La política europea renueva líderes, tras la toma de posesión de la nueva presidente de Italia, la primera ministra más breve de la historia de Reino Unido cede el testigo a un multimillonario.
La semana pasada conocimos la peculiar apuesta planteada por un diario británico que consideraba que la premier Liz Truss tenía los días contados y se atrevieron a compararla con una lechuga para ver quien caería antes, si la lechuga caducada o ella, y venció la verdura, que además iba caracterizada de primera ministra. La cuestión es que hay países donde la presión interna, las tensiones por la toma de decisiones controvertidas o incluso la opinión pública y mediática puede cambiar a los líderes políticos. No parece que en España algo así llegara a suceder.
El presidente de nuestro gobierno no parece un hombre de campo, de hecho, su excesiva altura (sí, se puede ser demasiado alto salvo si eres como el Rey y sabes llevarlo) hace que no pueda imaginarlo doblando el costado y cultivando sus propias berenjenas. Pese a todo, él aprovecha las visitas al Palacio de la Moncloa para exhibir su propio huerto y jactarse de cultivar sus verduras. Probablemente la serie que han grabado a mayor gloria de Su Sanchidad, nos mostrará a un sencillo agricultor que madruga para labrar la tierra y después se ducha y se viste como un impecable dependiente para gobernar su país, ahí es nada.
La agricultura es uno de los sectores económicos más castigados en España, somos la huerta de Europa, especialmente en la zona del Levante, tenemos unas condiciones naturales inmejorables para cultivar gran variedad de productos y exportar y pese a todo, nuestra pertenencia a la idílica Unión Europea no deja de generarnos todo tipo de trabas y problemas, especialmente con los cítricos y la diferencia de trato con las importaciones de fuera de la UE. Ojalá las dotes de agricultor del presidente del gobierno, las enfoque en ayudar al campo, a la gente que trabaja la tierra y cuida de verdad el medio ambiente, y no sólo son agricultores, sino ganaderos, pescadores, cazadores, mundo taurino y todo el rico universo que supone la naturaleza y la vida rural en España. Muy alejado, por suerte, del ecologismo urbanita, más artificial que un duro de madera.
Mientras algunos países cambian de líderes, como Italia o Reino Unido, el mundo se enfrente a diversas coyunturas de no fácil solución. La hegemonía estadounidense encontró en China un duro rival, la estabilidad del gigante asiático fundamentada en un sistema dictatorial comunista como hemos comprobado, una vez más, en el congreso del partido único, hacen de ellos un país determinado a marcar el rumbo del mundo y parece que en la economía ya lo han logrado. La guerra en Europa no ha hecho sino desestabilizar más nuestro sistema económico, pero también de valores, porque a nadie se le escapa que es un conflicto que no le viene mal a EEUU, pese a ser la nación más relevante de la OTAN y esta organización mostrarse al lado de Ucrania, pero el conflicto se eterniza y la muerte y la destrucción darán paso (algún día) a la reconstrucción y el negocio de las multinacionales.
España entra en fase pre-electoral, la gestión de Sánchez, además de cultivar berenjenas, no puede considerarse de un gran éxito, especialmente porque ha profundizado en los errores y psicopatías de su predecesor socialistas, Zapatero. Viven obsesionados por las consecuencias de una incruenta Guerra Civil y saben pasar página, superar y olvidar los más que cercanos cuarenta años de terrorismo de ETA. Y siguen destrozando la convivencia y anulando la libertad de educación de los padres sobre sus hijos. La economía no es más importante para una nación que la salud mental, la educación y los valores de las personas que componen esa nación, y el posible recambio del PSOE, es decir, el PP de Feijóo no parece preocupado por cambiar, derogar y eliminar las leyes liberticidas que están dejando una España rota y rehén de uno de los sentimientos más viles: el rencor, que exuda el actual PSOE y su presidente actor en cada decisión que toma.
Los tiempos que vienen no requieren de políticos gestores centrados únicamente en arreglar un poco la economía, realmente necesitamos políticos valientes y dispuestos a dar la batalla de las ideas, a desterrar mitos y mentiras que como ya hacían los nazis, repetidas una y mil veces se acaban convirtiendo en verdad. Pero no parece que la sociedad española perciba la gravedad de la situación, no sólo la crisis económica sino la educativa y cultural que es mucho más profunda y vital para recuperar una sociedad próspera y justa que estamos perdiendo cada día.