VALÈNCIA. Hace un año juraron o prometieron su cargo y enarbolaron la vara de mando de sus municipios. Iniciaron, por primera vez, su gestión al frente de alcaldías. Transcurridos 12 meses han tenido tiempo de calibrar su ilusión, ganas o ambición para liderar la maquinaria de su ayuntamiento. También han visto cómo pasar de la oposición -para quienes ya acumulaban experiencia en la corporación- al gobierno conlleva unas ventajas y un desgaste.
¿Quiénes han destacado más en este periodo? Las direcciones de las principales formaciones no quieren decantarse públicamente, aunque sí deslizan nombres. Estos suelen coincidir con la opinión de avezados responsables comarcales o de militantes sin cargo relevante en el presente y baqueteados en escrutar el panorama electoral y en detectar mirlos blancos o políticos que han cedido frente a la maquinaria burocrática. Ante las preguntas, observación y escucha emergen algunos de esos nombres como top de alcaldes novatos o debutantes.
Quizás por su experiencia anterior como concejal de gobierno y oposición, la actual diputada de Hacienda, Laura Sáez, del PP, despunta por su solvencia como alcaldesa de Carlet. Su caso, en el que el bagaje resulta un tesoro si se administra y traslada con eficacia, podría equipararse al de la socialista Lorena Silvent en Catarroja. Tras ocho años de vicealcaldesa, se comió políticamente al alcalde de Compromís y ganó en un municipio que lídera con desparpajo.
Silvent dirige uno de los escasos municipios de los 20 más poblados de la provincia con neófito en la alcaldía. Si descontamos la capital (cuya alcaldesa, María José Catalá, ya tiene desenvoltura contrastada en el cargo que hereda de su etapa de primera edil en otra ciudad), Amparo Folgado, máxima munícipe de Torrent, no entraría en esta clasificación porque ya adquirió la máxima responsabilidad de su populosa urbe entre 2012 y 2015. En 2023 ha vuelto, no ha empezado, aunque, como ella matiza, la coyuntura es diferente.
Sí debuta el alcalde de Alzira, Alfons Domínguez, de Compromís. Ajeno al mundo de la política, este ingeniero agrícola logró salvar la vara de mando para su formación in extremis con un pacto con Ucin, integrado por ex del PP. El día a día de la sexta ciudad de la provincia parece devorarlo, aunque tuvo la habilidad de abanderar el ´rescate´ médico de su convecino hospitalizado en México.
Tras Sáez y Silvent (o al mismo nivel, porque se trata de destacar a un grupo dentro de muchos que han demostrado méritos, no de que compitan entre ellos), se sitúan dos alcaldes que coinciden en gobernar en una coalición compleja, dirigir ciudades con más de 20.000 habitantes y haber sido escogidos casi a última hora por sus respectivos partidos. Les han sorprendido por bien.
Por un lado, el socialista Javier Mansilla, en Manises, la undécima urbe en población de la provincia, ha sabido sobreponerse a la pugna por la alcaldía con Compromís, configurar un gobierno aparentemente sólido y emerger en un tema tan delicado como la ampliación del aeropuerto.
Por otra parte, el popular Abel Martí, primer edil de La Pobla de Vallbona, de donde, de manera inesperada, desalojó al asentado alcalde de Compromís y supo cuadrar un acuerdo de gobierno con dos partidos locales (Centrats y CUPO), que le supondrá rotar en la alcaldía. La agilidad de su gestión y la cercanía de hijo de laborioso dueño de bar son dos facetas que recalcan de él.
En este listado no pueden faltar dos alcaldesas de grandes localidades -y vecinas- que han irrumpido con fuerza. Se trata de Paqui Bartual, del PP, y de Cristina Mora, del PSPV, máximas responsables de Xirivella y Quart de Poblet, respectivamente. Ambas son maestras y asumen en su día a día una multiplicidad de cargos.
La primera ejerce de diputada autonómica también en las exigentes comisiones de sanidad y educación; la segunda está en la Comisión de Igualdad de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y en la de Servicios Sociales de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP).
Del mismo modo tendría su hueco la alcaldesa de Carcaixent, la popular Carolina Alminaña, que pese a gobernar con seis concejales sobre 21 logra aprobar sus primeros presupuestos con la ayuda explícita de Compromís (su voto a favor) e implícita de Vox (su abstención). O el de La Font de la Figuera, Elio Cabanes, que ha conseguido aglutinar en un gran gobierno de coalición a todos los partidos locales pese a las reticencias del ex primer edil compromisario.
O las alcaldesas socialistas de dos Castelló, de Rugat y ya a secas Castelló, Vicenta Boscà y Horte Gómez. La primera gobierna con una cómoda mayoría absoluta que cosechó tras la retirada como alcalde de Antonio Esquinas y en época de bajón de su partido; la segunda duplicó registros, gobierna en coalición y ha dado el salto a candidaturas más allá de la Ribera Alta.
De municipios pequeños que luchan por crecer resaltan Salvi Pardo en La Llosa de Ranes y Jesús Salmerón, en Gátova, ambos del PP. La primera sustituyó al histórico alcalde Evarist Aznar, revalidó su mayoría absoluta, está recuperando la histórica Casa del Metge como espacio de impulso social y laboral y ya coordina al PP de la Costera. Mientras, Salmerón, que concitó el apoyo del PSPV para su investidura, está logrando incrementar la población de Gátova a base de potenciar su actividad y su patrimonio cultural y natural.
Por su parte, Compromís ha encontrado en Sergi Vidal y Paula Femenia dos punteros relevos para mantener alcaldías históricas suyas en la Safor como las Potríes y Palma de Gandia, respectivamente. La segunda ha destacado con la cruzada del agua que ha emprendido para conseguir subvenciones en el nuevo suministro, mientras que al primero, militante de la filial de Compromís todavía, desde su partido auguran un brillante futuro político.
Como a Álvaro Gonzalvo, alcalde efímero de Moncada durante unos meses cubriendo una baja de la máxima munícipe socialista, Amparo Orts, pero que lo será de manera más larga en el tiempo al final de mandato.
Como independientes, Eva Tejedor, de UCIN, ha cumplido su primer año como alcaldesa de San Antonio de Benagéber y única concejal de su partido entre 13 y respaldada por un equipo de gobierno integrado únicamente por tres concejales. Miguel Sebastián, en Andilla, renunció en febrero viviendo una coyuntura similar en un consistorio más pequeño.
Del mismo modo no puede dejar de estar incluida en este top Yolanda Pastor, la alcaldesa de Oliva, que gobierna el municipio más poblado de la provincia con vara de mando de un partido exclusivamente local (Ens Uneix, que dirige Ontinyent, ya saltó al estatus de comarcal al alcanzar su media docena de alcaldías).
Y algunas alcaldesas más emergentes para terminar, como Trini Montañana (Meliana), que desde que lidera el PP arrasa en su municipio su partido elección tras elección; u otra popular como la joven Elia Ferrer, ahora de baja por embarazo y que ha logrado vencer en un municipio donde su formación solo había gobernado ocho años. Quizás por eso Vicent Mompó la nombró coordinadora comarcal de su formación en la Ribera Alta. O la socialista Judith Perales, empeñada en impulsar el turismo y el patrimonio de Bolbaite.
El listado podría continuar; no obstante, no se trata de una clasificación ni de un denso ensayo, únicamente de un artículo de balance provincial nominal del primer año de gestión. El PP, que fue quien más incrementó resultados y sumó una treintena varas de mando más de las que controlaba hasta 2023, tiene más alcaldes neófitos en su cargo; el PSPV -con excepciones de veteranos como Luisa Salvador en El Puig o Josep Vicent Andreu en Albuixech- optó por presentar a sus anteriores primeros espadas, con suerte dispar.
En cualquier caso, quedan tres largos años delante para que todos, nuevos o veteranos, puedan demostrar su capacidad.