VALÈNCIA. Un alcalde en retirada con su partido escogiendo una lista renovadora; un líder de la oposición que es reemplazado por causas externas cuando está en su mejor momento; una candidata socialista que dirige una formación rota; un portavoz de Ciudadanos que repetirá casi a regañadientes y un concejal de Vox que espera seguir aunque no depende de él. Este es el mejunje que fermenta en la capital de la Ribera Alta, Alzira. Pocas localidades en la provincia -y ninguna de esta dimensión- presentan un panorama tan enrevesado a cuatro meses de las elecciones.
Quizás ese carácter poliédrico que hizo a la ciudad bañada por el Xúquer convertirse en uno de los baluartes culturales islámicos y, posteriormente, en villa de descanso de Jaume I, explique la complejidad de la política local, con sus múltiples vertientes. Sus diferentes facetas las plasman los distintos gobiernos que la han dirigido, que han pasado de PSPV a PP y, en la actualidad, a Compromís, aunque con proliferación de partidos independientes y con tendencia natural a anticiparse en la aparición de nuevas formaciones.
Toda esa heterogeneidad ha estallado en la digresión de los últimos meses. El último episodio lo ha protagonizado esta semana Enrique Montalvá, escogido en 2019 por la candidatura del PP, que, después de amagar con pasarse al grupo de no adscritos, ha acabado renunciando a su escaño local.
"Hoy he devuelto el acta de concejal después de 16 años de duro trabajo en política. Sigo teniendo muchas ganas de trabajar por el sector agrario y por la gente que me necesita", ha lanzado a modo de advertencia de que piensa continuar en la brecha y con la mirada puesta en Vox. En el pleno de ayer se despidió entre el atronador silencio de su formación, plagado de duelo interno (en el ámbito local) y de tenso cruce de dedos (en otras esferas extramunicipales).
Se ha marchado para mostrar su oposición a la decisión del Partido Popular a escala regional y provincial de imponer como alcaldable a un candidato a quien Montalvá conoce bien porque compartió gobierno con él guiados por la vara de mando de Elena Bastidas, actual diputada autonómica. Se trata de José Luis Palacios. La decisión del PP no tiene marcha atrás. Le falta ensamblar las piezas para lograr un mínimo grado de aceptación por parte de la militancia local, que no cesa de exhibir en redes sociales su respaldo al actual presidente en el municipio, José Andrés Hernández, como cabeza de lista.
El aludido, de momento, prefiere guardar silencio. Hace un par de meses se veía con fundadas opciones de alcanzar la alcaldía. Lo hacía mientras contemplaba la renuncia del actual primer edil, Diego Gómez, a volver a presentarse como cabeza de lista de Compromís per Alzira, la coalición que ganó las elecciones de mayo de 2019 y sumó nueve concejales, por delante de los seis del PP, los tres del PSPV, los dos de Ciudadanos y el de Vox.
Gómez se había convertido en el segundo principal adalid (por tamaño de término municipal dirigido) compromisario en la provincia tras el mismísimo alcalde de la capital autonómica, Joan Ribó. Al igual que en el caso de este último, su asamblea local también clamaba por su continuidad. No obstante, Gómez prefirió marcharse alegando -sin retractarse posteriormente- fin de ciclo y nostalgia de las aulas, donde ejercía su profesión de maestro.
A partir de ahí se abrió un proceso que, de rebote, afectó a toda la candidatura. No hubo consenso asambleario para ratificar al ingeniero agrícola Alfons Domínguez, ungido como heredero político por el propio Gómez, por lo que Compromís per Alzira se abocó al proceso de primarias. Esto conllevó la aparición de un segundo aspirante a la alcaldía, Emili Cases.
Ambos han superado la fase de recogida de avales, al igual que el resto de aspirantes a ediles, entre los que despunta el director general de Transparencia, Atención a la Ciudadanía y Buen Gobierno en la Generalitat, Andrés Gomis, que fue quien tuteló inicialmente el proceso hasta que resultó imposible llegar a un acuerdo previo a primarias. Todo queda, por tanto, abierto para la votación, que tendrá lugar entre los días 8 y 10 de febrero y determinará el alcaldable por Compromís y el equipo que le acompañe. Mientras, se está llevando a cabo la campaña interna.
Y si ninguna de las dos formaciones más votadas en 2019 tiene candidato decidido, en el resto con representación en el consistorio, aunque sí que cuenten con líder aparente, las aguas igualmente andas revueltas.
El PSPV intenta, por enésima vez, rebrotar de las cenizas en las que quedó sumido en 2003, hace ya dos décadas. Desde entonces, no levanta el vuelo. En la actualidad dispone de una séptima parte de los munícipes del pleno. En mayo lo volverá a intentar con la periodista Gemma Alós al frente después de superar un enrevesado proceso de elección interna que estuvo a punto de derivar en gestora y que acabó con un pacto entre las dos vertientes del partido cogido más que con pinzas. El resultado consiste en una apatía de gran parte de las bases -la dirección reduce el desapego al 20% de la agrupación- de implicarse en la cuita electoral y en una campaña de Alós que adquiere visos de quijotesca.
Quizás tanto como la del portavoz de Ciudadanos, Miguel Vidal, que tras repensarlo decidió no abandonar y continuar enarbolando la desgarrada bandera naranja. Lo hará ya sin su antaño compañera, Clara Aledón, que en octubre dejó la formación aunque no el acta, por lo que acaba el mandato como no adscrita. Proclamado alcaldable con insistencia por el comité ejecutivo autonómico de Cs, en los próximos meses se verá si Vidal continúa en la renqueante barca ciudadana y llega a la orilla de las elecciones de mayo.
Aledón acompañó su marcha de octubre con la afirmación de que le gustan "los partidos de derecha", con cierto guiño hacia Vox que fue rápidamente respondido por esta formación girando la cabeza y dándole la espalda al acusarla, de manera directa, de "falta de ética" por no dejar su acta.
Y mientras a Vox le aparecen simpatizantes entre otros grupos, como el propio Enrique Montalvá, que anunció su afiliación el pasado lunes aunque desde el partido de Santiago Abascal este martes la negaban, sigue sin tener candidato a la alcaldía. Se presupone, y él insiste bajo ese supuesto en postularse, que lo será su actual edil, Ricardo Belda. No obstante, en un partido en el que las decisiones se toman desde Madrid y se acatan en cada agrupación, resulta difícil dar algo por sentado. De ahí que el citado Belda muestre su disponibilidad con bastante precaución.
Con todos los partidos soliviantados, la localidad celebró ayer un nuevo pleno municipal. Más que mirar a sus contrincantes políticos, a cuatro meses de las elecciones cada formación se observa a si misma, a su interior, donde no existe lo que podría catalogarse de paz. En ninguna.