VALÈNCIA (EP). Fumar aumenta el riesgo de desarrollar depresión en más de un 100%, según una nueva investigación de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) que añade, al mismo tiempo, que si deja de fumar puede reducir ese riesgo de forma significativa.
La mayoría de las personas saben que fumar tabaco es perjudicial para la salud y puede provocar todo tipo de cánceres, pero mucho probablemente no saben que también aumenta el riesgo de padecer enfermedades mentales.
En los últimos años, cada vez más investigaciones han indicado una fuerte correlación entre el tabaquismo y las enfermedades mentales. Sin embargo, los investigadores no habían podido ponerse de acuerdo sobre si fumar causa depresión u otros trastornos mentales, o si fumamos porque necesitamos atenuar los síntomas de un trastorno mental latente.
Junto con dos colegas de Canadá, Doug Speed, del Centro de Genética Cuantitativa y Genómica de la Universidad de Aarhus, ha demostrado que fumar puede provocar depresión y trastorno bipolar. "Las cifras hablan por sí solas. Fumar provoca enfermedades mentales. Aunque no es la única causa, fumar aumenta en un 250% el riesgo de ser hospitalizado por una enfermedad mental", afirma.
"El tabaquismo suele ser anterior a la enfermedad mental. De hecho, mucho antes. Por término medio, las personas del conjunto de datos empezaron a fumar a los 17 años, mientras que no solían ingresar en el hospital con un trastorno mental hasta después de los 30", asegura.
Antes de que Doug Speed y sus colegas pudieran responder si fumar puede causar trastornos mentales, necesitaron volúmenes muy grandes de datos. Puede haber muchas razones diferentes por las que desarrollemos un trastorno mental, por lo que era importante que dispusieran de datos suficientes para depurar sus cifras de otros posibles efectos.
Para ello para el estudio, publicado en la revista 'Acta Psychiatrica Scandinavica', accedieron al Biobanco del Reino Unido, una de las mayores bases de datos del mundo de información sobre salud humana. La base contiene datos genéticos de más de medio millón de personas. Los datos genéticos se combinaron con mucha otra información sanitaria y con las respuestas de los participantes sobre su estilo de vida.
Introdujeron los datos en un ordenador y empezaron a buscar patrones con una nueva forma de buscar la correlación entre fumar y enfermedad mental que no se había utilizado hasta ahora. "Las investigaciones anteriores no habían tenido en cuenta realmente que puede haber una dimensión temporal en juego --explica--. Las personas suelen empezar a fumar antes de los 20 años, pero no ingresan en el hospital con un trastorno mental hasta que tienen entre 30 y 60 años de media".
"El tabaquismo suele ser anterior a la enfermedad mental. De hecho, mucho antes --asegura--. De media, las personas del conjunto de datos empezaron a fumar a los 17 años, mientras que no solían ingresar en un hospital con un trastorno mental hasta después de los 30."
Hasta el 90% de las personas del conjunto de datos que seguían siendo fumadoras o exfumadoras empezaron a fumar antes de los 20 años. Por lo tanto, la probabilidad de que empiece a fumar más tarde es muy pequeña. De hecho, sus genes ayudan a determinar si se convertirá o no en fumador, explica Doug Speed.
"Cuando analizamos a los muchos fumadores de la base de datos, encontramos una serie de variantes genéticas recurrentes --prosigue--. Observando los estudios de gemelos, en los que éstos tenían los mismos genes pero crecieron en hogares separados, pudimos ver que sus genes podían explicar el 43% del riesgo de convertirse en fumador".
En los hogares en los que los padres adoptivos también fumaban, aumentaba el riesgo de que el niño empezara a fumar. Sin embargo, si los padres no fumaban, el riesgo era menor, pero seguía siendo mayor cuando los padres "reales" de los niños habían sido fumadores y les habían transmitido determinados genes.
"Hay una serie de variantes genéticas que podemos denominar 'genes relacionados con el tabaquismo'. Las personas del conjunto de datos que portaban los genes relacionados con el tabaquismo pero no fumaban tenían menos probabilidades de desarrollar trastornos mentales en comparación con las que portaban los genes y fumaban --afirma--. Como las variantes genéticas también parecen estar relacionadas con el riesgo de padecer enfermedades mentales, esto solía ser un poco confuso. Pero en este estudio demostramos que es probable que el riesgo de empezar a fumar haga que aumente el riesgo de desarrollar trastornos mentales debido a los 'genes relacionados con el tabaquismo'".
Estadísticamente, fumar parece causar trastornos mentales como depresión, trastorno bipolar y esquizofrenia. Sin embargo, Doug Speed y sus colegas no tienen una explicación de por qué, sólo una serie de teorías. "Todavía tenemos que encontrar el mecanismo biológico que hace que fumar provoque trastornos mentales. Una teoría es que la nicotina inhibe la absorción del neurotransmisor serotonina en el cerebro, y sabemos que las personas con depresión no producen suficiente serotonina", explica.
Cuando se fuma un solo cigarrillo, la nicotina activa la producción de serotonina en el cerebro. Entre otras cosas, esto es lo que hace que te sientas relajado después de fumar. Pero si se sigue fumando, la nicotina tendrá el efecto contrario. En su lugar, inhibirá la serotonina, lo que puede provocarle ansiedad, malestar e inestabilidad.
"Otra explicación podría ser que fumar provoca inflamación en el cerebro, lo que a largo plazo puede dañar partes del cerebro y provocar diversos trastornos mentales. Pero como ya he dicho: Todavía no lo sabemos con certeza", admite.
Una de las cosas que muestran las nuevas cifras es que rara vez empezamos a fumar después de los 20 años. Por lo tanto, sería una buena idea estudiar si deberíamos aumentar el límite de edad para comprar cigarrillos.
"Podría ser una buena forma de evitar que la gente empiece a fumar. Una vez más, no sabemos por qué la gente no empieza a fumar después de los 20 años, pero quizá sea porque con la edad estamos cada vez menos dispuestos a correr riesgos --sugiere Doug Speed--. Por tanto, cambiar la ley y aumentar el límite de edad puede tener su efecto. Al menos hay indicios de ello".
Aunque es una intervención poco invasiva, requiere la experiencia de un médico especializado para evitar complicaciones