VALÈNCIA (EFE/Marta Rojo). El encarecimiento de las materias primas en un 60 % de media por la inflación que ha generado la guerra en Ucrania ha marcado el trabajo de los artistas falleros para las Fallas de 2023, en las que se verán monumentos innovadores en el uso del color, con tonos vivos y casi fosforescentes, y que en algunos casos llevan la firma de artistas urbanos.
Así lo asegura en una entrevista con EFE el maestro mayor del Gremio de Artistas Falleros, Paco Pellicer, que asegura que el aumento de precios ha sido completamente "imprevisto" para los artistas que, cuando se disparó la curva de la inflación, ya habían comenzado a trabajar en los monumentos más grandes que ya se empiezan a ver "plantados" por toda València.
"Normalmente, el reto es partir de los presupuestos de las comisiones y ser capaces de desglosar qué porcentaje puede ir al monumento", explica Pellicer, pero este año la subida de precios se ha dado "a lo largo del proceso de construcción de la falla", con todo presupuestado y algunos ninots ya construidos, y se ha llegado a "distintas soluciones" según el caso.
"Algunos han llegado a un entendimiento con las comisiones para reducir trabajo y mantener el presupuesto, y en otros casos se ha podido incrementar el presupuesto", detalla.
En un sector donde el trabajo es esencialmente manual, los costes de la energía no han sufrido un incremento tan grande como el precio de las materias primas, que, de media, han visto crecer su precio en un 60 % en unos meses.
Pero hay materiales que incluso han duplicado su precio, como la madera o el poliestireno, este último porque en su proceso de producción interviene el petróleo.
"La ilusión de todos, tanto de las comisiones como de los artistas, era tener un año completo y tranquilo", lamenta, especialmente tras la cancelación de las Fallas de 2020 por la pandemia, la celebración de las de 2021 en septiembre también por el covid y el mantenimiento de algunas restricciones en las de 2022.
Los artistas querían "poder acometer la construcción de fallas habitual" y las comisiones plantar monumentos "que llamasen la atención, que saltasen a la vista", y por ello habían presupuestado monumentos más caros de lo habitual, en los que el incremento de costes todavía ha sido mayor.
La dificultad económica puede abrir una perspectiva diferente de futuro, según Paco Pellicer, que apuesta por acordar con las comisiones falleras "la manera de presupuestar el monumento partiendo del caché del artista".
"Es una necesidad para tener un sueldo claro y, a partir de ahí, poder prever el coste del material, el almacenamiento y otras cosas", considera.
En cualquier caso, "habrá que llegar a un acuerdo" y el maestro mayor se muestra convencido de que se llegará a "lo mejor para la fiesta", porque "ganas de plantar falla siempre hay".
Pero lo peor de la crisis generada por la pandemia ya ha pasado, gracias, dice, a las ayudas de la administración que, sin embargo, "no dieron para seguir adelante" a muchas personas que se han "buscado otro trabajo".
También gracias a que el sector está "diversificado" y muchos artistas se dedican durante el resto del año a hacer escenografía, decorados para cine, series y anuncios publicitarios, expositores para ferias o los escenarios de los grandes conciertos y festivales, como el Medusa o el Tomorrowland.
En València, la Ciudad del Artista Fallero es la que acoge "la mayor concentración de talleres" dedicados a este tipo de monumentos, pero últimamente también talleres de coches e incluso una escuela de circo.
Según Paco Pellicer, ello se debe a que algunos de los talleres tradicionales "se han buscado otros espacios fuera de València que fueran más baratos", si bien todavía se han quedado muchos en esta zona.
"Hay mucha intención de darle vida a la zona, ha habido acuerdos pero no se ha arrancado", considera el maestro mayor, que llama a trabajar con fondos europeos en hacer de esta zona de la ciudad "un verdadero centro cultural; no para salvar la profesión, porque se puede trabajar desde cualquier otro sitio, sino para salvar el espacio".
La supervivencia de la profesión tiene buenas perspectivas de futuro, según Pellicer, especialmente después de más de una década de implantación del Ciclo Superior de Formación Profesional de Artista Fallero y Construcción de Escenografías.
A pesar de las trabas presupuestarias derivadas de la inflación, Pellicer cree que las Fallas de 2023 serán "una muestra amplísima de tendencias" y que no solo las de la Sección Especial (las más fotografiadas y de mayor coste), sino el conjunto de monumentos hará que "sea un gusto" pasearse esta semana por València.
En cuanto a las tendencias que se verán en las calles de la ciudad este año, asegura que las fallas "más vistosas" apuestan "por el virtuosismo y la espectacularidad en la pintura".
Paco Pellicer aprecia cierto cambio en el uso de los colores en los últimos años, en los que cada vez más comisiones usan "tonos casi fosforescentes, más vivos o con matices más llamativos".
En cuanto a los materiales, los experimentos con la paja de arroz "no tuvieron éxito", con lo que siguen predominando la madera y el poliestireno.
Además, en los últimos años se ha recuperado la práctica ancestral de la vareta, el modelado de figuras utilizando listones de madera finos humedecidos para curvarlos, un material que había ido siendo sustituido progresivamente por el corcho polimérico blanco.
"La vareta es una técnica muy antigua, que se ha usado hace muchos años, pero ahora se vuelve a mostrar y la gente la valora", asegura. ¿Un ejemplo? La falla municipal de este año, el enorme corazón diseñado por Marina Puche y ejecutado por Manolo García.
El trabajo con artistas urbanos en el diseño de la falla es otra de las nuevas tendencias de los últimos años, con nombres como Dulk, Okuda o Escif firmando los bocetos de distintas comisiones.
"Siempre se ha colaborado con otros artistas, lo que pasa ahora es que se hacen patentes esas colaboraciones y se da a conocer su firma", asegura Paco Pellicer, que concluye que, en cualquier caso, las fallas siguen siendo, como siempre, "un trabajo en equipo".
‘Una vez se quema, comienza la falla del próximo año’, dice la leyenda. Algunos de los artífices de los monumentos más icónicos sobre el espacio urbano cuentan qué hay de la resaca (emocional)