Álvaro Pérez, Pablo Crespo y Francisco Correa no contestan a ninguna pregunta sobre Feria Valencia "al tener causas abiertas podrían perjudicarles", pero hacen las delicias de los presentes con sus comentarios
VALÈNCIA. La comparecencia de la cúpula de Gürtel en la comisión de investigación de Feria Valencia no ha dejado indiferente a nadie. Sobre el tema principal, la gestión en la Feria y los negocios entre sus anteriores responsables con Orange Market, nada de nada. Pero tanto Álvaro Pérez, el bigotes, como el cerebro de la trama, Francisco Correa, dejaron perplejos a los diputados con sus declaraciones.
Los tres llamados a declarar –Correa, Pérez y Pablo Crespo– han seguido el guión previsto argumentando que no iban a contestar preguntas porque mantienen diferentes causas abiertas en el plano judicial, pero que cuando todo el tema de juzgados termine estarán "encantados" de volver a Les Corts y contestar cuantas preguntas les hagan.
Es más, el bigotes ha despertado la curiosidad de los presentes al decir: "Yo tengo palabra y honor, y les doy mi palabra y mi honor de que algún día iré para que usted escuche la cara B del disco, que a veces es mucho mejor que la cara A y desgraciadamente usted y ciudadanos de la Comunitat y España en general solo han escuchado una cara del disco, pero aquí hay muchas más caras y no son todos los que son ni están todos los que deberían estar".
Ya fuera del paripé de una comisión sobre la cual ni la Fiscalía Anticorrupción ve indicio de delito alguno, sí hay que reconocer que ha habido dos declaraciones que han sido ampliamente comentadas. Una, la de Pérez, por lo gracioso de sus comentarios más allá de la supuesta cara B del asunto a debatir. La segunda, la de Correa, por el ‘involuntario’ dardo envenenado que le ha lanzado tanto al PP como a la exministra popular, Ana Mato.
El momento jocoso del día lo ha provocado Álvaro Pérez al pedir que le dejaran marcharse. El bigotes ha explicado que está estudiando un curso de cocina en la prisión de Valdemoro y, ha añadido: "Estamos pochando, no me puedo perder las lecciones que luego me hacen exámenes". Ese momento ha provocado alguna sonrisa y varias risas.
El otro momento para el recuerdo ha sido el protagonizado por el cerebro de la trama Gürtel, Francisco Correa. Pese a que en un principio el jefe de la banda no quería contestar, ha sufrido un momento de subidón y se ha marcado un ‘speech’ de casi 15 minutos.
Entre las perlas que ha dejado Correa sobresale, a años luz de las siguientes, su frase sobre la exministra de Rajoy, Ana Mato, y su exmarido, el también popular Jesús Sepúlveda. Correa ha dicho: "Cómo no voy a hacer un regalo a un cliente fantástico mío. Cómo no voy a regalar unos payasos a Ana Mato o a Sepúlveda que son amigos míos". Esta declaración ha llevado a que los presentes se mirasen los unos a los otros con cara de incredulidad. ¿Era cierto? ¿Ha dicho lo que ha dicho? Sí, Correa admitió que hacía regalos a los políticos, pero lo justificó como "una estrategia de marketing" que todas las grandes empresas utilizan.
Como ejemplos ha aseverado que Iberdrola "invitó a 150 periodistas con sus mujeres al Mundial, que una empresa de porcelana, alquiló el Queen Elisabeth e invitó a los mejores constructores porque eran sus mejores clientes" y que los laboratorios farmacéuticos invitan a los médicos a congresos en Tokio, Nueva York o Río de Janeiro. "Esto en marketing es una práctica habitual", ha explicado, y se ha mostrado convencido de que si "en vez del PP esto fuera una multinacional", él no estaría en prisión.
Tal era el entusiasmo de Correa que ni los medios de comunicación se han librado del dardo de su palabra. "En este país hay televisiones que solo se dedican a generar odio. Las cosas no son como dicen algunas televisiones, pero tienen un share que les viene bien. Parece que están retransmitiendo un partido. Ni uno solo en esta empresa tiene antecedentes penales", aseguró.
Hubo comentarios incluso sobre el estado físico de Francisco Correa. Una diputada le ha dicho que lo ve "peor" que antes de entrar en prisión, desmejorado. Ante tal afrenta, el aludido no ha podido callar y ha contestado: "Estoy mejor que antes de entrar en prisión. He perdido peso, aquí hago siete u ocho horas de ejercicio diario. Hasta estoy mejor mentalmente". ¿Vigorexia carcelaria? Eso merece otra comisión de investigación.