VALÈNCIA. ‘Paterna lovers’, ‘No es política, es Paterna’, ‘Visc a Paterna’, ‘Paterna eres tú’ e incluso ‘Cuida Paterna’. El topónimo de la ciudad protagoniza los lemas de los cinco partidos con representación en el pleno municipal, que son, por este orden y en correlación con la exposición de las citadas frases de campaña, PSPV, PP, Compromís, Ciudadanos y Vox.
Paterna, una población que se expande a lo largo de una superficie de unos 40 kilómetros cuadrados, está compuesta por barriadas tan heterogéneas y separadas entre sí como La Cañada, La Coma, Valterna, Terramelar o Santa Gema.
No obstante, todas estas zonas pivotan alrededor del núcleo urbano principal, el casco histórico, con barrios tan populosos como Campamento o Santa Rita, y sobre un poderoso emporio de área industriales, entre las que destacan, a escala autonómica, Fuente del Jarro o Parque Tecnológico.
Kinépolis, la Torre, las cuevas, el Gran Teatro Antonio Ferrandis, el bosque… constituyen otros elementos que otorgan a Paterna un carácter diferencial y que la han convertido en una ciudad apetecible para vivir, además de su cercanía casi colindante con la capital, València.
Esta circunstancia ha derivado en que su población superara los 50.000 habitantes poco antes de las elecciones de 2007 (cuando ascendió, por tanto, de 21 a 25 concejales) y que ya esté alcanzando, apenas tres lustros después, los 70.000. De progresar a este ritmo no tardará en sobrepasar a Gandia (75.000) y de acercarse a los 88.000 vecinos de Torrent, la segunda localidad más populosa tras la metrópoli.
Con estos datos resulta comprensible que Paterna despunte, estratégicamente, como uno de los términos municipales más deseables para conquistar por los principales partidos políticos e incluso para participar alguno que quiera darse a conocer (caso de Valéncia Unida, que solo presenta candidatura en la citada capital y en Paterna).
En la actualidad la dirige el socialista Juan Antonio Sangredo. Pasó de un complejo mandato iniciado en 2015 en el que contaba únicamente con seis ediles sobre 25 y en el que salvó una convulsa historia de amor y odio con Compromís, que sumaba el mismo número de concejales, a llegar en 2019 a una histórica mayoría absoluta.
Sagredo, heredero de una estirpe de políticos socialistas que encabezó el anterior alcalde de su partido y abuelo de sus hijas, Francisco Borruey, aglutina en su propia lista a las diferentes familias de su formación e incluso al primer máximo munícipe que tuvo el PSPV, Bernardino Giménez. Su persona de confianza es Nuria Campos, hija de Paco Campos, hombre, a su vez, que ejerció de báculo moral, concejal y asesor en los mandatos de Borruey. Dos generaciones de políticos gestados en la cuna socialista.
Juan Antonio Sagredo ha progresado con un mensaje puramente localista, con ese ‘Paterna lovers’ que supura orgullo por lo propio y que traslada a todas sus actividades, desde conciertos para jóvenes y viajes de jubilados a una atención muy directa durante los meses de confinamiento, con mensajes de whatsapp constantes a sus vecinos. Las proximidad a las fiestas y cultura locales también asoma como otro de sus puntos fuertes.
Con un amplio repertorio de imágenes y posados en redes sociales, tendrá como su principal rival a una debutante en política que no pide hacer fotos de las reuniones que celebra con colectivos vecinales y que valoró como un punto fundamental a favor que a quienes planteó que fueran en su lista le dijeran que no como respuesta inicial.
Sara Palma procede del ámbito empresarial –en el que su progenitor, Manolo, resalta como referente- y rehúye ser calificada de política. Se considera paternera por encima de marchamo de colores de partidos. De hecho, se afilió al PP con posterioridad a ser escogida por la dirección regional como sorprendente candidata, ya que no formaba parte de la estructura local del partido ni de la quiniela inicial de alcaldables en la que trató de influir Lorenzo Agustí, primer edil del PP entre 2007 y 2015.
Y en ese estado, el de candidata con grupo de trabajo propio configurado por profesionales en diferentes ámbitos que ha escogido personalmente, opta a la alcaldía de Paterna. Sabe de la complejidad del reto que ha asumido después de ser madre por segunda vez recientemente. No obstante, confía en su política de cercanía, no profesional. Por eso insiste en que apoyen sus propuestas de rebajas de impuestos o de mejora en transportes o en seguridad, ya que, como recalca, ‘No es política, es Paterna’.
Después de los dos grandes favoritos a gobernar, por el orden seguido en los párrafos de este artículo, se sitúan Compromís, Ciudadanos y Vox, las otras tres formaciones con representación en el consistorio paternero.
La primera, clave en el ejecutivo local entre 2015 y 2019 y arrinconada en la oposición desde entonces, tiene relevo en la cabeza de lista. Su alcaldable en las últimas tentativas, Juanma Ramón, prefirió en esta ocasión competir en las primarias compromisaria a Les Corts, en cuya lista por la provincia de Valéncia aparece en un lugar menos destacado del que le hubiera gustado. Su excompañera concejal y responsable de Igualdad o Política Lingüística en el primer mandato de Sagredo como alcalde, Carmen Gayà, lo sustituye al frente de Compromís.
Por Ciudadanos y Vox no se vislumbran novedades destacadas. Ambos partidos competirán con los mismos primeros espadas con que lo hicieron hace cuatro años. Jorge Ibáñez lidera la lista ciudadana, con su inseparable homónimo Jorge Ochando de dos; mientras que el diputado provincial Joaquín Alés, que ha ejercido de portavoz de un grupo de dos concejales en este mandato, enarbolará la bandera verde de Vox.
Esquerra Unida y Unides Podem recurren al extendido pragmatismo de presentarse conjuntamente con una aspirante de la segunda formación. Se trata de la joven de 29 años Julia Muñoz, de conocida familia en el municipio vinculada a patrimonio histórico del calibre de las cuevas. Su objetivo consiste en entrar en el consistorio, algo que no lograron en 2019.
Y la séptima y última candidatura que concurre es la anteriormente citada de Valéncia Unida, con la empresaria Cristina Urbán como estandarte y el erudito vinculado al prestigioso Ateneo local, Aureli López, cerrando el listado.
Con este reparto de aspirantes las elecciones se plantea abiertas, con una favorito claro, Juan Antonio Sagredo, a alzar la vara de mando, y con una contrincante imprevista que, por su singularidad y por el viento que sopla a favor del PP, se convierte en imprevisible y podría dar dar algo más que una sorpresa. El resto de actores parecen condenados a ser secundarios en el mejor de los casos, y, en el peor, a desaparecer de escena.