Consciente del enorme daño que la guerra civil entre ambos supone para el partido y para sus propios intereses, reclama un arreglo rápido
VALÈNCIA. Con la guerra civil del PP cada vez más enquistada, Carlos Mazón realizó este viernes un ejercicio de fe, al mismo tiempo que confirmarba que su sitio en el Partido Popular está junto a Pablo Casado, impulsor de su ascenso a la presidencia de los populares valencianos.
"Todos tenemos claro que el presidente nacional va a ser capaz de solucionar esto", afirmó tras el consejo de dirección del PPCV. Pero los argumentos que ofreció para confiar en que la batalla con Isabel Díaz Ayuso se reconduzca se limitaron por una parte a que "no hay otra solución" y, por otra a la "capacidad de resolución de la Dirección Nacional". Vista la dureza de la batalla no está claro que sean suficientes.
Hasta ahora el único barón que, como él, se ha situado de manera clara del lado de Génova es el presidente murciano Fernando López Miras, como Mazón, muy vinculado también al cuestionado secretario general Teo García Egea, al que el líder del PPCV pareció hacer un guiño al hablar de la dirección.
Mazón reconoció haber vivido estos días con "mucho desconcierto y tristeza" y se esforzó por evitar cualquier reproche a la presidenta madrileña, de cuyas políticas ha presumido en los últimos años. "Lo está haciendo muy bien", señaló. "Es una gran presidenta", añadió. Preguntado por si le convencían las explicaciones que ha dado sobre el contrato por las mascarillas y la parte que ha cobrado su hermano, el popular no se mojó. Eso se debe dilucidar en el expediente informativo que se le ha abierto, apuntó.
Cualquier persona del PP o incluso de su entorno que se cruza con un micro es empujada estos días a tomar partido. De los presidentes autonómicos a Toni Cantó. "Para mí es muy difícil porque tengo una relación personal con ambos muy buena", señaló el ex de Ciudadanos, que dijo que Ayuso es su presidenta, recordó que forma parte de su gobierno y tiene su "lealtad" y confianza.
Pero entre los discursos más señalados estuvo el del influyente presidente gallego Alberto Núñez Feijoo. "Aquí hay un conflicto muy intenso y el manejo de ese conflicto ha sido absolutamente desacertado", afirmó en Es Radio sin aclarar a quién se refería. "Cuando uno mete la pata y la mete profundamente lo tiene que solucionar", deslizó el gallego que, al asegurar que no le gustaría llegar a un congreso extraordinario, puso el tema sobre la mesa.
En Madrid, mientras tanto, sigue la batalla. "Yo no permitiría que un hermano mío cobrara 300.000 euros por un contrato adjudicado por mi Consejo de Ministros", apuntó Casado en la Cope. "Más allá de que fuera legal, la cuestión es si es entendible que el 1 de abril (de 2020), cuando morían en España 700 personas, se puede contratar con tu hermana y recibir un beneficio de 286.000 euros por vender mascarillas", añadió el dirigente en un relato replicado por el perfil del PP en las redes sociales y en el que dejó en el aire un posible "tráfico de influencias".
Ayuso defendió la legalidad del contrato de las mascarillas, rebajó a 55.850 euros lo cobrado por su hermano y negó que fuera una comisión por obtener el contrato de la Comunidad sino que aseguró que fue una "contraprestación" por las gestiones realizadas para conseguir el material en China y trasladarlo a Madrid. "Espero que con esta explicación nadie dude de mi honorabilidad ni de mi ejemplaridad", dijo la popular, que insistió en que no supo del contrato hasta que le avisó Casado. De otros tres pagos de la empresa adjudicataria a su hermano en 2020 no dio detalle.
Desde el Botànic no dejaron pasar la oportunidad de hurgar en la herida de sus adversarios, aunque al mismo tiempo tanto Ximo Puig como Mónica Oltra reconocieron que parte del daño se le inflinge a la política en general.
"No quiero hacer comentarios frívolos porque ya hay mucha frivolidad pero hay que pedir responsabilidad porque están haciendo mucho daño a la política y la política es la única manera de poder construir sociedad. La política es como el colesterol, hay buena política y mala política", señaló el president, que aseguró que la Comunitat "ya ha superado" la etapa de "corrupción" y no quiere "volver atrás".
Oltra aseguró estar estupefacta pero también "perpleja y desolada" porque estas situaciones alimentan "un marco muy peligroso" para la democracia porque aumentan el rechazo de los políticos. "Y la política es la línea de defensa de la gente, especialmente de la más vulnerable". Aunque dijo no querer entrar "en el sainete", señaló que da la impresión de que hay "una transmisión generacional de la corrupción" en el PP.
La diputada popular Elena Bastidas fue la primera en pedir al resto de partido "respeto" en un proceso que reconoció que es "dolorosísimo" pero que cree que solucionarán "más pronto que tarde".
"Desde el PPCV no vamos a tolerar lecciones ni insultos de los partidos del tripartito. Sólo estamos preocupados y ocupados en mejorar la calidad de vida de todos y cada uno de los valencianos", apuntó.
También se revolvió Mazón, que señaló que no tolerará que "se diga" que en el PP son "chantajistas, extorsionadores u organizacion criminal mafiosa y corrupta" y pidió al Botànic que se dedique a gobernar.