VALÈNCIA. Este mes de julio se cumplirán tres años de las primarias por el liderazgo del PSPV que se disputaron el presidente de la Generalitat y en ese momento secretario general del partido, Ximo Puig, y el alcalde de Burjassot, Rafa García. A priori, la diferencia de caché que se producía entre ambos aspirantes habría indicado, sobre el papel, una victoria fácil del jefe del Consell. No obstante, en las urnas no se certificó un triunfo aplastante: 56,8% a 42,3%, unos porcentajes que evidenciaron la batalla existente y la fuerte contestación que Puig sufría dentro del partido.
Es cierto que en aquel proceso hubo mucha letra pequeña. La arrasadora victoria del 'sanchismo' en las primarias federales frente a Susana Díaz, había dejado tocado a Puig en la Comunitat Valenciana, quien apretó el acelerador por la andaluza encontrándose una oposición muy amplia y diversa que capitaneaba el sector del ahora ministro y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos.
Con el impulso de ese triunfo, Sánchez no vio con malos ojos que en tierras valencianas se tratara de derrocar a Puig. El alcalde de Burjassot, Rafa García, decidió animarse y, con el apoyo cerrado del 'abalismo', no estuvo lejos de lograrlo. Posiblemente, solo el simbolismo de Puig como figura presidencial le salvó de la derrota: aunque muchos hubieran apoyado a Sánchez, no entendían porque había que sacar del partido a escobazos a todo un presidente de la Generalitat.
Sin embargo, Rafa García, al menos así lo aseguran fuentes de su entorno, nunca se ha rendido. Tres años después de aquella derrota no ha arrojado la toalla todavía y tiene la intención de buscar una segunda oportunidad en el próximo congreso del PSPV. De hecho, la gran mayoría de dirigentes consultados coincide en afirmar que solo una orden directa de Ábalos podría impedir que el alcalde de Burjassot dé el paso cuando llegue el momento. Algo que, obviamente, solo ocurriría si hay un pacto de no agresión entre el ministro y el presidente de la Generalitat.
No obstante, queda mucho hasta que llegue ese momento por lo que las distintas familias socialistas, incluido el entorno de Puig, siguen realizando sus maniobras de cara a una hipotética pugna por el liderazgo en el PSPV.
De hecho, algunas de las últimas noticias se asemejan mucho a los movimientos de tropas cerca de la frontera. Semanas atrás, se conoció que el impulsor de la plataforma Socialismo 3.0, Bartolomé Nofuentes, podría recalar en Enusa, la empresa nacional del Uranio presidida por José Vicente Berlanga, muy cercano a Ábalos; lo que se interpreta como un acercamiento de su sector al grupo del ministro. Por otro lado, días atrás se hizo público el nombramiento como subdelegado del Gobierno en Valencia de Rafa Rubio, histórico dirigente en la capital y hasta ahora a las órdenes de Sandra Gómez en el Ayuntamiento de València y que pasa, de esta forma, a estar bajo el paraguas de la delegada del Gobierno, Gloria Calero, también cercana a Ábalos.
Por otro lado, antes de la pandemia, se conoció que se incorporaba como asesor en Presidencia Pablo Seguí, un referente en la comarca La Costera-La Canal de Navarrés que, al margen de las tareas propias del Palau, puede servir de pegamento de Puig con ciertos sectores del partido de los que se haya desconectado.
Así pues, las dos principales familias en esta disputa, 'ximistas' y 'abalistas', siguen moviendo sus fichas a sabiendas de que, como mucho, queda un año para que se vean las caras en un congreso del partido en el que se ponga en juego el liderazgo del PSPV que, a día de hoy, ostenta Puig. En el otro rincón del cuadrilátero está, al menos de momento, el mismo púgil dispuesto a dar la batalla como en 2017. Queda por ver si se producirá un acuerdo, habrá otros contendientes o si el 'abalismo' quiere apostar por otro aspirante para doblegar al presidente de la Generalitat.