VALÈNCIA. Cuando el Valencia CF bajó a Segunda División, la respuesta de la afición fue aumentar el número de abonados. De los 16.230 de la temporada 1985-1986 se pasó a más de 20.000 que le reportaron al club unos ingresos superiores a los 300 millones de pesetas. Cuando el gobierno de Felipe González puso en marcha el modelo de las Sociedad Anónimas Deportivas, el Valencia CF fue uno de los pocos casos en el que los aficionados se volcaron en la compra de acciones, demostrando su implicación. Así lo admitía hace un año y medio el que fuera presidente del Consejo Superior de Deportes Javier Gómez Navarro en una conferencia, quien lo ponía como ejemplo. “Salvo clubes como el Valencia, la mayor parte de los socios no pusieron casi nada de dinero”, aseguró.
Desde hace 10 años el club está atrapado en un proyecto inmobiliario: la puesta en marcha de un nuevo estadio. Ese callejón sin salida puede haber encontrado su solución, y de nuevo ha sido gracias a los valencianos, de nacimiento o adopción. Porque ha sido el interés de varios centenares de ellos, agrupados en la cooperativa que opera bajo la mercantil ADU Mediterráneo, los que convencieron a los consultores de Deloitte, al director general del club, Mateu Alemany, al presidente, Anil Murthy, y, en último término, al máximo accionista, Peter Lim. La compra del solar de Mestalla tiene novio.
En el Valencia CF no quieren lanzar las campanas al vuelo, pero diez minutos antes de que Alemany confirmara que habían aceptado la oferta vinculante de ADU Mediterráneo, desde el club admitían que la operación inmobiliaria tenía “muy buena pinta”. Tan buena que fue suficiente para Lim. Tan buena que hace ahora más factible el sueño de trasladarse. Tan buena que hace que se vea el futuro de otra manera. Porque ahora sí hay un plan.
Un plan que se apoya, precisamente, en el interés de valencianos, quizás muchos de ellos valencianistas, por invertir en los solares del Viejo Mestalla. La operación inmobiliaria más importante de la última década, que supondrá un antes y un después en el tejido urbano de la ciudad, tiene ahora seis meses de plazo para hacerse factible. Así lo explicó Alemany quien apuntó que durante este tiempo el Valencia no podrá traspasar los terrenos.
Una vez se selle este miércoles el acuerdo entre el club y ADU Mediterráneo, esta mercantil que ha liderado en València el presidente de FECOVAL, José Luis Santa Isabel, deberá reunir al número suficiente de cooperativistas. En principio, según estimó para Valencia Plaza en su día el presidente de CONCOVI, Juan Casares, confían en que con 300 baste. Y esa cantidad prácticamente la han alcanzado ya. Hay en torno a 250 suscriptores ya registrados y todavía no habían podido comercializar el proyecto. Una vez se logre el número de cooperativistas suficientes, ADU Mediterráneo hará efectiva la compra del Viejo Mestalla.
El nuevo hito debería cerrarse antes de octubre con un contrato de compra venta privado entre el club y los cooperativistas. Será la operación de suelo más grande por volumen de transacción de la última década en València, con una superficie exacta de 97.225 m2, de los cuales 55.769 m2 serán destinados a residencial y 41.456 m2 a terciario. Los cooperativistas aspiran a construir más de 450 viviendas de lujo (la cifra que se maneja actualmente es de 485) en una zona que se convertirá en un nuevo polo neurálgico de la ciudad. El hecho de que entre sus impulsores se encuentren las mismas personas que desarrollaron una operación similar en la calle Chile, con gran éxito, ha sido otro punto a su favor, admitía Alemany.
Los cooperativistas agrupados bajo ADU parten con una ventaja que no se les ha escapado ni a los consultores de Deloitte ni al club: pueden renunciar al beneficio industrial. A diferencia de unos promotores inmobiliarios al uso, ellos serán los beneficiarios de la obra. El dinero presupuestado es directamente inversión porque les revierte en su propiedad. Este modelo de negocio es el que ha estado detrás de obras emblemáticas de la arquitectura reciente en todo el mundo, como el Turning Torso de Calatrava. No se trata de ganar dinero; se trata de construir algo que valga la pena.
Si, como se prevé, ADU Mediterráneo reúne al número suficiente de cooperativistas, podrá abonar los casi 120 millones de euros que, según algunas fuentes, ha ofrecido al Valencia CF por el solar del Viejo Mestalla. No serían los 300 millones que se dijeron en su día pero sí que le ayudarían a pagar la conclusión del nuevo estadio. “Si todo sale como queremos, estaría muy próximo a poder financiar íntegramente las obras del Nou Mestalla”, admitía Alemany. “El nivel económico nos deja satisfechos”, apuntaba antes. En las cuentas que se han hecho en el Valencia CF parten de que, cuando se haya conseguido cerrar todos los flecos de la operación y el club se tenga que mudar, la deuda con los bancos será de 115 millones “y la cifra que cobraremos por la venta será superior a esa", avanzaba.
Tal y como se están desarrollando los acontecimientos, en el club esperan ahora al resultado de las elecciones municipales de mayo para sentarse a negociar con el nuevo Ayuntamiento que surja de las urnas. Con ellos se querrá estudiar una prórroga de los plazos con una fecha en mente, la temporada 2022-2023, en la que el Valencia se trasladará a su nuevo estadio; justo cuando se cumplan 100 años de la inauguración del Viejo Mestalla. Resulta simbólico que el anuncio de lo que se prevé sea su fin se formalice en el centenario del club.
Los plazos de tiempo que se manejan para acabar Nou Mestalla son de entre 18 y 22 meses. En este caso, Alemany espera contar con el apoyo político, ya que al tratarse de un proyecto cooperativo no existe “ánimo de lucro”. “Serían 485 familias valencianas que irían ahorrando para adquirir una vivienda en esa zona”, recalcó. No una multinacional de nombre apabullante. No un magnate ahíto de millones. Sería la gente. Es una tradición en la historia del Valencia. Cuando todo va mal, cuando parece que no hay solución, aparecen.
Alemany destacó en su alocución de este martes que la oferta de ADU “es mejor porque no tiene margen promotor”. Una circunstancia que además redunda positivamente para los cooperativistas en todos los sentidos. Las cooperativas no tienen urgencias; es el poder del grupo. “Cualquier empresa promotora pretende recibir el suelo en tres años, algo que ahora es imposible. Para una cooperativa esto es una virtud. El tiempo corre a favor suyo y por eso el precio es más interesante para el Valencia", dijo.
No hay presupuesto de cuánto costará la versión definitiva del Nou Mestalla. "El coste es difícil de estimar”, se sinceraba el director general del club. Sí confirmaba que los arquitectos están trabajando en el proyecto de ejecución para presentar en meses la maqueta final de cómo quedará el estadio, y así impulsar todos los procesos administrativos. “Queremos llegar a los plazos que he marcado. Nuestra idea es que la cifra que recibiremos en su día por la cooperativa nos acercaría a lo que necesitamos para acabar las obras", insistió.
A nivel financiero, el club necesitará una financiación puente, a la que ayudaría el hecho de que dentro de tres años la deuda se habrá reducido en 42 millones de euros. El Valencia precisaría de este crédito para acabar el estadio y, cuando recibiese el dinero de los cooperativistas, el saldo final no registraría pérdidas y el club contaría “con un estadio mejor y con mayores posibilidades de explotación".
También se precisaría de una prórroga de la ATE, pero ésta es una cuestión que se da por resuelta habida cuenta la buena disposición mostrada por los políticos para solucionar este entuerto. Un atolladero en el que se entró cuando se quiso hacer del Valencia CF una máquina de generar dinero, despreciando su raigambre, y que parece que se puede solucionar cuando se ha apostado por la opción menos codiciosa, la que impulsan centenares de valencianos. Si lo consiguen, será consecuente con la historia del club.