VALÈNCIA. La firma de moda sostenible Clotsy Brand prepara la apertura de su primera tienda física en el barrio de Ruzafa, situado en el centro de València, para finales de este mes de febrero. Fundada por los jóvenes valencianos Ángela Gómez y Alfonso Saura, la startup se aventura a abandonar la venta exclusiva online —a través de su página web— para expandir sus prendas al público de calle y, sobre todo, compartir con él la experiencia de compra mediante la concepción del nuevo espacio como un showroom. Un primer local para el que han iniciado un crowdfunding de cara a poder afrontar los costes que supone su preparación y que valoran en un total de 10.000 euros.
Según explican los emprendedores a Valencia Plaza, la idea de recurrir a este mecanismo colaborativo de financiación surge al conocer que la inversión verdadera era "bastante más grande de la esperada". La realidad de pedir licencias y permisos, a la par de la necesidad de contratar a un arquitecto y realizar la instalación eléctrica, desbancó la concepción "ingenua" —tal y como ellos la califican— de pensar que únicamente debían afrontar costes de fianza, alquiler y decoración, los cuales estimaron en 7.000 euros menos.
Con dificultades para obtener un préstamo bancario "al ser una empresa pequeña" y con dudas sobre si optar por el crowdfunding, los fundadores de la marca se decantaron por esta vía para hacer posible su idea, pero sin perder su filosofía. "Nuestro negocio comenzó un poco a raíz de esa microfinanciación (colectiva), puesto que buscamos validar primero la idea y ver si le interesa a alguien. Al final, consiste un poco en buscar la sostenibilidad", remarcan ambos. Este pensamiento, además, también se refleja en su producción, donde confeccionan las prendas bajo demanda para no producir excedentes que contaminan el medioambiente.
Ante esto, Gómez y Saura buscan hacer partícipe de la tienda a la gente que colabore, de forma que sientan que esta también va a ser suya. Es por este motivo que, de manera visual, asemejan las contribuciones a un objeto necesario para el local. Desde un euro para una bombilla o cincuenta para un probador, quieren que las personas perciban que el establecimiento también es parte de ellos, gracias a su ayuda. Asimismo, un sorteo a València para presenciar la inauguración y una placa en el comercio que aluda a la gente colaboradora son también acciones con las que persiguen afianzar esa cercanía con el cliente.
Por el momento, llevan 6.000 euros recaudados y subrayan la sorpresa de ver a personas volcarse en el proyecto dentro de un periodo de tiempo tan corto, inclusive comercios del propio barrio de Ruzafa y algunos influencers, arquitectos o diseñadores que comparten la causa a sus seguidores mediante la red social Instagram. Con ello, prevén abrir la persiana de su primera tienda uno de los dos últimos sábados de febrero, aunque no descartan que se pueda atrasar otra semana si ven que les falta "un poquito" para tenerlo todo correcto.
Aunque la localización exacta de la tienda todavía sea un secreto, los jóvenes afirman que se ubica cerca de la Calle Cádiz, cerca del Mercado de Ruzafa. Un espacio que contará con una zona de 30 m2 destinada al comercio y con otra, de 50 m2, para la función de almacén. En esta primera, a su vez, desean introducir propuestas de los compradores como, por ejemplo, una estantería con libros de segunda mano para poder realizar intercambios gratuitos. Inclusive, junto a esta sugerencia y de cara al futuro, no descartan el poder poner una máquina de café para que, al ir, también se pueda tomar esta bebida, leer y conversar.
No por nada, los dos emprendedores conciben el nuevo local como "un punto de encuentro" en base a la idea de convertirlo en un showroom, donde la gente pueda ir y probarse la ropa. Idea que les surgió en octubre, después de participar en una feria vegana en Galicia y tras realizar distintos markets en diferentes ciudades españolas durante el año 2020. Es aquí donde resaltan que algunas personas se desplazaban hasta el sitio correspondiente para, así, poder conocerles y hablar con ellos. No obstante, ríen al recordar que casi todos buscaban saludar a Ángela, quien es la cara más visible de Clotsy Brand.
Además, el tener un espacio en una tienda multimarca en Barcelona también les hizo ver que al cliente le gusta probarse las tallas antes de comprar. Uno de los motivos que les impulsó a querer dar el paso a lo físico sin perder, por el camino, la oportunidad de poder expandir este camino de participación en otros espacios que les permite llegar a más gente en España.
Como proyectos futuros, la marca apuesta por confeccionar cantidades más grandes de prendas con la ayuda de un "proveedor muy bueno" y, a la par, colaborar con artistas locales para hacer algunos diseños. Dentro de esta última aspiración, el dúo de emprendedores adelanta que ya cuentan con una ilustradora para sacar una colaboración conjunta. "Nos gusta poder ayudar a este tipo de profesionales a los que les gustaría hacer su propio merchandising, pero que no pueden porque desconocen el mundo de la moda", matizan.
Del mismo modo, detallan que continuarán con su objetivo de poder donar algunas cantidades económicas a asociaciones tanto medioambientales como sociales, tal y como ya hicieron hace dos años al dar un total de 1.000 euros. Causas que, a su vez, les impulsan a querer colaborar en actividades de esta índole, como la limpieza de playas, en armonía con su filosofía empresarial de marca ecológica y sostenible.
Con aprendizaje durante un año y medio en la incubadora de empresas Lanzadera, la startup que nació en 2020 ha ampliado su catálogo de prendas con pantalones, tote bags, calcetines e, incluso, una campaña de sandalias veganas. Artículos con los que, en función del material con los que se confeccionan, persiguen "la mejor calidad en apuesta con productores próximos y en sintonía con los valores de Clotsy Brand", tal y como expresan los jóvenes.
De esta manera, mientras que para las camisetas y sudaderas de punto optan por Portugal, para los calcetines han escogido la producción en una fábrica de Padroluengo (Burgos), pueblo conocido por la industria en este tipo de ropa interior. En cuanto al calzado, se inclinan por la localidad alicantina de Elche, mientras que el municipio de Ubrique (Cádiz) es el escogido para llevar a cabo sus tote bags de algodón orgánico.
"Al final tenemos la producción repartida por pequeños sitios de España, ya que buscamos una moda sostenible. Este tipo de producción posee un precio mucho más alto del que solemos estar acostumbrados en el país, pero velamos por garantizar que la calidad sea excepcional", enfatizan ambos fundadores.
Con todo, desde sus inicios explican que han casi triplicado su facturación y que han crecido "muchísimo" respecto a enero del año pasado. Un avance con el que mantienen el compromiso base de su marca, es decir, el de mostrar a la sociedad que la moda y el vestir bien también pueden ir ligados a valores que contribuyan al cuidado del medioambiente.