VALÈNCIA. (EFE) El administrador de la Fundición Capa, Fernando Capa, responsable de la fundición póstuma de la obra de Gerardo Rueda, ha explicado este martes que nunca tuvo duda alguna de que siempre ha trabajado con piezas originales, a pesar de que quien las encargó fue el hijo adoptivo del artista.
Capa ha declarado en calidad de testigo en el juicio que acoge la Audiencia de Valencia contra la exdirectora del IVAM Consuelo Císcar, el exresponsable de finanzas del museo Juan Carlos Lledó, y el hijo adoptivo del escultor Gerardo Rueda, José Luis Rueda, por la adquisición para el museo, por más de tres millones de euros, de obras de arte cuya originalidad se cuestiona puesto que fueron fundidas tras la muerte del artista.
“El valor de una obra póstuma es subjetivo, en función de si se ha seguido la filosofía del autor y si se ha hecho o no con acierto”, ha asegurado este especialista.
Sobre su relación con el escultor madrileño, ha explicado que, en un momento dado, “Gerardo tenía poco presupuesto para fundir una obra, yo le planteé para poderlo hacer seguir el mismo proceso que para los collages, es decir, buscar en la chatarrería material. Fuimos a una chatarrería en Arganda y fue un descubrimiento para él”, ha explicado.
A partir de estas piezas encontradas en la chatarra se fundió el primer Gran Relieve (actualmente en el Reina Sofía), y el segundo (vendido al IVAM) “se hizo a partir de esas piezas seleccionadas por él”, ha insistido.
“Cuando se plantea hacer el segundo Gran Relieve tomamos piezas de las seleccionadas en la fundición, el autor no me expresó si quería hacer dos, tres o 27. Se siguió el mismo proceso, ya no había que interpretar una obra bidimensional, sino que había un desarrollo anterior”.
Sin embargo, ha matizado que “cuando se ejecuta una pieza siempre hay cierta transformación, no es un método objetivo y fiable, hay parte de subjetividad y pérdida en los procesos que se utilizan”.
Asimismo, ha opinado que “Gerardo Rueda sí tenía intención de hacer grandes piezas, por todo el material que se llevó de la chatarrería”, aunque posteriormente ha aclarado que, en vida, sólo realizó tres en la Fundición Capa.
“En escultura, normalmente no se puede objetivar que una reproducción sea el 100 % idéntica, el tamaño afecta a los materiales, no son cosas mecánicas, a los profanos les cuesta de entender. A veces no es posible dar un baño o un cromado a una pieza de cierto tamaño, por lo que se eligen otros materiales similares”.
Em la sesión de este martes ha declarado, también, la actual técnico de exposiciones y exdirectora del área artística del IVAM, Raquel Gutiérrez, quien estuvo imputada en los primeros momentos de la instrucción, aunque hoy ha comparecido en calidad de testigo.
Ha señalado que jamás la que fue su jefa, Consuelo Císcar, le propuso hacer nada ilícito, y que ella “supervisaba todo”.
Sobre el proceso de adquisiciones de obras de arte, ha señalado que “el precio nunca se negociaba, venía marcado por la parte que ofertaba”, aunque en ocasiones “Tomás Llorens -exdirector del IVAM y especialista externo que formaba parte de la mesa de contratación- podía proponer rebajas u opinar sobre el precio”.
“Los miembros de la comisión de adquisición siempre supieron que se compraban obras póstumas, y de hecho se hizo un contrato para fundirlas. Estaba claro que se conocía que eran obras que había que reproducir tras la muerte de Gerardo Rueda”, ha declarado Gutiérrez.
Los magistrados concluyen que las obras del citado escultor vendidas al museo eran "auténticas" y el precio que se pagó por ellas "fue acertado o en su caso muy beneficioso"