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el sur del sur  / OPINIÓN

A la derecha del PP 

30/06/2024 - 

Si la semana pasada me detuve en analizar lo que pasaba en los partidos a la izquierda del PSOE, esta vez conviene analizar lo que sucede,  grosso modo, a la derecha del Partido Popular. En estos momentos, el bloque de la derecha goza de una ventaja importante, de más de 10 puntos sobre la izquierda, de acuerdo con las últimas elecciones europeas. Sin embargo, como dije la semana pasada, Pedro Sánchez sigue vivo y coleando. En estos momentos, para que el PSOE pueda tener opciones de repetir en la Moncloa, necesita que a su izquierda solo exista una opción (de momento Sumar), y que a los nacionalismos (soberanistas) periféricos les vaya bien en sus territorios.

Sólo el comodín logrado por Sánchez en las europeas explica el pacto para la renovación del Poder Judicial, más allá de la letra pequeña que se disputa con el PP, y se explicaría que en los próximos meses veamos los acuerdos entre los dos principales partidos para renovar otras instituciones, con mandatos caducados o expirados, como el Banco de España o RTVE, entre otros. A Sánchez solo le queda solventar la papeleta catalana: con Illa de presidente, o sin él. Aunque pase lo que pase, a todas las formaciones del pacto de investidura les conviene seguir con el actual escenario. Y la prueba la veremos si hay o no Presupuestos Generales del Estado (y hasta dónde cede el PSOE para que ese documento se apruebe).

Pero la alternativa ya la conocen todos ellos: un Gobierno de PP-Vox. Y quién sabe si con Alvise Pérez con cierto protagonismo. Con la ventaja que tiene el bloque de la derecha, sería lo más lógico. Así que entramos en un periodo de tacticismo puro: se juega la continuación del mandato. Y para ello, se tiene que dar uno de los dos elementos: o Illa, presidente de Cataluña, o Presupuestos Generales del Estado. Se pueden dar los dos. Pero si no se dan los dos a la vez, entonces sí que vendrán las cábalas, aunque los socios de investidura vean al lobo, o el espacio a la izquierda del PSOE no se recompone (creo, a riesgo de equivocarme, que ya no vale ni sumar ni con Yolanda Díaz), en tiempo y forma. 

Así que en este tiempo de escueta paz, en la que Sánchez quiere pactos (y Feijóo también), y de ahí la ira de los extremos, al PSOE le interesa estirar la cuerda todo lo que pueda. Por varias razones: necesita bajar el suffle de la polarización, y que de esta manera las polémicas del PP y Vox tengan más visibilidad; necesita que la aministía se ejecute, aunque habrá casos aislados de imposible aplicación; necesita que su espacio a la izquierda se recomponga con nuevos actores (y con el electorado de Podemos dentro); necesita solventar la financiación, la singular de Cataluña y la del resto (cosa que sólo sucederá haciendo la tarta más grande y dando a repartir más). Y que la economía siga bien con este revés y no se den otros elementos de geopolítica que golpeen a la globalidad mundial.

Si eso sucede, el PP, y sobre todo, sus barones podrán hacer lo mismo: alcanzar pactos con las federaciones del PSOE y afianzar la centralidad. De lo contrario, a la derecha del PP también habrá partido, y las polémicas no cesarán. Sólo hay que ver el poco desgaste que ha tenido Vox en aquellos territorios en los que no hace tanto gobernaba la izquierda y apenas ha menguado su respaldo. Baleares es el paradigma, con un presidente del Parlamento, Gabriel Le Senne, en el ojo del huracán y cuestionado por muchas facciones del PP. Se le sostiene por pura estrategia de duración del mandato.

Y con ese escenario, falta ver el recorrido de Alvise Pérez y Se Acabó La Fiesta. Solo una repetición electoral, la más probable, en Cataluña, nos puede ayudar a ver qué intensidad tiene este movimiento y qué replicabilidad tiene en determinados territorios. De momento, es un fenómeno fundamentalmente urbano, de voto joven y cabreados de Vox.

Sin elecciones a la vista, salvo en Cataluña, y si Sánchez no despeja papeletas, pues el escenario también le viene bien a Carlos Mazón: tiene el relato del Gobierno que niega la financiación y el agua a la Comunitat (aunque algunas cifras digan lo contrario); y mantiene las polémicas con Vox -como la del Orgullo- que permiten que la Generalitat siga desmontando al Botànic sin apenas desgaste. E incluso los de Santiago Abascal se permiten el lujo de desafiar gobiernos por el reparto de menores que llegan a Canarias. Es decir, miel sobre hojuelas. Así que mientras hay ruido, al PP ahora le va bien siempre y cuando a su derecha todo se quede como está, salvo que el efecto Alvise vaya a mayores; Sánchez necesita ganar tiempo, y mucho. Ahora bien, en esto de la política, y máxime la de los últimos tiempos, cualquier elemento, por lejano que sea, lo puede cambiar todo.

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