Casado ha visitado Valencia este fin de semana para clausurar el Congreso del Partido Popular de la Comunitat Valenciana. En dicho cónclave realizó dos promesas. Agua para todos (esto nos suena) y cambiar el modelo de financiación autonómico (esto también).
El pasado suele ser una losa para las declaraciones que realiza habitualmente Casado. Prueba de ello es su incapacidad de hilar una semana de buenas noticias sin que el fantasma de la corrupción sobrevuele las siglas populares. Cuando no es Gürtel es Lezo, cuando no es la reforma de la sede de Génova es Villarejo con la Kitchen y Cospedal mediante. El caso es que Casado no es capaz de deshacerse de ese pegajoso alquitrán de la corrupción que condiciona todas sus políticas.
Pero además de la corrupción, el pasado del Partido Popular también daña la credibilidad de Casado cuando a promesas en materia de agua y sistema de financiación se refiere.
Respecto a la reforma del sistema de financiación me quiero centrar en un episodio poco conocido por el conjunto de la ciudadanía valenciana. El periodista Juanjo García lo tituló como las “Ocho deserciones de los populares valencianos en Madrid”. Se refería a las ocho ocasiones en las que los diputados valencianos del PP en el Congreso de los Diputados prefirieron anteponer los intereses partidistas a los de los valencianos.
La cronología de la deserción popular ocurrió como sigue:
Existen innumerables ejemplos de incumplimiento sistemático del Partido Popular en materia de financiación autonómica, pero estas “ocho deserciones” son muy ilustrativas del valor que tiene el compromiso de Casado.
Ahora el otro gran compromiso. El conocido como “agua para todos”. Me centraré en un ejemplo que simboliza el “firme compromiso” del PP en materia hídrica. Hablo de la Fundación Agua y Progreso.
Esta fundación, que fue alimentada durante ocho años por tres consellerias distintas, se constituyó como instrumento de propaganda a favor del trasvase del Ebro, tras la victoria del socialista José Luis Rodríguez Zapatero en el 2004. Dicha fundación organizó manifestaciones pro-trasvase, se realizaron multitud de declaraciones públicas exigiendo la permanencia del trasvase del Ebro así como virulentas críticas contra la ministra Narbona y el plan de desaladoras.
Sorprendentemente, la disolución de la Fundación Agua y Progreso se produce en el año 2012 sin alcanzar su objetivo de mantener el trasvase de las aguas procedentes del Ebro. Y digo sorprendentemente, porque la disolución se realiza tras la victoria de Mariano Rajoy quien se había presentado a las elecciones generales de 2011 eliminando la iniciativa del trasvase del Ebro de su programa electoral. Siempre fue alcanzar el poder, nunca garantizar el agua.
La losa del pasado del Partido Popular es tan pesada para Casado que cualquier promesa, compromiso o juramento de reforma de sistema de financiación o de “agua para todos” carece de cualquier tipo de credibilidad a los ojos del pueblo valenciano. Mal que le pese.