el interior de las cosas / OPINIÓN

Lunes de Pascua, el vuelo de toda esperanza

18/04/2022 - 

 Este lunes podría estar en Morella, celebrando el segundo día, o el tercero y cuarto día de Pascua, con las roscas dulces que entregaría a mis tres nietos, viéndoles correr por la montaña, estrenando zapatillas pasqueras, fabricándoles catxirulos caseros, sintiendo que la primavera ha vuelto a llegar a nuestras vidas. Hoy, asimismo, podría estar en Gavarda, con mi familia materna, siguiendo la fiesta de Pascua que se inició ayer domingo, con la cesta llena de monas de Albèric, lechugas, huevos duros y la mejor longaniza de Pascua, la del tío Daniel El Colegial, y volando aquellos catxirulos que creaban los mayores de la familia y que pocas veces alzaban el vuelo entre arboledas y alamedas.

Este lunes, también podría seguir estando en Cuenca, con mi familia paterna, aunque allí no celebran la Pascua, pero estaríamos recuperándonos de una intensa Semana Santa y una procesión de Las Turbas que nos dejaría exhaustas. Esa procesión, maltratada durante décadas y denominada de ‘los borrachos’ es una de las mejores expresiones y tradiciones conquenses, con ese Miserere recuperado, con sus golpes del yunque, Camino del Calvario, y, después, degustaríamos el ajoarriero de mi prima Espe, el mejor del mundo. 

Este lunes, también podría estar recuperándome de la procesión de Resurrección de la Semana Santa Marinera de València, con sus colores y tanta vida, con la música y la alegría, con ese sol mediterráneo y ese cielo de imponente azul, sin calima, que ha llegado, por fin, en Pascua. Pero, hoy y todos los días festivos, estoy en Castelló, con mi compañero Pancho, pensando que las ráfagas de azahar que se cruzan en el aire eran rotundas en aquellos meses de abril, de aquella década de los ochenta, cuando la primera casa asomaba a prolongados campos de naranjos que llegaban hasta la marjaleria y el Grau de Castelló.

En este pequeño país mediterráneo pasamos la Semana Santa esperando la Pascua, la cita que más celebramos en la mayoría de los municipios. Pascua es  la celebración de la primavera, en la montañeta de Alberic o Xàtiva. En Morella  es cualquier lugar en la montaña. Lo más importante de este sábado, domingo y este lunes, es el reencuentro, la concentración de abrazos que dejamos de darnos. Y los sabores que nos dejan las tradiciones, que nos acompañan toda la vida, como la mona de Alberic, el huevo duro y la lechuga, el ajoarriero, y el gran descubrimiento, hace décadas, de las roscas tapadas de Morella, un manjar que bordaba Pilar, la madre de mi añorado amigo Juan Bellvis. 

Los domingos y lunes de Pascua suelen ser los mejores recuerdos de la memoria infantil y adolescente. Aquellos días en Gavarda, en los que en Madrid no eran festivos, con mi familia, saltando como loca por la montaña, respirando el olor de los pocos pinares próximos y, sobre todo, el azahar que florecía de los miles de campos de naranjos de la Ribera Alta. Aquí practicamos los placeres de la vida bajo el sol.

Este pasado domingo, mientras escribía, las noticias de la radio del domingo son demoledoras. La invasión de Ucrania prosigue con dolor, sangre y  demasiadas muertes, sin que se perciba una solución. Mientras, las potencias mundiales están reubicando sus mapas de consumo energético, mercadeando entre países que dominan el tablero mundial. Y no sabemos, realmente, qué lugar estamos ocupando en esta gran mesa donde se juega la carambola mundial que sufrimos. 


La radio confirma que la mierda global sigue flotando, que los señoritos de la gran nobleza española siguen robando, que ya regresa a casa la gran operación retorno madrileña, que la inflación se dispara aún más, que ya sufrimos seriamente la subida de precios de la cesta de la compra, que hoy, sin que sirva de precedente, baja el precio de la luz.

Demasiados problemas y noticias negativas en tiempo de Resurrección sin que resucitemos. Un Lunes de Pascua más, con otro cambio de clima, con otras predicciones de nieblas y lluvias. Es el día a día que nos ocupa y altera. Aún no hemos conquistado el transcurso y desenlace de esta historia que naciera un 14 de marzo de 2020 y que se ha prolongado injustamente, y hoy afrontamos, en su desembocadura, una guerra. Así de fuertes son nuestros días. Pero en este Lunes de Pascua merecemos una sonrisa y volar todas las esperanzas. 

Noticias relacionadas