VALENCIA, (EP). Trabajadores del Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) relataron presuntas "irregularidades" cometidas en el museo durante la etapa como directora de Consuelo Ciscar, así como órdenes dadas por ella para que las quejas que pudieran plantear se le comunicaran verbalmente y nunca por escrito.
Así se desprende de las declaraciones realizadas por empleados de la institución cultural ante el Grupo de Delincuencia Económica de la Brigada Provincial de la Policía Judicial que figuran en el sumario de la causa que investiga las supuestas irregularidades cometidas en la gestión de Ciscar al frente del IVAM.
En este caso, que recae en el juzgado número 21 de Valencia, se encuentran investigados, además de la exdirectora, los que fueran subdirectores de Administración y Finanzas del centro de arte, Juan Carlos Lledó; de Gestión Interna, Juan Bría; de Publicaciones, Norberto Martínez; y Técnico Artística, Raquel Gutiérrez, así como un empresario, el administrador de Valsatrans y Logística del Arte, Enrique Martínez.
Así, uno de los testigos afirma en su declaración, a la que ha tenido acceso Europa Press, que el procedimiento para encargar las publicaciones del IVAM sufrió cambios desde la llegada al museo de Ciscar y Lledó que, a su juicio, "perjudicaban la transparencia y la neutralidad del proceso". En concreto, explica que desde ese momento dejó de proponer a un mínimo de tres empresas a las que se pedía presupuesto para otorgarles los contratos y que pasó a se Juan Carlos Lledó quien designaba a las compañías.
Otro de los aspectos considerados como "irregulares" en el proceso de adjudicación es que en algunos de los concursos, momentos antes de cumplirse el plazo para la presentación de los presupuestos por las empresas que optaban a ganar la puja, Lledó recogía los expedientes de la propuestas recibidas hasta el momento, llevándoselas supuestamente para su estudio, resultando que "extrañamente" momentos antes de finalizar el plazo se recibía por correo electrónico en las oficina del IVAM el presupuesto de una de estas empresas que hasta el momento no la había remitido resultando ser más barato que cualquiera de los presentados hasta ese momento.
En las declaraciones, algún trabajador admite haberse sentido "presionado" ante las posibles represalias que se podían tomar contra él y describe el "ambiente de miedo" que invadía el IVAM por esas fechas, puesto que, según su versión, la personalidad de Ciscar era "agresiva e intimidatoria", ya que eran comunes los gritos y arrebatos de violencia e su lenguaje y gestos, llegando a tirar al suelo un ordenador en una ocasión, según figura en la documentación del sumario.
Los empleados aluden también a cuestiones relacionadas con la contratación del transporte para el museo. En este sentido, otro trabajador relata que en 2005 hizo un informe desfavorable ante la realización de un traslado de obra de arte, lo que remitió por correo electrónico a la directora del IVAM, que esa misma tarde se presentó en su oficina, junto a la entonces jefa de gabinete de Ciscar, Raquel Gutiérrez, para transmitirle "en tono imperativo que nunca más se enviaran informe o queja por escrito, que lo que tenía que hacer era decírselo verbalmente a ella".
Además, otro miembro de la plantilla narra que al IVAM se le ofreció una aplicación informática con coste cero que fue rechazada pero que, sin embargo, meses después se le indicó que debía firmar una propuesta de gasto para realizar un proyecto de similares características con otra empresa que sí suponía un desembolso económico, a lo que se negó.