Hoy es 3 de octubre
Le escocían mucho los ojos. El frio siempre provocaba esas lágrimas tan molestas que bajan lentamente por sus mejillas, con el riesgo de congelarse y provocar candeleros en el rostro, como sucede en los aleros de las casas morellanas, como sucedía en su casa morellana; como pasa en la imaginería de pasos religiosos que desfilan en la Semana Santa, con esa iconografía mariana donde las vírgenes dolorosas muestran las líneas cristalinas que llenan sus afligidos rostros; tal cual es la última imagen promocional de Madonna, convertida en La Dolorosa de todas las dolorosas, con sus ríos acuosos descendiendo por un rostro bello de lienzo lívido, y ese corazón atravesado por siete puñales en el pecho. Ciertamente, las mujeres somos dolorosas de todas las vidas, de todos los hijos, de todas las hijas, de todas las casas habitadas. Somos la hostia de mujeres. Y así seguiremos. Con nuestros candeleros a cuestas. Propias, auténticas, valientes y mejores.
Le escocían los ojos y le dolía la mirada frente a una barraca espléndida de Sant Antoni, -con la Banda de Música morellana Mestre Candel, con las y los mejores Majorals-, alimentada por el viento racheado que provocó el baile diabólico de las potentes llamas. El calor del fuego ardía en su rostro, conjugando extrañas sensaciones que solo se sienten en Les Santantonades dels Ports. Porque allí, el frío es íntimo y otra historia, y en enero siempre es bajo cero, siempre, y no porque lo digan ruidosamente los ecos mediáticos.
El frío encoge las entrañas anímicas como lo hace con todos los músculos del cuerpo. Unas temperaturas gélidas que se desvanecen cuando aprietas las manos de los tres pequeños que alimentan tu vida, cuando alguien te besa con la mirada y te abraza hasta descomponerte el sistema óseo. La estima y, también, el aguardiente de Herbers conjugan sabiamente el bienestar y el universo autóctono de mi tierra y de mi gente. Y el frio es aquello más cálido que pueda sentirse.
Les escribo ayer, domingo, dos días antes del recuerdo del terrible atentado ocurrido en Madrid en 1977 contra los abogados laboralistas Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo, el estudiante de Derecho Serafín Holgado y el administrativo Ángel Rodríguez Leal. La extrema derecha fue autora de este sangriento atentado, convulsionando a una ciudad y a un país que llevaba dos años intentando respirar tras la muerte del dictador.
Una masacre, junto a otras muchas que se sucedieron en esos años de la mano de grupos fascistas. Aquellos años fueron un infierno en Madrid, un tiempo sin protección ni seguridad estatal. Se sufrió una transición dolorosa e injusta, un capítulo de esta historia reciente que sigue guardando vergonzosos silencios.
Hoy, tras el paso del tiempo, estremece, y pone los pelos de punta, escuchar a la misma ultraderecha cuando defiende, sin problemas ni complejos, una ideología ignominiosa, cuando se presentan a unas elecciones y se hacen llamar demócratas, cuando hablan de este país, de esta autonomía, de esta ciudad y de este pueblo… Son los fascistas de siempre.
No puedo olvidar, nunca, aquello que nos hicieron a las y los jóvenes que celebramos la llegada de la democracia. Quisieron cortarnos las alas con sus puños americanos, con su violencia sexual, con sus agresiones en público, con sus entradas mortales en bares donde buscábamos la alegría de vivir en libertad. Hoy es lo mismo. Son otras formas, pero es lo mismo. Y es jodidamente triste y rabioso ver a estos personajes que pueden gobernar con su ala derecha ‘cobardita’ en las instituciones.
La derecha y su ultraderecha, en este pequeño gran país mediterráneo que somos, han entrado como elefante en cacharrería en campaña electoral y lo están haciendo con una estrategia electoral que vaticina, claramente, una nueva victoria de la izquierda y sus gobiernos progresistas de coalición. La cartelería que ya vemos en vallas publicitarias de Castelló, e imagino que también en el resto del territorio autonómico, es absolutamente cutre y, además, responde a una desesperación política por “recuperar” un poder que creen propio por derecho natural y hasta divino.
Es una campaña de mensajes soeces, y lo son, sobre todo, porque no hay ideas ni una propuesta seria de alternativa de gobierno. Están poniendo de manifiesto que en el diccionario de la derecha y su ultraderecha solo conjugan los verbos poseer, manipular, mandar y dictar.
Y parece que han querido clonar la campaña de aquel señor bajito, con bigote y siniestra sonrisa, el mismo que nos llevó a una guerra injusta, el mismo que negó, junto a aquellos Zaplana y Acebes, la autoría del doloroso atentado del 15M, el mismo que cabreó a toda una ciudadanía indignada, triste y decidida, el mismo que recordaba ayer mi estimado Xipell con una estupenda crónica del pasado en la que dibujaba con maestría a este señor -tan orgulloso de formar parte de la trágica foto del trío de las Azores- junto a otro señor provincial vestido de negro, e imputado y condenado por varias causas, al que había que pedir permiso para vivir y trabajar.
Aquellos referentes y modelos políticos Fabra, Zaplana y Aznar parecen ser lo mismo que hoy persigue la derecha autonómica y su ultraderecha. Igual estoy equivocada, puede ser, pero muestran que no han abandonado la caverna y no parece que lo vayan a hacer. Siguen basando sus estrategias en aquello de “váyase señor González” “váyase señor Zapatero” “váyase señor Sánchez”.
Y, al parecer, no dan para más, lo mismo está pasando en Castelló, València y Alicante. Y, por cierto, de tanto insultar y maltratar las instituciones públicas están desprestigiando a su autonomía, a sus ciudades y a sus pueblos, sin calibrar la irresponsabilidad, el daño y la destrucción que están provocando.
Hablan de Castelló, -y de València-, como si fuéramos una ciudad marginal, peligrosa, conflictiva y negativa. Han llegado a comparar Castelló con el Bronx neoyorquino en sus peores tiempos. ¿Saben de qué están hablando?. ¿Son conscientes del daño que hacen a Castelló hablando de una ciudad marginal, oscura y peligrosa?. ¿No se han enterado, pues, de que, por fin, hay un Plan General legal de desarrollo urbanístico y que unas cuantas empresas, algunas muy importantes, han puesto ya su mirada de futuro en Castelló?. Y, algo doliente, ¿por qué siguen mintiendo a la ciudadanía sobre situaciones urbanísticas y jurídicas en vías de solución desde hace décadas diciendo que los están engañando?.
Mientras escribo este artículo suena en la radio una de las canciones más bellas y tristes de nuestra transición y democracia. Un tema que, por cierto, lleva a la ignorancia de los fascistas a bailarla como si fuera un mega éxito de los setenta, -doy fe-, y es una jodida ignominia, produciendo demasiada tristeza. Vuelvo a escuchar y vibrar con Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzman y la piel se me pone tremendamente chinita. ¿Recuerdan? Esa letra, ese momento en el que estaba prohibido decir aquello que nos martirizaba. Hoy vuelvo a sollozar y estremecerme. No somos ninguna coreografía.
Señora azul, sabemos tu intención.
La frustración que te hace obrar así
Señora azul, ¡qué lástima nos das!
La mediocridad está en tu corazón.