%, sobre este proyecto", sentenció.
Por su parte, el portavoz de Vox, Pepe Gosálbez, estuvo este lunes en un encuentro con los vecinos y exigió a Ribó "que escuche sus reivindicaciones". "Tenemos un problemón encima de la mesa ante la decisión del señor Ribó de imponer esos arcos chinos y de crear un ‘Chinatown’ donde no existe ‘Chinatown’", explicó el portavoz, para quien consultar al barrio "es lo primero que hay que hacer". "Pensamos que no integras más por poner el nombre de ‘Chinatown’. Aquí hay fallas con una tradición de más de 100 años y no han exigido poner su nombre al barrio", sentenció.