Existen personas que los valencianos tenemos que estar eternamente agradecidos. Luis Giménez Lorente es uno de ellos. Uno de los nuestros. Tal ilustre personaje se merece un reconocimiento público en la guía urbana del Cap i Casal. En el callejero de la ciudad. A Luis tuve el gusto de conocerlo personalmente gracias a mi viejo. Los dos ya no están entre nosotros. Ambos se conocieron a orillas del Mediterráneo. En la fina arena de la playa de El Recatí. En el Perellonet. Tomando el sol. Tomando el baño. Ejercicio que tanto les gustaba a los dos.
Estoy convencido de que aburrieron hasta los mismísimos cangrejos azules. Hablaban mucho. Debatían más. Luis fue farmacéutico. Mi padre también estuvo cerca pero no llegó a graduarse. Eran otros tiempos. Y eso que pasó por las mejores universidades de Santiago de Compostela o Granada. No pudo ser. En tiempo estival, en concreto, durante los meses de julio y agosto casi todas las mañanas se juntaban junto a otro matrimonio con todos los utensilios de playa, ocupando los primeros puestos de la pole arenosa de la playa.
También recuerdo cómo les jodía mucho que se abrieran las compuertas de la Gola de El Perellonet fastidiándoles el baño. Mi viejo me contó que Luis fue un gran viajero. Un trotamundos. Un gran coleccionista de mapas y planos de València. Un amante de la cartografía valenciana entre otros menesteres no siendo un filacterio al uso. Luis fue un estudioso de lo que adquiría, sabía lo que compraba que no era moco de pavo.
Tal afición le llevó al reconocimiento público otorgado por la Universidad Politècnica de València nombrándole Doctor Honoris Causa en el año 2003. Mis padres entre otros le acompañaron aquel día. Tal fue la generosidad de Luis con mi padre, no sé si por cansancio que acabaría regalándole dos réplicas de mapas que acabaron colgados en el comedor de mi casa natalicia. Dichas dádivas, con el permiso del resto de mis hermanos, siguen presentes conmigo.
Años después en un paseo matutino por el puerto de El Perellonet y acompañado por el buen ciudadano de Fernando Giner y su esposa Mercedes Giménez, durante el recorrido ella me confesaba que era sobrina de Luis. Tal fue la alegría que hemos seguido compartiendo una bonita amistad estos últimos años. Mercedes siempre con una preciosa sonrisa y un gran saber estar.
En la actualidad el legado de Luis Giménez Lorente se centra en el estudio de la cartografía valenciana de los siglos XVI, XVII y XVIII. Y todo este patrimonio, legado tesoro, diría se ha logrado mantener gracias a la Fundación que porta su nombre y preside su sobrina Mercedes. Los valencianos debemos estar agradecidos a estos anónimos personajes que desde la modestia y el buen hacer nos han regalado una parte oculta de nuestra historia. Por ello Don Luis como yo le llamaba debe llevar el nombre de un carrer de la ciudad. Es una obligación moral contar con un sabio de la cartografía entre las páginas del callejero valenciano. Se lo debemos.