¿Platos por los que merece la pena mover el culo hasta un restorán?
Yo no sé si son los 40 (los míos, digo) pero cada más a menudo el motivo para salir de casa y correr en busca de un restorán no es el cocinero, ni la sala, ni la decoración ni el menú degustación de las narices: son platos sueltos. Bocados que mi cerebro y mi estómago han almacenado en mi memoria de disfrutón como 'puto placer absoluto'.
Yo qué sé: el bocata cerdo pekinés de Ricard Camarena, el morro de Anyora, las bravas de Amparín, el taco de charales de Casa Amores, los michirones de Casa Montaña, el mollete de Patiño o este Saam de pollo karaage con yuzu y pomelo, de nuevo, en Canalla.
De lleno en mi TOP 5 de Canalla: Pastrami, calamares, cintas de calabacín, tempura, Pekín y Saam. ¡Bravo!