MADRID. La Service Point Solutions (SPS) de diciembre 2020 tiene poco (o nada) que ver con la de 2013 (algo obvio tras el duro proceso de reestructuración de su negocio tradicional). Tampoco con la de 2019: en octubre 2020, se produce la compra de Scytl, compañía de referencia en voto electrónico; un nicho de alto crecimiento del sector IT.
Pese a que la integración operativa de Scytl bajo el control de SPS (y Paragon) no ha hecho más que comenzar (lo que explica el elevado nivel de incertidumbre), el escenario que planteamos debiera permitir a SPS alcanzar niveles de facturación de c. 24 millones de euros en 2022e (c. 70% correspondiente a voto electrónico). Para contextualizar el salto de
escala, los negocios tradicionales de SPS facturaron c. 8 millones de euros en 2019
La adquisición de Scytl no debe verse como excepcional sino que marcaría el inicio de un giro estratégico de calado hacia IT, sector con mejores perspectivas de crecimiento que el negocio tradicional de impresión digital. Con el apoyo financiero y know how de su accionista de control.
La oportunidad de crecer parece atractiva. Pero el riesgo de ejecución (obvio cuando Scytl se adquiere en concurso de acreedores) también es muy significativo. Al final todo pivota sobre la incógnita de que la integración de Scytl se ejecute con éxito. Aunque hoy dos hechos son incontestables: no hay descuento por múltiplos (EV/Vtas 2021e: c. 3x; en línea con el sector IT). Y no esperamos generación positiva de FCF hasta 2022.
El reto intelectual se reduce a objetivar si SPS llegará a beneficiarse 'de verdad' de la posición competitiva de Scytl (y de su apalancamiento operativo). Hoy estamos todavía ante 'un acertijo' para cuya resolución empezaremos a tener pistas con la evolución del negocio en 2021e (¿Rdos. 1S21?). Y que el 'señuelo' de un potencial despegue de EBITDA y FCF a partir de 2022e, aconseja no perder de vista.
David López es analista de Lighthouse