VALÈNCIA. Después del frenesí de la campaña llega el tanteo de los pactos. Si los meses previos a las elecciones los afrontaban todas las formaciones con la ilusión o el temor de lo imprevisible, las tres semanas que separan la jornada electoral de la configuración de ayuntamientos lo hacen con el pragmatismo de tener un número de concejales ya invariable. Cada formación conoce las cartas de sus posibles socios y trata de jugar las suyas con la máxima habilidad. Lo que negocie ahora marcará el próximo cuatrienio.
Tras una primera semana de descompresión electoral (la pasada) la segunda (la actual) está sirviendo para "conversar" con "discreción" y "calma". Son las palabras que más repiten los responsables consultados de todos los partidos en liza. La situación llega hasta el punto de que superada la mitad de ese trío de semanas, apenas existen pactos cerrados en grandes localidades más allá del de Sueca entre PSPV y Sueca per Davant.
En algunas poblaciones esos acuerdos se sobreentienden, como en Quart de Poblet, Alaquàs, Gandia, Sagunt o Picassent, donde al PSPV le falta un edil para alcanzar la mayoría absoluta y en la casi generalidad de los casos la completará con el respaldo de Compromís.
Incluso ocurrirá esto en Tavernes de la Valldigna, donde también emerge el tripartito (aquí se incluye a EU) para sumar un edil más que el PP de Eva Palomares. En este municipio de la Safor la coalición compromisaria, pese a únicamente contar con tres munícipes, tratará de retener (la ha dirigido los últimos ocho años) algún tiempo más la alcaldía.
Desde ambas formaciones no tienen reparo en reconocer las posibilidades de pactos, que mientras desde el PSPV circunscriben a "la autonomía local", desde Compromís marcan como premisa de inicio "que no lleguen la derecha y la ultraderecha al poder".
Mientras, desde el PP se resisten a aludir a una negociación con Vox pese a que lo necesitarán en poblaciones tan relevantes como Torrent o Xirivella. Si el partido que preside -y del que ejerce como único portavoz en materia de pactos- Santiago Abascal no les respalda, ni Amparo Folgado ni Paqui Bartual elevarán la vara de mando de sus respectivas localidades (Torrent y Xirivella) el 17 de junio. No obstante, y aunque las conversaciones existen, prefieren no anticipar conclusiones. "En cuanto haya algo cerrado, lo anunciaremos", repiten.
Rocío Carrión lo tendrá más fácil para sentarse en el sillón presidencial del pleno de Requena. Le basta con el apoyo de los tres concejales del Partido de Requena y Aldeas para alcanzar la mayoría absoluta. Prácticamente lo ha cerrado. No necesitará al único edil de Vox, aunque este podría acabar entrando en el gobierno de la ciudad más populosa de la comarca de Utiel-Requena.
Si que requerirá, en cambio, del voto del partido verde la independiente enrolada en el PP Pilar Peris en Massamagrell. Si consigue también el posible respaldo -la negociación avanza en esa línea- de los dos munícipes del grupo local Veïns per Massamagrell (VPM) podrá descabalgar de la alcaldía al socialista Paco Gómez.
Y retomando precisamente las premisas antes citadas de PSPV y Compromís, que coinciden en su animadversión política a Vox, se vislumbra un acuerdo entre ambas en Manises, aunque no en las condiciones del pasado. La formación socialista ya no ejerce de comparsa. El 28 de mayo superó en votos a la compromisaria y la alcanzó en concejales. Empataron a cinco. El PP logró seis, y Vox, cuatro. El vigesimoprimero corresponde a Podemos.
El socialista Javier Mansilla quiere ser alcalde. Eso supondría que no ocuparía ese cargo su actual titular, Jesús Borrás, de Compromís. Salvo que lleguen a un acuerdo de alternancia, que constituye el meollo de su negociación presente. O rubrican un pacto o la alcaldía será para el PP.
En Catarroja la situación parece más clara. Lorena Silvent confirmó el 28 de mayo por qué era clara favorita a ganar las elecciones. Su victoria electoral aparecía tan clara en los pronósticos como la caída de su conmilitona Eva Zamora en Alcàsser. Ha ganado y ha superado al primer edil, Jesús Monzó, de Compromís, de quien ha sido vicealcaldesa. Ahora, con siete concejales, ha llegado el momento de la rotación, de que Silvent dirija y Monzó ejerza de vicealcalde. Sobre esa lógica tejen el tapiz del gobierno municipal.
Y en Alzira sigue todo tan enconado como Valencia Plaza relató el pasado martes. O quizás algo más porque la distancia entre Ucin y el PP se agiganta con desplantes y críticas. Compromís espera asegurar el apoyo del PSPV -algo que no ha logrado pese a su compañerismo de pasados mandatos- para sumar diez ediles e ir conjuntamente a reclutar al de Ciudadanos, Miguel Vidal, que les daría la mayoría de once.
No obstante, en declaraciones a este periódico el portavoz de Cs ya ha manifestado su negativa a propiciar una alcaldía de Compromís porque considera necesario "un cambio en Alzira". Hoy podría haber novedades.
En cualquier caso, la tónica general sigue el discurso de la "calma", la "discreción" y la "conversación" sin sustanciar, de momento, demasiado más a falta de nueve días para la configuración de los plenos. Los partidos apuran la decisión final o su difusión, que cada cual juega con una estrategia y analiza cómo divulgar antes o después una imagen firmando un documento, o, simplemente, en un reunión cordial, puede afectar a su marca política en el actual contexto.
La cercanía de las elecciones generales del 23 de julio y el temor de un efecto mariposa (que un hecho local tenga una repercusión impredecible bastante más allá de su espacio geográfico de origen) complican y dilatan más el enrevesado encaje de piezas.