B. Berlanguiano, -na.
VALÈNCIA. El adjetivo «berlanguiano, berlanguiana» está aceptado en la Real Academia Española desde finales de diciembre de 2020, aperitivo ideal para la llegada de un Año Berlanga del que ya se dejan ver los primeros eventos. La incorporación no pasó desapercibida para la crítica cinematográfica; y es que la aceptación llega tarde. Se incluye diez años después del fallecimiento del conocido y popular cineasta al que hace referencia. Quien propuso la inclusión oficial al léxico de la Academia fue José Luis Borau, y tampoco él vivió suficiente como para ser testigo del triunfo de su demanda. Así que llega tarde y con ese carácter escueto y torpe que caracteriza a la academia de la lengua. La entrada dice así:
Berlanguiano, na. 1. adj. Perteneciente o relativo a Luis García Berlanga, cineasta español, o a su obra. Estudios berlanguianos. 2. adj. Que tiene rasgos característicos de la obra de Luis García Berlanga. Una situación berlanguiana.
La RAE deja el término sujeto a una interpretación demasiado amplia, en la misma línea que con otros calificativos relativos a ilustres artistas: «daliniano, na», «picassiano, na», «goyesco, ca», «becqueriano, na», «quevedesco, ca», «gongorino, na»… El director y guionista valenciano se suma a esta retahíla de adjetivos estilísticos y no es el único en aparecer en la revisión 23.4 del Diccionario de la lengua española. Lo hace junto con «galdosista» —definición igual de aburrida que la que atañe al cineasta—, escenario que no da lugar a dudas de que, con el tiempo, se aceptarán términos como «medemiano» o «almodovariano» / «almodovaresco». Y no hace falta ser una gurú del lenguaje ni del cine para entender que eso también pasará. Y con suerte y esperanza, ojalá que también ocurra con apellidos de directoras, que nuestra cinematografía cada vez tiene más e igual de ilustres.
En un año repleto de exposiciones, homenajes y proyecciones en torno a la figura del cineasta, se vuelve conveniente acotar la definición antes de que se haga un vulgar abuso de la palabra. O, al menos, intentarlo.
* Lea el artículo íntegramente en el número 79 (mayo 2021) de la revista Plaza