VALÈNCIA. La próxima primavera se cumplirán diez años desde que viera la luz un family office, es decir, una empresa que gestiona el patrimonio íntegro desde las inversiones financieras, empresariales e inmobiliarias hasta la sucesión pasando por la fiscalidad. A priori era uno más del boom que se vivía entonces en la banca privada. Pero más de uno sabía que llevando el cuño Martinavarro la cosa no iba a quedar ahí. Y así fue.
Enrique Martinavarro, conocido empresario castellonense del sector hortofrutícola, se reunió con un reducido y selecto grupo de inversores: Iñigo Resusta Covarrubias, Jorge García González, Ignacio Contreras y Pedro Urbina, que se incorporó posteriormente. Nacía el grupo Auriga.
Diez años después se ha convertido en un potente grupo financiero con diferentes divisiones -y filiales- que mueven millones y millones. Desde sociedad de valores (Auriga Global Investors) hasta la primera plataforma online de compra/venta de bonos en España para inversores particulares (Auriga Bonos), sin olvidar su propia gestora de instituciones de inversión colectiva y hasta una entidad especialista en la financiación de pymes (Alterfin y su filial Finalter). Ésta última aportó el pasado año 240 millones de euros a más de un centenar de pequeñas y medianas empresas.
Precisamente Finalter acaba de recibir el visto bueno de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para poner en marcha una plataforma de crowdlending y equity crowdfunding. Pero no una cualquiera sino la primera empresa en ofrecer los cuatro tipos de crowfunding que existen.
La compañía ofrecía hasta ahora la captación de financiación a través de dos tipos de crowfunding, el de donación (donation based crowfunding) y el de recompensa (reward based crowfunding), que no necesitaban autorización por parte de la CNMV. Ahora, amplía su oferta de financiación alternativa añadiendo las de préstamo (crowlending) e inversión (equity crowfunding). Asimismo, Alterfin completa su actividad con otras vías como puede ser la estructuración, la emisión de bonos o el direct lending.
Estas nuevas vías de financiación permiten a los inversores formar parte de la compañía, como es en el caso del equity crowfunding, obteniendo una participación dentro del capital de la empresa. Mientras que por su parte, el crowlending permite al inversor que realiza un préstamo a la empresa obtener unos determinados intereses a cambio.
El volumen de transacciones en 'crowfunding' en España en 2015 era de casi 30 millones de euros frente a los más de 100 de 2017