Dicen que perder no suele sentar bien, pero cuando esto sucede en situaciones poco éticas, desde luego sienta fatal. Cuando uno presenta una oferta en un concurso público sabe siempre que compite con otras tantas empresas, que, con mayor o menor experiencia, presentan una oferta que sin duda podrá ser mejor o peor considerada frente a la tuya. El ajuste de la propuesta económica es en ocasiones determinante en esta vorágine de lo público por adjudicar a la oferta más barata, algo que suele ser una buena estrategia salvo que compitas contra alguien para el que ese concurso estaba ciertamente trabajado.
Hace ya unos años evidencié públicamente un hecho que personalmente me parece cuando menos poco ético. Algunos profesores con altos cargos de la Universitat de València se presentan sin ningún pudor a concursos públicos como mínimo de manera sospechosa para afortunadamente ser adjudicatarios, incluso ofertando muy por encima de la media en lo económico.
Me indigna, sí señor, ver como la misma universidad pide luego a estas empresas puestos de becarios para que sus alumnos puedan hacer prácticas, me indigna que después nos llamen para participar en foros turísticos como empresarios para aportar nuestra opinión, pero me indigna más que estas mismas universidades o algunos de sus departamentos sean beneficiarios de importantes convenios de colaboración que al parecer nunca son suficientes y necesitan ser cumplimentados con más proyectos de consultoría en los que compiten con el resto de empresas del sector, cuando menos de una manera ciertamente dopada.
Estoy convencido que legal debe serlo, no creo que en los tiempos que corren una Universidad entre a juegos no legales, pero ético lo que podemos entender como ético, lo siento, pero no creo que lo sea.
Siento hablar en general de una universidad como es la de València, dentro de la que tengo grandes y buenos amigos, a los que considero, respeto y comparto continuamente estas situaciones, pero lo siento, el pecado de omisión también existe en estos momentos.
Queremos dar salidas profesionales a los alumnos de nuestras carreras y al tiempo limitamos la posibilidad de trabajo de sus futuros empleadores, compitiendo sin duda totalmente dopados, no olvidemos que los despachos y los salarios de estos competidores salen de los impuestos que pagamos todos, incluso nuestras empresas. Si hubiera ganado este concurso, con toda seguridad hubiera incorporado más de un consultor, algo que el adjudicatario actual "la Universidad de Valencia", cubrirá con becarios y profesores que sin duda deben tener una experiencia histórica en la redacción de planes estratégicos de turismo con la que poder sacar 20 puntos frente a mis 13 puntos conseguidos con 25 años de experiencia profesional en el desarrollo de planes estratégicos de turismo por medio mundo.
Dice el dicho popular que quien no llora, no mama y de ahí de mi necesidad de vomitar este artículo que espero llegue a algún lugar. No sé si alguien en algún sitio reflexionará sobre esta situación e incorporará al Código Ético de la Universitat de València, no competir con la iniciativa privada en proyectos que poco o nada tienen que ver con la investigación. Señores que estamos hablando del Plan estratégico de Turismo de un municipio como Cofrentes de 1.125 habitantes adjudicado por 51.000 euros. Imagínense, la Diputación de Castellón acaba de publicar uno para toda la provincia por 58.000 euros; vamos, que el presupuesto de Cofrentes estaba sin duda muy por encima del actual mercado de contratos menores, al que estamos acostumbrados para proyectos de consultoría turística.
Seguramente muchos de los que me lean pensaran que este artículo de opinión es fruto de un rebote, de alguien que ha perdido un concurso por 3 puntos, y lo es, pero sin duda no habría publicado nada si el primero tuviera como apellido SL o SA, porque de eso se trata cuando concursas, de hacerlo en pública y libre concurrencia, pero sobre todo en igualdad de condiciones.
No me considero un mal tipo, ni si quiera alguien al que le gusta entrar en confrontaciones, pero los que me conocéis sabéis que sin duda odio las injusticias de todo tipo y ahí siempre me tendréis luchando, sean del tipo que sean, y sean realizadas por quien sea, sin duda esta lo es y mucho. Me gustaría conseguir con estas líneas que alguien en algún sitio de esa y de otras universidades reflexione e incorpore en sus códigos éticos alguna cláusula que limitara algo que, sin duda, si la Ética fuera algo más que una palabra, no haría falta incorporar en ningún clausulado.
Alberto Galloso es director de Soluciones Turísticas